A 27 kilómetros del pueblo santacruceño de El Chaltén y camino al Lago del Desierto, una nueva estancia con mirada sostenible y proyectos de investigación abre las puertas a un paisaje inhóspito
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EL CHALTÉN.- Pregúntenle al viento que aúlla o a la montaña que ruge: ellos mandan en este rincón extremo del confín de Santa Cruz. Para entrar a El Chaltén, a 200 km de ruta pavimentada desde El Calafate, en la Patagonia Sur, conviene entender de qué se trata ese torbellino que arrasa: por él todo puede cambiar en un minuto; el clima –encontrarse con las cuatro estaciones en un lapso de 8 horas–, la geografía, los tiempos, el ánimo, las certezas. Más vale adaptarse rápido a este espacio mágico de lagos, glaciares, lagunas y bosques de lengas y ñires, donde se puede caminar por uno de los paisajes más inhóspitos y bellos de la tierra.
A 27 km del joven pueblo de El Chaltén, fundado en 1985, declarado Capital Nacional del Trekking en 1993, camino al Lago del Desierto, esta temporada inauguró Refugio de Glaciares, un original proyecto de investigación, conservación y desarrollo ligado al turismo en una reserva privada de 7500 ha sobre la ruta provincial 41. La estancia forma parte de un extenso corredor natural de conservación que incluye el Parque Nacional Los Glaciares y la Reserva Provincial Lago del Desierto.
“Nacimos para resguardar la belleza del bosque, la fauna, los hielos, ríos y lagunas de esta estancia rural, integrando investigación, educación, y turismo. Creamos un ambiente donde huéspedes e investigadores comparten el generoso despliegue de la naturaleza con toda su magia en una hostería de estilo patagónico ubicada en el área central de la estancia en el valle del Río de Las Vueltas”, explica Santiago Guichet, ingeniero forestal especializado en bosques y biodiversidad a cargo del proyecto. La pandemia le permitió recomenzar y embarcarse en este plan “financieramente incorrecto: ambicioso por la necesidad de pensar a perpetuidad; integrador por ser lugar de reunión y refugio de los cada vez más optimistas que regalan su tiempo en pos de un mundo mejor; e insolente, porque pretende trascender barreras”, explica.
La gran casa de chapa y madera se recorta en el bosque casi sobre la ruta. En su planta alta posee 10 amplias y simples habitaciones con baño privado y mucho confort. Los pies de las camas fueron construidos con materiales provenientes del Puesto del Arroyo, sitio histórico donde transcurrió parte de la disputa limítrofe con Chile que precipitó el nacimiento de El Chaltén.
El aporte de los viajeros permitirá sostener el funcionamiento de toda la planta baja donde se instalarán los investigadores en forma gratuita el tiempo que necesiten, siempre que estén ligados a proyectos dentro o fuera de la estancia que se relacionen con la sostenibilidad y encuentren una aplicación útil para las futuras generaciones. Lo más interesante es que a la hora del almuerzo, la cena o incluso en algunos paseos, estos maestros compartirán su estada con los huéspedes, impartiendo su pasión y sus conocimientos.
Hasta los senderos fueron trazados y medidos para cuidar la huella de impacto ambiental, con capacidad de carga límite, para que no alteren la supervivencia de árboles y animales amenazados como el pato de los torrentes y el huemul.
“Para mí, es una cuestión de legado, para que los que vengan después encuentren el bosque como lo dejamos e incluso mejor”, se ilusiona.
Y añade: “Estos proyectos continúan abiertos al apoyo de la comunidad: aquel que quiera acercarse a colaborar puede hacerlo”.
Caminatas entre lengas
El tapiz que tejen las ramas de los árboles forman un entramado cerrado donde los rayos de sol se cuelan aquí y allá; pueden verse los renovales de lengas intentando obtener esa iridiscencia. Caminamos en fila india por una picada con desniveles casi inexistentes. Luego de un tiempo de paso tranquilo la grata sorpresa se produce al llegar a la laguna y al glaciar Milodón, un amplio valle flanqueado por cerros y glaciares.
Una pareja de patos del torrente nada contra la corriente donde se une el río con la laguna Milodón frente al bellísimo glaciar homónimo; antes, un carpintero gigante de color rojo y negro se muestra picoteandodo la corteza de una lenga. Solo se escuchan los sonidos de la naturaleza.
“Los circuitos de caminatas al glaciar Cagliero Este y Laguna Rosa o la Laguna Milodón parten en transfer privado desde El Chaltén y duran de 6 a 7 horas. Son acompañados por un guardaparque y se realizan por senderos de la estancia poco frecuentados atravesando bosques primarios de lengas y ñires, un inmenso jardín forestal natural donde se aprende a reconocer especies y rastros de animales de la zona como pumas, zorros y huemules. También hay caminos privados para los huéspedes en sendas que serpentean el Río de Las Vueltas, con playas y recovecos donde anidan caiquenes, entre otros pájaros.
“Aquí la naturaleza pone todo”, finaliza Santiago.
Datos útiles
Cómo llegar. El Chaltén está a 200 km de El Calafate. El viaje en transfer desde El Calafate cuesta 7000 pesos y 4000, en ómnibus de línea
Alojamiento. Refugio de Glaciares. Tarifa: desde US$ 375 por persona en base doble con desayuno, caminatas guiadas y traslados in-out desde El Chaltén en horarios preestablecidos. www.refugiodeglaciares.com ws: 5491153151216.
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