Los últimos domingos de cada mes, Colegiales aloja este evento que agrupa a rusos, ucranianos y bielorrusos: comida tradicional, espectáculos y emprendimientos de todo tipo
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Domingo a la tarde, hay un movimiento inusual de gente a pesar de las bajas temperaturas en las puertas del Centro Comunitario Colegiales, ubicado en la calle Federico Lacroze. Se pueden ver personas en los alrededores charlando, familias enteras de paseo. Claro que el visitante desprevenido no entenderá nada de lo que dicen, ya que la mayoría hablan en... ruso. Sucede que este espacio se denomina Feria Aurora, y es la más grande de su clase por ahora en Buenos Aires. Eugenio, uno de sus organizadores, recibe a LA NACION y explica que la mayoría de los asistentes son de “la nueva comunidad libre de habla rusa de Buenos Aires” que incluye rusos, ucranianos, bielorrusos, coreanos y muchos más. Así, el evento llama la atención por congregar gente proveniente de distintos países, con el idioma, las ganas de reconectarse con sus comunidades de origen y de aprender las costumbres locales como denominador común.
Hay puestos de artesanías, comidas típicas, productos de belleza y ropa, pero además servicios como peluquería, espacios de reunión, cartelera con ofrecimientos en cirílico (alfabeto que se utiliza en ruso y otras lenguas eslavas), lugar con actividades para niños y hasta una banda tocando y cantando en ruso en un pequeño escenario, con gente alrededor del fuego. Aunque se pueden ver algunos argentinos curiosos, uno no puede evitar sentirse como un espectador en un cumpleaños ajeno.
“Esta fue nuestra octava feria. Empezamos en un bar y ahora se ha convertido en una feria-festival con más de 60 vendedores. Contamos con un escenario y muchas actividades diferentes. Los principales objetivos son consolidar la nueva comunidad de habla rusa e integrarla a la sociedad argentina”, cuenta Eugenio, quien llegó de Rusia hace dos años y vivió en Córdoba y Mar del Plata. “No estamos asociados con ninguna institución o partido político oficial ruso. Somos una comunidad independiente que se desarrolla, crece y quiere ser útil a Argentina, el país que nos ha acogido”.
Aunque en 2023, a raíz del estallido de la guerra contra Ucrania, hubo una masiva inmigración rusa, lo cierto es que es un fenómeno de los últimos años. De hecho, según la web oficial de BA Colectividades, en la Argentina vive la mayor comunidad rusa de América Latina, con 300.000 personas incluyendo descendientes.
María sonríe abrigada un stand de productos de belleza artesanales llamado Sol, en donde vende productos para el pelo y cremas. Nacida en Ucrania, tuvo que irse hace dos años de su país y llegó hace tres meses a Buenos Aires. “Todo este tiempo estuve viajando. Vine a la Argentina con el propósito de seguir camino, pero me gustó tanto que decidí quedarme. Lo que más me gusta es la actitud de la gente hacia los visitantes. No importa de qué nacionalidad seas, te perciben ante todo como una persona”, dice.
La mayoría de las actividades para la comunidad extranjera proveniente de esta zona se organizan por grupos de Telegram. Son mayormente canales de noticias, información básica para los recién llegados o algunos clubes específicos, dice Lana (23), que vino con su marido de Rusia hace un año. Es muy poco lo que se sale de la virtualidad, como esta feria.
Luego de una primera etapa en la que los recién llegados hacen pie en el nuevo país, aparecen las ganas de afianzar los vínculos en persona. “La Argentina encajaba perfectamente, sobre todo por la cultura y el clima. Yo nací en una ciudad del norte de Rusia, así que estaba feliz de celebrar mi cumpleaños en verano por primera vez en mi vida. Cuando sos inmigrante te enfrentás a dificultades en las que ni siquiera estás acostumbrado a pensar. El primer año de inmigración fue muy difícil para mí porque solo estaba tratando de descubrir cómo funciona realmente la vida aquí. Luego descubrí un nuevo hobby y la feria, donde podía compartir mis trabajos con otros”, relata Lana, que tiene su marca de joyería Loza. Según comenta, el espacio también ayuda a la socialización de los niños. “La última feria demostró cuánto necesitan ellos este tipo de eventos. Hay una zona infantil, pintura de caras, manualidades y varias cosas más para las infancias”.
La feria se realiza siempre en el mismo lugar los últimos domingos de cada mes (la próxima fecha es el 30 de junio), aunque cabe preguntarse si deberán reubicarla pronto, en función de su crecimiento.
Entre otros motivos importantes para mudarse a la Argentina, muchos comentan que aquí no se requiere visa. Para otros, la tolerancia con respecto a la diversidad sexual y las elecciones de vida tampoco fue un dato menor. Esto último, por ejemplo, resultó decisivo para Masha (39), creadora de la marca de cerámica artesanal Mesha Cerámica, que llegó de Rusia junto a su pareja y sus hijos en 2023. “Llegamos aquí en junio del año pasado. Vinimos porque mi novia y yo somos LGBT y nuestro país se ha vuelto muy inseguro para nosotras y nuestros hijos. La Argentina es hermosa con su diversidad de naturaleza, hay educación decente para los niños y, sobre todo, tolerancia. El ser humano es importante aquí. Lamentablemente, ese no es el caso en nuestro país”.
Sabores de hogar
El aspecto gastronómico es fundamental. Aunque el encuentro y afianzamiento de los lazos comunitarios es clave en Aurora, la oferta culinaria es variada y atrae también a los foodies argentinos en busca de platos tradicionales, además de la importancia que tiene para los inmigrantes que quieren reconectar con los sabores de su tierra natal. “Es un evento maravilloso donde personas de países de habla rusa como Ucrania, Rusia, Bielorrusia pueden reunirse y divertirse juntos, ya que nos unen tradiciones comunes, platos caseros de la infancia y un ambiente amigable. Para mí lo más agradable fue la sensación del ambiente familiar y, por supuesto, nuestros platos tradicionales: tortitas, tartas, chucrut. Nos alegró mucho ver a los argentinos en la feria y nos gustaría que la mayor cantidad posible nos visite y pueda familiarizarse con los platos y productos de los países postsoviéticos”, agrega María.
En este sentido, una de las cosas que más sorprenden al llegar a la feria es el pintoresco puesto de café de la entrada. Sus dueños, Albert (56) y Julia (55), sonríen y hablan en inglés mientras sirven el café en pequeños vasitos condimentado con canela y cardamomo. Lo llamativo es que esta bebida se prepara calentándola en arena a 300 grados centígrados. Albert es diseñador industrial y de interiores, y Julia es periodista, pero ambos comparten una pasión común: el café sobre arena, un antiguo método para preparar café en cezves (una taza pequeña con manija para verter).
“Lo desarrollamos y aportamos nuestras propias recetas veganas a este concepto. Nos quedan varias cafeterías en Rusia, de donde venimos. Y definitivamente abriremos una cafetería Pesky aquí en Buenos Aires. Elegimos vivir en esta ciudad porque apreciamos la hermosa arquitectura y la gente amable y abierta”, explica Albert. “Espacios como la feria Aurora son una excelente manera de integrarse suavemente en el entorno urbano aún desconocido; una oportunidad para conocer a otros inmigrantes como nosotros y contarles sobre nuestra exclusiva cafetería. Además, es una forma de mostrarles a los argentinos nuestra creatividad y gastronomía. Nuestro café no es una excepción. Los argentinos lo probaron y quedaron muy satisfechos. Esto para nosotros es muy importante ya que queremos traer una nueva forma de preparar y servir café a la cultura cafetera de la Argentina”, concluyen.