Original. Los Simpson desfilan para Balenciaga
El video de la casa francesa conquistó la pasarela de París y sacudió los parámetros del lujo: cómo entablar una conexión emocional con un público sobresaturado de ofertas
- 3 minutos de lectura'
MADRID.– Desfiles grabados, videos con avatares y hasta piezas de arte y ensayo firmadas por Luca Guadagnino. La industria de la moda lleva un año y medio ensayando distintas fórmulas para mostrar sus colecciones digitalmente –en la mayor parte de los casos con más presupuesto que acierto–, pero el sábado pasado Balenciaga rompió la baraja. Nada puede competir con un episodio de Los Simpson. El que se proyectó en el teatro Chatelet de París contaba cómo Homero, Marge y los vecinos de Springfield viajaban a la capital francesa para desfilar a las órdenes del director creativo de la firma, Demna Gvasalia, que tenía su propio personaje. El corto bromeaba con el precio estratosférico de las prendas de Balenciaga, la falta de criterio de la prensa especializada y el concepto de fealdad: “Esta ciudad es lo más deprimente que he visto en mi vida, y eso que he nacido en la Unión Soviética”, decía la versión amarilla del diseñador georgiano. Punto para Gvasalia. Con el desfile de Los Simpson para Balenciaga, la firma acapara la conversación en la semana de la moda de París, revienta Instagram y consigue que un fashion film trascienda las audiencias cautivas de la moda para convertirse en un verdadero fenómeno viral.
Decir que Gvasalia es un experto en llamar la atención es minimizar la capacidad del diseñador para conectar emocionalmente con una audiencia global sobresaturada, una cualidad imprescindible en la industria del lujo contemporánea.
Recurriendo a Los Simpson en plena crisis pospandémica, Gvasalia apela a esa época situada entre finales de los noventa y principios de los 2000 en la que todo parecía posible y el grueso de sus consumidores eran felices adolescentes. Otras marcas reivindican este periodo desde el punto de vista estético, pero Balenciaga recurre a sus símbolos, demostrando su dominio de la semiótica de la moda. La firma francesa no solo le habla al corazón de la generación X, sino que maneja el lenguaje de millennials y zetas. Lo prueba que el 35% de sus compradores lo sean y también la marea que se congregó alrededor del teatro parisino. La razón, el listado de famosos que Gvasalia invitó a desfilar –Cardi B, Paris Jackson, Eliott Page, Lewis Hamilton– y que mezcló con miembros de su propio equipo y prebostes del sector como Anna Wintour, Naomi Campbell o Juergen Teller.
Una vez dentro, los modelos se iban sentando mezclados entre el público. Gvasalia cuestiona así, una vez más, los arcaicos axiomas del lujo –la exclusividad, el buen gusto, la división por clases– e ironiza sobre una de las últimas críticas que ha recibido: que el más transgresor entre los transgresores ha lanzado una línea de alta costura porque, para reforzar su imagen, debe entrar en el juego de las alfombras rojas igual que cualquier marca convencional.