El actor habla de Terapia alternativa, donde actúa junto a su expareja, la China Suárez: la historia de dos amantes que van a una psicóloga para separarse
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Es un tipo reflexivo, cálido, de esos que sonríen primero con la mirada. Le brillan los ojos cada vez que habla de alguno de sus seis hijos. Con varios estrenos prontos a salir a la luz, Benjamín Vicuña conversa no solamente de trabajo y de proyectos sino también de su vida familiar, de cómo maneja su exposición, de sus pasiones y de cómo se siente en nuestro país que, según dice, “no es mío pero lo elijo porque están mis afectos”.
Star Plus acaba de estrenar Terapia alternativa, una serie de 10 capítulos que Vicuña protagoniza junto a la China Suárez, madre de dos de sus hijos, Magnolia y Amancio. La comedia, creada por Mariano Cohn y Gastón Duprat y dirigida por Ana Katz y Jazmín Stuart, cuenta la historia de una pareja de amantes que decide ir a una psicóloga para poder separarse. “Es un material al que le tengo mucho cariño por su proceso, su rodaje y su contenido de excelencia que tiene humor, funciona, es potente, disruptivo, interpela a la sociedad.
–Una pareja de amantes que va a terapia para separarse es un puntapié interesante para una historia, ¿qué pensaste cuando leíste los libros?
–En esa época estaba haciendo teatro con Fernán Mirás y la obra también hablaba sobre el mundo de las terapias y las parejas. Me pareció genial el disparador y desde un principio quise estar en el proyecto, porque además el elenco que se armó es maravilloso: la China, Carla Peterson, Fernán Mirás, Julieta Cardinali, Gustavo Garzón, Boy Olmi. Fue todo muy lindo, y fue creciendo y creciendo, con libros bien escritos, escenas contundentes, con humor, políticamente incorrectas, con un punto de vista original. Es una serie empática y con la cual es fácil identificarse porque habla del amor, el desamor, la fidelidad, una doctora y un método sui generis y extravagante, un personaje como el mío con un vínculo muy potente con el padre, con un mandato muy fuerte. Fue una experiencia increíble y estoy seguro de que nos va a ir muy bien. Aplaudimos esta creación de espacios para la ficción.
–Hay escenas muy hot con la China, ¿cómo es grabar esos momentos de alto voltaje erótico con alguien que en ese momento era tu pareja?
–Las escenas de sexo siempre son incómodas, en general, porque generan un pudor, pero trabajamos con rigor, respeto y profesionalismo y no volaba una mosca en el estudio, no había chistes ni nadie miraba de lado. Tuve malas experiencias en otras ocasiones y es una sensación extraña cuando hacen un chiste fuera de lugar o hay alguien que mira de lado o un actor no puede controlarse y suceden hechos que han sido condenados. Hoy este tipo de escenas se hacen con disciplina y además fue un equipo liderado por mujeres, en las diferentes áreas, algo novedoso, que tenía fuerza y había un clima de respeto a la hora de hacer esas escenas que siempre van a ser difíciles.
–¿Cuál es tu relación con la terapia?
–La psicología ha tenido un rol fundamental para mí, es algo que me apasiona y un capital clave a la hora de componer mis personajes. Hago terapia desde hace muchos años aunque sigo escuchando ese chiste tonto de ‘estás mal, tenés que ir a terapia’. No debería estar asociado a una crisis ni a una separación o una reconciliación sino a un bienestar, a la salud espiritual. La terapia me sirve, me acompaña, me nutre. Soy pro terapia. Y creo en todo tipo de terapia.
–¿En las alternativas también?
–Sí, más aún. Me hace bien y es bonito cuando tienes un recorrido porque para un actor, el único capital es su vida, sus experiencias. A mi edad atravesé cosas muy lindas, otras feas, cosas dolorosas, milagrosas y a todo eso le meto mano cuando lo necesito para un personaje. Tengo mucho que ver con Terapia alternativa porque es una radiografía de la sociedad moderna, habla de deberes y mandatos, es una serie valiente, un lobo disfrazado de cordero que va a incomodar. Puse en esta serie toda la terapia que tengo encima.
–Hace unos días compartiste una publicidad con tu hijo Bautista. ¿Cómo fue la experiencia?
–Muy emotiva. Fue un desastre, tuve que parar como tres veces a llorar, y mi hijo me decía ‘dale, papá’. Fue tremendo, muy bonito. Tiene 13 años pero parece un tipo grande, y es hermoso verlo brillar, sólido, resuelto, grande, casi como un par, un compañero de escena. Lo vi muy seguro, muy empoderado. De hecho había un texto que me complicaba y él me dijo, ‘dale, viejo, esto es así’ y lo dijo con naturalidad. Sin meterle ninguna presión, sería un sueño que el día de mañana quiera dedicarse a esto y poder compartir mi pasión, mi oficio, mis salas de teatros, mi historia con él. Pero quiero que siga su instinto y sus ganas.
–¿Tenías su edad cuando decidiste ser actor o alguna vez soñaste con ser otra cosa?
–Hice talleres de teatro cuando iba a la escuela secundaria y me gustaba, pero en parte lo hacía para superar una timidez muy potente que tenía. También me gustaba mucho hacer deporte. Pero lo que fue decisivo fue una obra de teatro que vi cuando tenía 16 años y parte del encanto era que el público debía entrar por los camarines, y mirando el backstage y conociendo la mística de los actores y el detrás de escena yo me dije: ‘quiero estar acá, en la cocina, quiero ser actor’. Y fue una decisión, aunque no conocía a nadie, ni tenía parientes ni amigos en el medio, me armé un camino en solitario. Entré a la universidad de Chile que fue un hito para mí, de lo más lindo que me ha pasado en mi vida después de mis hijos claro, porque hice una prueba y quedé entre las 20 personas que tienen acceso a estudiar allí. Y ahí empezó este viaje maravilloso que ha sido el amor más largo (se corta y ríe). Mejor no digo más nada, no te voy a dar el título…
–Porque no querés hablar de tu reciente separación de la China…
–No. Hablemos de trabajo. Estoy feliz, viviendo una primavera después de esta pandemia en la que tuve que cerrar mis salas de teatro en Chile y fue un golpe duro. Sufrí, como todos, porque no pudimos reencontrarnos con el público, ni subir el telón, ni tampoco filmar. Hoy ya abrimos y estoy en un momento de mucha satisfacción porque se estrena Terapia alternativa y también la serie Victoria para Amazon Prime Video y estoy terminando otra en Chile que se llama Demente. Y acaba de estrenarse Inés del alma mía, una coproducción con Televisión Española basada en un libro de Isabel Allende. Es un momento de orgullo, de madurez en mi trabajo, y hay otros proyectos que me tienen muy motivado.
–¿Cómo vivís la exposición? Siempre se habla de tu intimidad, de tus crisis, separaciones, reconciliaciones pero vos no decís nada.
–Trato de canalizar en mi trabajo esa rabia, esa bronca. Y luego apelo a la paciencia porque las cosas se ubican en su lugar, tarde o temprano. Y también utilizo un término de la política y es ‘el que se enoja pierde’. Así que intento no enojarme ni con la vida ni con la situación ni con la distorsión de los temas. Trato de entender siempre que la vida, al fin y al cabo, pasa por otro lado.
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