“Mostramos cómo es la sociedad actual”. La argentina que trabaja en el universo Marvel y lucha por la diversidad de género
Presidenta de producción de la empresa, respalda el beso entre mujeres de la película animada Lightyear que desató la polémica
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MADRID.– No hay mujer más poderosa en Hollywood. Ni latina con más influencia. La argentina Victoria Alonso (La Plata, 56 años) es presidenta de producción física, posproducción, efectos digitales y animación de los estudios Marvel. Detrás de todo eso se esconde un hecho: primero estarán los dos copresidentes, el todopoderoso Kevin Feige y Louis D’Esposito, pero Alonso se encarga de la producción de Marvel. Un cargo casi creado a su antojo, porque fue renuente, en los inicios de Marvel, a aceptar un puesto de ejecutiva. “Soy productora, el resto es añadido”, dice en una sala de un hotel madrileño. Mide sus palabras, no le gusta hacer entrevistas, rehúye lecturas políticas al hecho de que en Marvel este año haya llegado a la pantalla, dentro de la segunda Doctor Strange, América Chávez, una superheroína con dos madres. “Solo mostramos cómo es la sociedad actual”. Tampoco quiere sentirse abanderada de nada, pero... “Durante demasiado tiempo fui la única mujer y no tengo ningún interés en seguir siéndolo”.
Y, sin embargo, su mera presencia ya emite una declaración de intenciones. El pasado miércoles, entre risas, Alonso regateaba hablar de su viaje vital hasta su actual puesto laboral. “Nunca miro al pasado. Ya pasó. Siempre miro hacia adelante”, asegura. A los 19 años dejó Argentina para ser actriz y estudió teatro en Seattle. Fue bajando por la costa oeste estadounidense: se mudó a San Francisco y finalmente recaló en Los Ángeles. Lo de la interpretación no cuajaba, así que comenzó a trabajar como asistente de producción y acabó en Digital Domain, el estudio de efectos digitales de James Cameron. Y en 2003 ya fue la productora de efectos visuales de Big Fish, de Tim Burton. Dos años más tarde, Kevin Fiege la reclutó para unos incipientes estudios Marvel, y ella, que no se siente “cómoda dentro del entramado de una corporación”, se subió a aquel tren con la condición de poder producir y de hacerse cargo de toda la posproducción. “Las películas son de todos sus trabajadores. Que eso se entienda me parece fundamental”.
Alonso insiste en que el pasado no le interesa. “La gente lo recuerda para mirar otra cosa. Y eso nos distrae del presente, de con quién estás hablando”. Lo dice alguien que trabaja en una productora cuyos filmes y series son devorados por aficionados nostálgicos y muy conscientes del pasado. “Sé que nuestra base es generacional, que cuando eras niño leerías cómics de Spiderman, que en ese momento se implantó en tu interior una semilla de aventura que ahora nosotros tenemos el privilegio de mostrarte en el audiovisual”, apunta. Pero, ¿hasta qué punto respetan la esencia de aquellos consumos infantiles? “Son nuestra base. En el inicio de cada producción estudiamos esa versión de la historia. Incluso en detalles de vestuario. Aunque cambiemos cosas, el martillo de Thor siempre será el martillo de Thor”.
En los últimos meses, Alonso ha subrayado el camino hacia el que va Marvel. Lo más resonante fue en los premios GLAAD, entregados por la ONG Alianza de Gays y Lesbianas contra la difamación el pasado abril. En el discurso de agradecimiento a la mejor película por Eternals, y en mitad de la tormenta social alrededor de la ley antiderechos LGTBI del Estado de Florida, Victoria se dirigió a Bob Chapek, consejero delegado de Disney, y por tanto su gran jefe: “Para de decir que nos toleras. Nadie me tolera, que quede claro. Se tolera el calor en Florida, la humedad en Arizona o la rabieta de un niño. No quiero que me toleren como tampoco que me normalicen. Luchad contra la legislación antigay porque el silencio significa la muerte”.
Alonso está casada con la actriz Imelda Corcoran, y la hija del matrimonio aparecerá en diversas ocasiones en la entrevista, que justo tiene lugar tras el anuncio de la prohibición del estreno de Lightyear en 15 países por el beso entre una astronauta y su novia. “Es importante que la gente pueda expresar en su cultura lo que es la realidad de nuestra cultura. Cada uno tiene derecho a vivir como quiera, y por ello a no mostrarlo en su país. En Estados Unidos ese beso es una actualización de la familia, y lo vamos a seguir mostrando”, explica. Los cómics de Marvel siempre fueron más inclusivos que los de su competencia. “Sería muy irresponsable no entender el momento en el que se hizo cada cómic y la carga que conllevan”.
Toda película es política, y en el caso de Marvel hay un claro mensaje de empoderamiento femenino y de diversidad. “Si tienes delante la mente abierta de un niño de 13 años, una de las mejores cosas que le diremos es que se puede. Se puede soñar, se puede pensar, se puede expresar, se puede ganar, se puede perder... Durante dos horas hay una audiencia que no está mirando el móvil, ni a la que le está molestando nadie y que puede olvidarse de las barreras sociales y culturales creadas por clases, religiones, familias, amigos... En esas dos horas solo deben soñar en libertad. Como cineasta eso se llama privilegio. Si de todos nuestros espectadores la mitad lo logra, para mí eso es ganar”.