Fotógrafa, guionista y directora de cine, recupera la figura de su abuelo materno y habla de su presente
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Agustina Macri Bordeu viene de un linaje de hombres fuertes. Mauricio, su padre y expresidente; Franco, su abuelo paterno y reconocido empresario, y, por el lado de su madre Ivonne Bordeu, su abuelo Juan Manuel, el célebre piloto de automovilismo. Ese que apenas llegó a conocer. Un rompecabezas armado con piezas de recuerdos infantiles y las fotos sepia del héroe popular de la carretera, que la socióloga egresada de la UBA, fotógrafa, guionista y directora, no dudó en compaginar en forma de libro “en movimiento”. Al menos así define a la edición de 448 páginas que tituló simplemente Bordeu, para repasar la vida personal y profesional de ese abuelo tan cercano y lejano a la vez, que presentó hace unos días en el Automóvil Club Argentino.
Sin dudas, se trata de un nuevo desafío para la mujer que buscó siempre labrar su propia historia, quitándose las pieles de la herencia. Era muy chica cuando sacó un boleto de ida a Barcelona, y con peso propio logró ser miembro del equipo documental de Oliver Stone tanto en Putin Interviews como en Snowden. Dirigió también documentales como Carnacalipsis, SodaCirque y MessiCirque, y realizó su primer largometraje de ficción, Soledad, basado en el libro de Martín Caparrós, Amor y anarquía, donde contó la historia real de Soledad Rosa, que le valió el premio a Mejor Película de la Competencia Internacional del Festival Internacional de Barcelona en 2019.
Se suman dos temporadas para la serie Limbo y varios proyectos en danza de largometraje basados en historias reales de mujeres, algo que le interesa particularmente. Mientras tanto, una vuelta a casa y a las raíces (en todo sentido), incluyeron una escapada al sur con su pareja, Bernardita Barreiro, con quien está casada desde hace tres años.
–¿Por qué decidiste hacer un libro sobre tu abuelo?
–Hace mucho que tenía este sueño y este proyecto en mi cabeza. Bordeu era un abuelo muy fragmentado en mí. Se murió cuando yo era muy chica, tenía solamente ocho años, y lo pude disfrutar poco, a pesar de que pasamos casi todos los veranos de mi infancia en el campo de Balcarce, en La Peregrina. Siempre fue un personaje cuya historia me llegaba como una especie de rompecabezas, desunida, con datos aislados, con anécdotas sueltas, con fotos en pedazos, con todo muy desordenado, me costaba mucho entender la cronología de su vida. Pero sabiendo todo lo que había hecho, siempre me daban ganas de explorar en esos espacios en blanco que yo tenía y reconstruir su vida.
–¿Por qué una cineasta que habla sobre un abuelo que corre hace un libro de fotos y no una película?
–Antes de meterme en cine empecé con la fotografía, fue lo primero que me acercó a este mundo de la imagen. Con 14 , 15 años, me compré mi primera cámara. Me encantaba sacar, copiar, revelar fotos. Aunque el libro es un medio nuevo, tampoco es un medio que me resulta tan ajeno. Mi búsqueda era hacer un libro muy visual, y lo mas cinematográfico posible, un libro en movimiento, tratar de que se viera como una película. Imprimirle emociones y velocidad a su vida, a sus autos, a sus anécdotas.
–¿Qué es lo que más recordás de esos encuentros que tuviste con tu abuelo?
–Lo que más me emocionó de ese encuentro breve que tuve con él fue mi vínculo con el campo. Mi abuelo me enseñó a andar a caballo, a amar la vida del campo, a tener nuestra disciplina en ese lugar. Había que cumplir rutinas, horarios, tareas. Las comidas eran en horarios precisos; si querías andar a caballo tenías que aprender a ensillarlo, cuidarlo. También me enseñó a andar en bicicleta. En algún sentido él fue abuelo y padre al mismo tiempo. El campo fue un lugar de aprendizaje, de convivencia con mis primos.
–¿Quién te contó su mejor anécdota y cuál fue?
–El libro está lleno de anécdotas y descubrimientos, porque era muchísimo más lo que no sabía de él que lo que sabía, así que todo lo que está en el libro, casi todas sus páginas, son una novedad. Una de las cosas que más me impactó fue la entrevista, casi el relato en primera persona, que me trajo Hugo Semperena y que salió en El Gráfico, 10 años después de su accidente en Inglaterra, en Goodwood. Fue un relato muy detallado y muy vívido que me hizo acercarme mucho a él. Por eso lo quise incluir entero y acompañarlo con un comic, que fue un trabajo espectacular que hizo Marcelo Rodríguez. Le puso imagen a un momento que no la tenía y que sirvió para acompañar las fotos del auto chocado.
–Es la primera vez que tocás un personaje tan cercano, ¿puede haber alguno de la otra rama de la familia?
–Las familias son siempre una gran fuente de inspiración. Muchas veces queremos contar sobre nuestra historia, bucear de dónde venimos. La vida es larga, así que no descarto que haya otros personajes familiares que me parezcan interesantes para contar en algún futuro. Por el momento, me quedo acá.
–¿Cómo fue tu experiencia con Oliver Stone cuando filmaste Snowden?
–Compartí con él dos proyectos muy importantes, me dio un bagaje espectacular para todo lo que vino después. Eso de poder mezclar el documental y la ficción. En su momento, poder hacer una película de Snowden, donde tuve la oportunidad de poder filmar con el Snowden verdadero, fue increíble. A mí me interesa lo que tiene que ver con esa posibilidad donde la realidad y la ficción se juntan.
–¿Cuál pensás que es tu diferencial a la hora de filmar? ¿Cuál es la marca especial de Agustina Macri?
–No sé si tengo un diferencial a la hora de filmar. Por ahora, espero ayudar a visibilizar las historias de mujeres reales y fuertes que por alguna razón u otra se destacaron y fueron invisibilizadas. Quiero que las películas que haga sean un canal para amplificar esas voces.
–¿Qué sentís que les dio más orgullo a tus padres de toda tu historia profesional?
–Todo, siempre me apoyaron en todo. En lo que hice y en lo que elegí. Desde la universidad, en cada proyecto que empujé y en el que participé. Siempre tuve mucha libertad de parte de ambos y hoy la verdad que todo es orgullo y amor de su parte.
–Estás casada con Bernardita Barreiro. ¿Cómo es la dinámica de esta otra familia?
–Estamos casadas hace ya tres años y tenemos muchísimo trabajo las dos. Somos una familia nómade, y pase lo que pase seremos una familia siempre nómade, eso está claro.
–Pero algún lugar tiene que ser tu casa...
–Mi casa siempre es Buenos Aires y por ahora, Madrid. Igual, las valijas siempre están listas.
– Si tuvieses todo a tu favor... ¿cuál sería tu proyecto soñado?
–Mi proyecto soñado está en camino. No puedo contar mucho, no me dejan. Pero hay gente que admiro involucrada con algo que espero que aporte un granito de arena en momentos del mundo tan conflictivos y de incertidumbre.