Pablo Ferrero se dedica desde hace más de 20 años a estudiar cómo la forma en que dormimos (o no) impacta en nuestra salud
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El vínculo de Pablo Ferrero con la medicina estaba marcado: su abuelo y su padre han sido reconocidos neurólogos y precursores del estudio del sueño. Y aunque nunca hubo un mandato familiar, Ferrero siguió sus pasos: mientras estudiaba Medicina, comenzó a trabajar en la clínica familiar hasta involucrarse de lleno con la temática. De a poco se convirtió en un referente del área, tanto, que hoy es conocido en su campo como “el Doctor del Sueño”.
“Empezamos haciendo estudios del sueño relacionados con patologías neurológicas como la epilepsia; por eso eran muy pocos, entre dos o tres al mes. Actualmente, hacemos 20 estudios por noche y 600 por mes. Lo que creció exponencialmente es que la gente empezó a prestar más atención al insomnio, los ronquidos, las apneas, las patadas en la cama, entre tantas otras patologías. Sin embargo, la sociedad sabe poco y nada acerca del sueño; por eso mi trabajo es difundir y lograr que se comprenda la importancia vital de un buen descanso”, detalla Ferrero.
Eso hace en su libro Buenas noches (editorial Penguin), donde explica de manera didáctica cómo es el proceso del sueño y brinda herramientas para evitar los problemas con los que podemos enfrentarnos a la hora de dormir.
Actualmente, Ferrero reparte su tiempo entre su trabajo como director del Área de Sueño del Instituto Ferrero de Neurología y Sueño, la divulgación en medios y redes sociales, y el asesoramiento a equipos deportivos y a empresas sobre la importancia del buen dormir de sus empleados.
–¿Creés que en la sociedad actual dormir mucho está mal visto?
–El problema de la sociedad actual es que empuja hacia el lado de la producción siendo cada vez más eficientes, y creemos que dormir destruye la eficiencia. Sin embargo, es todo lo contrario: si vos dormís poco o incluso si dormís mucho pero mal, tu eficiencia y la calidad de tu trabajo serán cada vez peores. Yo trabajo mucho con deportistas y sobre todo con empresas, porque el buen dormir no solo influye en un mejor rendimiento laboral o una mejor comunicación grupal, sino también en disminuir los accidentes o el ausentismo. El sueño y todo lo que implica es un campo que no está explotado aún en la medicina laboral.
–¿Qué estudia exactamente la medicina del sueño?
–No solo el comportamiento y todo lo que ocurre mientras estás dormido, sino también por qué no podés lograr tu descanso. El estudio se enfoca en distintas vertientes, como la respiratoria, la neurológica y la clínica, entre otras. Dura seis horas y consiste en dormir una noche en nuestra clínica, en habitaciones que tenemos armadas simulando las de una casa. No hay teléfono ni televisor, y están dadas todas las condiciones para que tengas una buena noche de sueño. Antes de dormir se conectan en el cuerpo algunos cables y sensores que miden, entre muchas cosas, las etapas del sueño, el área respiratoria para saber si hay apnea, la cantidad de oxígeno o los movimientos de las piernas. Todo eso nos ayuda a entender cómo están tus signos vitales y un montón de comportamientos durante tus horas de sueño.
–¿Cómo se manifiesta durante el día la falta de sueño o su mala calidad?
–Hay muchas alertas, pero tres de ellas son claves. Por un lado, necesitar despertador para levantarse. Esto quiere decir que tu cuerpo en realidad lo que necesitaba era seguir durmiendo y vos no lo dejaste. La mayoría de la gente usa alarmas porque tiene que ir a trabajar, pero entonces debemos irnos a dormir más temprano. Otro de los puntos es necesitar cafeína durante el día; sobre todo a la mañana, después del almuerzo y a la noche. Y la tercera alerta es la siesta, es decir que si no dormís siesta te ponés de mal humor o te quedás dormido. En realidad, tendríamos que estar 16 horas despiertos por cada 8 que dormimos. Si no lo estás logrando y en el medio necesitás una siesta, es porque algo de eso está fallando: no estás durmiendo ocho horas, o no estás descansando cuando dormís.
–¿Y cómo impacta en el cuerpo y en la salud eso?
–Todo lo que ocurre en mi tiempo despierto está establecido, modificado, mejorado, ordenado y organizado durante el sueño. Entonces si duermo mal me impacta en todo. El ejemplo más importante está en el sistema inmunológico, donde hay células que solo se regeneran durante la noche y no durante el día. Una persona que duerme poco o mal baja el porcentaje de esas células en su cuerpo y está más predispuesta a contagiarse un virus o padecer enfermedades.
–¿También afectan los horarios en los que nos vamos a dormir?
–Absolutamente, y eso tiene que ver con los cronotipos. Cada persona tiene un horario en el cual su cuerpo de manera natural le pide descansar debido a las hormonas del sueño, entre otras cosas. Está la persona que respeta el horario nocturno, es decir, se va a dormir durante la noche y se despierta cuando amanece. Las personas que están invertidas, quizá porque trabajan de noche y duermen de día. Y los dos puntos medios: el que atrasó la noche y hasta las cuatro de la mañana no se duerme y el que se durmió antes de las ocho de la noche. Cada uno tiene un cronotipo distinto y si dormís dentro de tu cronotipo normal la calidad de tu descanso va a ser mejor. Si yo te obligo a cambiar tu cronotipo, a la larga tu cuerpo se va a acostumbrar, pero lo va a hacer a costa de calidad de vida.
–¿Por qué cada vez más gente tiene problemas de insomnio?
–Hay que diferenciar el insomnio primario del secundario. El insomnio es primario cuando no hay ninguna razón externa que esté causando ese insomnio, es decir que naturalmente no estás pudiendo dormir, incluso cuando las condiciones están dadas. Sin embargo, este tipo de insomnio les sucede a muy pocas personas y son las únicas que hay que tratar farmacológicamente. Todos los otros insomnios son secundarios y pueden suceder por miles de factores: un pico de estrés, irse a dormir con calor o ruidos molestos, un cambio hormonal.
–O sea que los fármacos para la mejora del sueño no sirven.
–En realidad, la gente toma fármacos porque no quiere modificar sus hábitos. Por supuesto que es mucho más complicado cambiar un hábito que tomar una pastilla, pero hay que tener presente que eso nos trae el doble de problemas que teníamos. Cuando empezás a tomar la pastilla, dormís bien un par de días, pero después ya no te alcanza y tenés que duplicar la dosis.
–¿De qué se trata la higiene del sueño?
–Cada vez hay más variables que entran en la higiene del sueño, pero siempre tenemos que volver a las bases: cómo dormían las personas cuando no existían la electricidad ni la tecnología. Entonces, cuando empieza a oscurecer poné luces tenues, parecidas al ocaso, que no te den directamente en el ojo. Si vas a seguir usando el celular, no bajes solo el brillo; ponelo en modo nocturno u oscuro, que tengas menos presencia de luz. Antiguamente cuando bajaba la luz, bajaba la temperatura corporal. La mejor temperatura para dormir es entre 18 y 20 grados. Por eso también es bueno evitar cenar carbohidratos o alimentos que eleven la temperatura corporal. Son todas cosas naturales a las que se acostumbró nuestro cuerpo durante millones de años.
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