Los Pirelli de Argentina. Calendarios que pasaron de empapelar gomerías a transformarse en un objeto de culto
Los almanaques Fate nacieron en 1965 como obsequio para la industria automotor: Egle Martin, Chunchuna Villafañe y Susana Giménez posaron en ediciones que se transformaron en emblema de una época del país
Icónicos, referentes de las gomerías argentinas, los almanaques de Fate trascendieron sus paredes engrasadas y se transformaron en objetos de culto. Fueron testigos de una época: funcionaron como termómetro a todo color de la situación social. Las producciones fotográficas y el diseño de estas piezas de colección que hoy cotizan en Mercado Libre no solo mostraron modelos sensuales en situaciones artísticas. La primera edición de los calendarios Fate se distribuyó como obsequio para la industria automotor en 1965. Desde entonces la empresa argentina de fabricación de neumáticos fue pionera en la publicación de almanaques, junto con Alpargatas, otra de las firmas icónicas. Cada año se distinguía por su abordaje gráfico disruptivo, las producciones escenográficas y las figuras que protagonizaron las tiradas que marcaron a generaciones enteras.
Fueron los calendarios Pirelli, creados por Robert Freeman (el famoso fotógrafo de los Beatles), los que inspiraron la versión local. En 1964 Freeman realizó la primera edición en las playas de Palma de Mallorca, con la modelo estrella Jane Lumb. Así nacía “The Cal”, un fenómeno cultural que llegó a tapizar las paredes de varios museos, entre ellos el Albert Museum de Londres y el Erarta Museum of Contemporary Art de San Petesburgo, Rusia. Pero la fórmula de la modelo sensual para ilustrar almanaques no la inventó Pirelli. La compañía británica Leyland había lanzado en 1930 el calendario Leyland Ladies. El fabricante de frenos Mintex replicó la idea en 1956. Y en 1964 Pirelli lanzó su propia versión como herramienta de marketing, ya probada, en la industria automotor. Por sus láminas pasaron actrices y modelos internacionales. Naomi Campbell, a los 16 años, revolucionaba la edición de 1987 de la mano de Terence Donovan. Veintes años después, Penélope Cruz y Sophia Loren dejaban su sello en calendario por el que también pasaron Naomi Watts, Hillary Swank y Lou Doillon, entre otras. Detrás de cámara también había estrellas: el fotógrafo Peter Lindbergh participó en la edición de 2002, plasmando un tributo a los atentados del 11S en Nueva York.
En Argentina, Fate hizo lo suyo y también dejó huella. Egle Martin fue la primera. La actriz, cantante y vedette (falleció en agosto, a sus 85 años) fue una de las creadoras de la revista moderna, que posó para las 12 láminas del primer almanaque de 1965, compartiendo protagonismo con los neumáticos. En el mes de septiembre, por ejemplo, se ve un neumático colgado y colmado de plantas, flores y pájaros para celebrar la primavera.
Le siguió Chunchuna Villafañe en 1966. La actriz, una de las modelos más cotizadas de los 60, se vistió de amarillo para tomar mate dentro de un neumático gigante. Tres navidades después posaba Susana Giménez entre la vegetación, en 1969, el año en que Fate produjo 852.000 unidades del primer neumático radial. Y Adriana Costantini, ex modelo, ahora empresaria, dejó su impronta en 1974, luciendo una boina de estilo francés.
“Desconocía el lenguaje para gomeros, que era como se le decía en los 70″, dispara la diseñadora gráfica Ángela Vasallo, a cargo de varios almanaques. Y recuerda: “Alquilamos los telones del teatro Colón para que sirvieran de fondo a la producción fotográfica de 1972 que realizó Humberto Rivas, fotógrafo del Di Tella, un lujo. Y en otra oportunidad, subimos a las modelos a los camiones del Abasto. Tuvimos que lidiar con la policía”, señala la diseñadora que dejó su huella en estas producciones.
Era una época donde se podían encontrar distintos meses del año arrancados del calendario y pegados como pósters en cualquier taller mecánico. “De la gomería a la obra de arte estos almanaques construyeron su propia identidad. Ya en los 2000 no aparece más el tratamiento de la mujer como objeto, la búsqueda apela a reflejar qué pasaba con los movimientos artísticos internacionales”, señala Wustavo Quiroga, creador de la Fundación IDA (Investigación en Diseño Argentino). En este archivo atesoran piezas intactas –hasta sobres sin abrir– de los calendarios lanzados bajo la agencia Cícero Publicidad, responsable también del logo de Fate.
El cubismo, el arte abstracto, el movimiento Art Déco, la Bauhaus y el pop. Distintas escuelas inspiraron al calendario Fate 2005, ya junto a la empresa de aluminio Aluar, bajo la dirección de Esteban Seimandi y Guillermo Scagnet.
Fue Lala Méndez Mosquera, arquitecta, publicista y editora de la revista Summa, quien agregó el círculo rojo al logo que acompaña la identidad de marca diseñada por Rubén Fontana, pionero del diseño gráfico en el país y reciente ganador de la Mención Especial de los Premio Konex (categoría Artes Visuales).
También se destacan las firmas de Ronald Shakespeare y Ángela Vasallo, diseñadores gráficos, y Felisa Pinto, escenógrafa y vestuarista, responsable de la edición de 1967, por ejemplo, cuya temática fue el truco. Entre naipes gigantes con anchos de basto y espada, las modelos usaban neumáticos como vestidos. O posaban con pilotos amarillos sobre neumáticos enormes. Otras ediciones se dedicaron al tango, donde los filetes (Miguel Untroid) y las letras de Serafín, Biaba o Barajando acompañaban la producción de 1988. También a la historieta: en 1984 se publicaron viñetas de Roberto Fontanarrosa especialmente referidas al sector automotor. Además, recrearon vanguardias artísticas: en 1973 reversionaron a La Gioconda y otras pinturas memorables.
Cuando en 1986 se cumplieron 20 años del primer almanaque, la empresa lanzó una edición especial con uno que compilaba las mejore producciones. En los 80 Fate destacó la cultura de otros países de la región: El “Oro de Colombia” fue el lanzamiento de 1981, y “México, 3000 años de cultura” atravesó el almanaque de 1985. La edición aniversario cerraba así: “Fate quiere festejarlo con usted recordando sus mejores almanaques. Un auténtico testimonio del camino que juntos hemos recorrido. La historia del argentino. En síntesis, nuestra historia”.
El tiempo los ubicó en el podio de los objetos de culto. El mismo lugar que aún hoy conservan los calendarios Pirelli. En playas paradisíacas, estudios de fotografía o locaciones desérticas, los calendarios marcaron el signo de sus tiempos trascendiendo al neumático como único protagonista.
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