Radicada en París, es portada de revistas como Vogue y musa en maisons como Chanel, Dior o Prada
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Sencillamente impresionante, con un estilo que abruma. Por algo Mica Argañaraz (29 años), oriunda de Beccar, criada en el campo argentino, es hoy una de las modelos más exitosas del mundo. Más que tímidamente, comenzó su carrera sin expectativas, enviando a una agencia varias polaroids que dejaban ver su cuerpazo de uno noventa, las piernas de gacela y esa mirada casi animal. Y fue una revolución. En cinco años conquistó el espectro de las firmas de moda con mayor influencia a nivel internacional. Desde la maison Saint Laurent, pasando por Chanel, Dior, Tom Ford y Prada, la chica que revoleó por el aire los estereotipos de belleza se convirtió en un clásico de las portadas de Vogue en el universo fashion.
–Impactante tu llegada a París, con 400 euros, tan chiquita, sin saber idiomas. ¿Inconsciencia o pura audacia?
–No lo pensé mucho en ese momento. Vi la oportunidad de viajar, tenía muchas ganas, sentí que era por algo y me fui. Algo más intuitivo que otra cosa. Tenía expectativas, pero te juro que no sabía para qué. No me preocupaba no tener back up de plata, vivía con el dinero semanal que me daban en la agencia (muy básico), en un minidepartamentito parisino. Estaba feliz y se me abrieron un montón de puertas en la cabeza. Aprendí de todo, podía aislarme bastante fácil, siendo que no entendía ningún idioma más que el español.
–Tal vez la excusa para ejercer la soledad, pensar, proyectar.
–Es lo que hice. Podía desconectar en cualquier situación, sentirme sola y conocerme más, algo que no había experimentado antes. Vivía mucho el día a día porque la realidad es que no sabía cuánto tiempo iba a durar todo lo lindo que estaba viviendo. Por eso empecé a transitarlo más intensamente. Siempre tenía presente aquello que te dicen de la carrera de las modelos, la finitud, lo corto que puede llegar a ser todo. Me decían ¡aprovechá! Después fui relajando.
–Bueno, relajar es una manera de decir. Vivís en los aviones.
–Me refiero a que hoy estoy mejor parada, no tengo que correr a ningún lado. De todas formas sigo con la sensación de que todo puede cambiar al día siguiente. Y eso no está mal porque hace que viva todo con mucha conciencia y goce.
–¿Cómo era la Mica chiquita versión colegio? ¿Por dónde pasaba la vida?
–Uy, era parecida a lo que soy ahora: piel trigueña y flaquita. Crecí en el campo, tuve una infancia bastante soñada. Nosotros somos una familia de seis, así que la casa siempre estuvo muy viva. Para ir a la escuela tenía que abrir una tranquera, y después teníamos un camino de tierra de siete kilómetros. Recuerdo el olor a tierra y pasto. Usaba guardapolvo blanco y era muy tímida.
–¿La pasaste mal alguna vez?
–Y sí, también hubo cosas difíciles, menos lindas. Siempre me sentí un poco bicho raro. Nos ponían en fila para izar la bandera y no me gustaba ser la última, la más alta. Con el tiempo me amigué con esa idea de ser diferente. Me acuerdo que esperaba con ansias los jueves porque tenía dibujo y pintura. Hacía mucho la mía. Tenía amigues, pero siempre disfruté de la soledad.
–Seguís con el dibujo, la pintura. ¿Cuándo encontrás tiempo, cómo surge la inspiración?
–Es algo medio cotidiano, siempre tengo un cuadernito a mano. Son dibujos y cosas que hago en el hotel o en los aviones. Pero en París tengo un estudio donde pinto y soy muy feliz. Me gustaría darle más tiempo y espacio en esta etapa, porque entiendo que me hace bien.
–Un día trastabillaste en un desfile de Prada. Y lloraste...
–Sí, ese día lloré un poquito. Era mi primer desfile para la marca. Significaba todo un logro, y trastabillar... Obvio que me puse mal, pero por lo general soy bastante práctica al momento de resolver situaciones. Aquella vez me saqué los zapatos y seguí caminando. No es la muerte de nadie, pasa. Una vez que entendés que es menos grave de lo que te imaginabas, afrontás todo con coraje. De todo se aprende; ya no tengo ese mini pánico que a veces surgía antes de desfilar.
– ¡Llegaste a hacer 50 desfiles en una semana! ¿Real?
– Más. Llegué a los 53 en un Fashion Week, que transcurre más o menos en un mes, en cuatro ciudades distintas. Es un montón. En ese período de mi vida trabajé mucho, me costaba decir que no, pero también estuvo bueno porque hoy me permite darme un poco mas de libertad en mis elecciones laborales. Si bien estoy a mil y es un entorno particular, cuando vuelvo a casa me encuentro tranca. Fashion Week es re intenso; mucho trabajo y mucha gente. Pero también es divertida esa adrenalina. Me llevó tiempo pero hoy aprendí a balancear. Sé que necesito mis momentos para estar sola y que nadie me vea, que son íntimos y especiales, porque hay otros en los que estoy muy expuesta.
–¿Tu hermana te da tips de relax virtual?
–Sí, hablo mucho con mis hermanes. Especialmente con Milagros, mi hermana mayor, que es una sabia de la vida. Conectamos mucho, y cuando me enrosco un poquito con algún tema, ella me ayuda a ver con claridad. Con los otros, Xime y Rafa, también hablo casi todos los días. Siento que estamos muy presentes en la vida del otro.
–Te definís sensible e introvertida, pero arriba de la pasarela sos otra.
–Me di cuenta que puedo ser lo que quiera sin dar explicaciones. Me hice amiga de esa idea y eso me liberó bastante. Soy introvertida, sí, y a veces me siento socialmente incómoda en situaciones cotidianas. Pero después en el laburo puedo hacer cosas que nunca hubiera hecho, entonces me divierto. Siento que aprendí a reírme de mí misma, a tomar con menos drama algunas cosas. Me gusta mi trabajo y lo respeto. A veces tengo que hacer cosas medio fuera de lo normal pero es desafiante. Está bueno.
–¿Conservás las primeras zapatillas que pisaron Nueva York?
–Sí, tengo algunas cositas guardadas en mi mini caja de recuerdos. Algún pasaje de un primer viaje, fotos, postales de museos. La cantidad de viajes y el hecho de ser medio nómade me hizo ser poco apegada a lo material. Durante bastante tiempo viví con veintitrés kilos a cuestas. Libros, ropa, objetos personales... Siempre que llego a un lugar nuevo flasheo bastante. Y recuerdo con ternura pensarme más chica, con cero idea de cómo iba a hacer para regresar.
– ¿Te aburre que quieran etiquetar tu estilo?
–No me genera mucho, no. Entendí que todos te van a percibir de cierta manera y con una opinión diferente. Está bien.
–¿Es cierto que cada vez te cuesta más volver, cuando visitás Argentina?
–Sí, creo que eso viene con los años. Al principio iba y venia como si nada pero hoy me pesa un poco más estar lejos de los míos. Los extraño, tengo dos sobrinos hermosos que crecen re rápido. Me siento medio vieja contando esto pero es la verdad. Las distancias me acercaron a mi familia. Pero también la siento más. Cuando llego a Buenos Aires, lo primero que hago es juntarme con mi familia, amigos. Y me pido una milanesa con puré.
–Hiciste un video con Lady Gaga, vivís rodeada de celebridades pero no te impresionan.
–No hay nadie que me genere mucho fanatismo. Conocí artistas y personas con mucho talento, que admiro. Pero aunque parezca una locura, lo normalizo.
–¿Cuál es la meta, Mica?
–Crecer.
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