Berrinches y falta de límites. ¿Por qué no conviene entretener a los chicos con las pantallas?
Los últimos informes al respecto revelan que el uso excesivo de tablets y smartphones en niños de entre 3 y 5 años dificulta su habilidad para regular las emociones
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“Julián tiene 3 años pero ya domina el celular como un adulto. Por ejemplo, elige el video que quiere ver en YouTube y hasta sabe dónde hacer clic para evitar los avisos publicitarios. Como se queda enganchado con la pantalla, nosotros podemos salir a restaurantes, museos y a donde sea porque el nene ni se siente”, cuenta Macarena, su mamá.
Hay miles de niños como Julián que pasan varias horas al día frente a tablets y smartphones para entretenerse. Sin embargo, entregarles dispositivos e, incluso, encender el televisor como medida para tranquilizarlos puede ser un problema a largo plazo. Una nueva investigación realizada por expertos en desarrollo conductual de la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos (difundido por la publicación especializada JAMA Pediatrics), afirma que el uso de pantallas como único método para calmar a los menores de entre 3 y 5 años dificulta que desarrollen la habilidad para regular sus emociones en el futuro, algo conocido como “reactividad emocional”.
Este hallazgo toma mayor relevancia en la medida en que es cada vez más habitual que los padres les habiliten dispositivos a los chicos. “En los últimos años esta práctica se fue incrementando, en especial a partir de la pandemia”, comenta Paz Magnanini, psicóloga cognitiva infanto-juvenil y profesora de la carrera de Psicología en la Universidad Austral.
Reactividad emocional, un problema al que prestar atención
La reactividad emocional de la que habla la investigación consiste en responder de manera desajustada y hasta descontrolada a cualquier situación. Se trata de una particularidad de las personas que suelen molestarse por pequeñeces e interpretan las palabras como amenazas. “La regulación emocional, al contrario, es la capacidad de identificar y poder lidiar con nuestros sentimientos. Se desarrolla desde el nacimiento”, detalla Claudia Levin, psicoanalista y especialista en prevención y asistencia en la infancia y la niñez.
Si bien Levin adhiere a las conclusiones del estudio, aclara que la cuestión no está en el uso de las pantallas en sí mismo, sino que el problema surge cuando se trata de la única opción que les presentan a los chicos. “Esto tiene una incidencia negativa por varias cosas: el niño no puede experimentar sus sentimientos y nadie lo contiene. Además, las pantallas fomentan la pasividad y no estimulan la creatividad”, dice Levin.
Daniela Rybka, psicóloga especializada en niños y adolescentes, explica que entregarles dispositivos a los chicos ante un berrinche hace que ellos entiendan que existen soluciones inmediatas. “Esto no les permite desarrollar distintas respuestas a sus emociones, y tiene relación con los dos principales motivos de consulta que me llegan, que son la falta o nula tolerancia a la frustración junto con la ausencia de límites”, explica.
El estudio de la Universidad de Michigan también sugiere que el uso frecuente de dispositivos móviles para calmar a los niños puede desplazar sus oportunidades de aprender estrategias de regulación emocional con el tiempo; por lo tanto, los padres deberían buscar otras alternativas. “Los dispositivos son una herramienta rápida y sencilla para calmar a los hijos cuando, en realidad, se trata de hablarles, jugar con ellos, ponerles límites y hasta aguantar el berrinche, todas respuestas que requieren de tiempo y paciencia”, agrega Rybka.
Magnanini explica que en los primeros años de vida, los niños aprenden a regular sus emociones, reconocerlas y reaccionar frente a las experiencias agradables y desagradables. Para eso, deben poder transitar las situaciones que les generen frustración, enojo, miedo y tristeza con la ayuda de los adultos. En este sentido, al calmar a los niños con pantallas, los adultos pierden la oportunidad de enseñarles cómo responder a las emociones difíciles. Por otro lado, los pequeños interpretan que realizar grandes demostraciones de enojo es efectivo para obtener lo que quieren.
Alternativas
Las recomendaciones de la Academia Estadounidense de Pediatría, la Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostienen que los niños de 2 a 5 años deben tener un tiempo de pantalla muy limitado.
“No es que deba estar prohibido darles pantallas porque no hay que demonizarlas, pero su uso debe estar regulado”, dice Levin. En síntesis, se aconseja limitar el uso de dispositivos, y que estos no sean el único elemento para calmar o entretener a los niños. ¿Qué hacer en cambio? Jugar, conversar y dibujar son buenas opciones. Se trata, por supuesto, de un desafío difícil, pero es fundamental para el desarrollo emocional de los menores.
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