Muchos padres que llenaron el formulario online se encontraron con que sus hijos adolescentes no querían definir género; por qué evitan encasillarse
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“Quiero que me pongas género neutro”, le dijo Pedro a su mamá mientras llenaba el Censo Digital. No es el único adolescente que pidió no ser encasillado respecto de su identidad de género mientras llenaban el formulario on line. Mora Espinosa, estudiante de tercer año de un colegio de Belgrano, pidió lo mismo. “En realidad, casi todos los compañeros y compañeras de su curso pusieron que no querían definir su género”, contó Patricia, mamá de Mora.
Por primera vez en su historia, el Censo Nacional incluye una pregunta sobre la identidad de género, aplicando la ley 26.743 que esta semana cumplió 10 años desde su aprobación. Y enseguida ese ítem planteó un debate familiar e intergeneracional entre padres e hijos. “Cuando llegó el turno de poner con qué género se identifica cada una de las personas que habita en la casa, le dije a Pedro medio en chiste: ‘¿Qué te pongo?’. Y él muy serio miró las opciones en la pantalla y dijo que no quería ser definido bajo ninguno de los géneros. Por eso eligió la opción no binario”, cuenta Micaela Bueno. En cambio, su hermana menor, de 8 años, dijo que quería “ser mujer” cuando le explicaron lo que significaba la opción elegida por su hermano mayor.
“La identidad de género es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento –explica el psicólogo Alexis Alderete, especialista en temas de diversidad–. Es un concepto que está directamente relacionado con cómo vivimos y sentimos nuestro cuerpo, y como lo reflejamos en el ámbito público . Se construye, primeramente, sobre el sexo con el que se nace, y luego mediante los procesos simbólicos que en una cultura dan forma al género”.
Del dicho al hecho
Micaela cuenta que después de lo del Censo, Pedro fue más allá y dijo que iba a averiguar cómo era el trámite para poner género no binario en su DNI, que desde el año pasado se identifica con una X. Aunque apoya la decisión de de su hijo, Micaela duda de que prospere: según averiguó, todo cambio de género debe hacerse a través de una vía judicial. Tal vez por eso, son pocos los cambios de género que se realizan en la ciudad de Buenos Aires. Según datos aportados por el Registro Civil porteño, el año pasado 515 personas optaron por cambiar su identidad de género. De ese total, 110 eligieron una identidad no binaria (en lo que va de 2022, son 33 las personas que buscaron poner la X en su DNI).
El director del Registro Civil de la ciudad de Buenos Aires, Facundo Bargalló Benegas, confirma que “el trámite de cambio de género necesita una rectificación en la partida de nacimiento. La gente se autopercibe de una u otra manera, pero de ahí a que hagan la rectificación en el DNI es otro tema. Es muy, muy poca la gente que hace el trámite. Si es un menor, además, tiene que venir acompañado por los padres y un abogado. Por eso las personas que lo hacen esperan, en general, a cumplir la mayoría de edad”, sostiene el funcionario. Además, agrega que aunque haya un bajo número de rectificaciones, no quiere decir que no exista la tendencia hacia el género fluido. “Los jóvenes se manejan mucho en el informalismo. Cuando en el Censo se les pregunta cómo se perciben, ellos ponen lo que más los identifica. Es una respuesta que va de la mano de la autopercepción. Seguramente son muchos los que se autoperciben con otro género distinto a su biología que después no lo formalizan en su documento”, plantea Bargalló Benegas.
Que los adolescentes adopten una postura de no definición respecto de su género es algo habitual, sostiene Alderete. ”En esta etapa de transición hacia la adultez eligen no identificarse con su sexo, ya que consideran que es una etapa de exploración y aprendizaje, para luego en un futuro poder auto percibirse con un determinado tipo de género, ya sea masculino o femenino. O quedarse en una posición neutral”, plantea.
Por su parte, el psicoanalista Ricardo Antonowicz explica que entre los 4 y 6 años en los niños se produce la identificación sexual, sin importar el cuerpo biológico. “Lo que importa es como se siente esa persona”, aclara y sostiene que los padres se sorprenden cuando sus hijos piden no tener género definido. “Una de las preguntas del Censo tiene que ver con la autopercepción y entre las opciones aparece no binario, que significa ni hombre ni mujer. A muchos padres les llama la atención cuando su hijo o hija adolescente les dice que no se identifica con ninguno. Es una cuestión que se está introduciendo en nuestra cultura, absolutamente respetable”, agrega.
Micaela asegura que no cree que Pedro busque cambiar de género en su DNI: “Entiendo que para él y sus amigos es algo importante pero para mí no deja de ser una moda –arriesga–. Creo que esta situación es más una muestra de rebeldía que una convicción. De todas maneras, me parece un debate súper interesante”, concluye.
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