Hasta el 80% de los argentinos experimentó dificultades para dormir en algún momento desde marzo de 2020 y los más chicos sufren pesadillas recurrentes; ¿qué recomiendan los especialistas?
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“Los chicos están conectados todo el día, así que a partir del Zoom de la tarde no más tecnología, y sí bici, rollers, clases de danza o fútbol, y juegos de mesa. Luego se bañan, cenan y, antes de dormir, a la más chiquita le leo cuentos, e incluso a veces también a los más grandes, pero con versiones distintas para su edad”. Esa es la rutina que Carla Viozzi puso en marcha el año pasado, durante la cuarentena, para favorecer el buen dormir de sus hijos Gianluca (14), Maitena (11) y Justina (6), ante el quiebre de los horarios habituales
Es que si hay un aspecto de la vida que se vio afectado por la pandemia es el sueño, a tal punto que se han acuñado los términos “coronasomnia” o “covidsomnia” para referirse al insomnio –y a los trastornos del sueño en general– alumbrados por la angustia, la ansiedad y la incertidumbre reinantes. Al mismo tiempo, el descanso nocturno es una de las pocas herramientas que están en nuestras manos a la hora de combatir, justamente, el malestar físico y emocional de estos tiempos de encierro, lo que pone en valor a las distintas estrategias que favorecen el buen dormir.
“La pandemia de Covid- 19 afecta el sueño de los argentinos y el sueño del mundo en general de distintas maneras: cambio en los patrones del sueño, en los horarios, en las rutinas previas a dormir, en la cantidad de horas que dormimos”, enumera Pablo López, coordinador del Programa de Tratamiento del Insomnio de Ineco y Director Académico de Fundación Ineco, al tiempo que señala que los distintos estudios locales e internacionales coinciden en referir “un alto reporte de problemas del sueño de personas que incluso no tenían problemas para dormir previo a la pandemia. Las cifras varían: en algunos estudios hablan de un 25 o 30%, otras suelen hablar de un 80%” en distintas poblaciones estudiadas.
“Más que hablar de trastornos del sueño hablaría de problemas del sueño asociados a la pandemia –precisa este psicólogo–. Los signos más habituales reportados por las personas son sueño superficial, sueño no reparador, pesadillas, sueños vívidos y algunas personas hablan de un aumento en las horas de sueño que también afecta en alguna medida su rutina diaria”.
Es que, cómo señala el médico especialista en psiquiatría Harry Campos Cervera, el impacto de la pandemia es diferente de persona a persona: “Todos los síntomas del dormir van a estar ligados a la singularidad y al modo de cada uno de procesar las ansiedades que se producen en el confinamiento –explica el miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina–. Los que son más hiperreactivos van a estar más activados y van a tener más dificultades para dormir, mientras que aquellos que son más de huir ante el conflicto van a tener una tendencia a escapar durmiendo de más”.
Temores nocturnos
“El año pasado, cuando Florencia dejó de ir a la escuela, empezó con temores a la hora de ir a dormir –recuerda Agustín Suárez, de 47 años, papá de Florencia, de 10–. Decía que tenía miedo de no despertar, de morir durante la noche. Esos temores iban y venían, pero recién se desvanecieron cuando pudo volver a retomar cierta vida social y verse con sus amigas, pero el miércoles mismo en el que el Presidente anunció que se suspendían las clases presenciales, volvió a sufrir el mismo temor”.
La psicóloga Gloria Gitaroff, miembro titular de APA y autora del libro Los sueños, describe cómo la noche de los chicos se ha trastocado en pandemia: “El cambio de hábitos y la falta de suficiente movimiento, algo tan necesario a estas edades, impacta en los chicos, que además extrañan a sus amiguitos y abuelos. El resultado es que no solo duermen intranquilos sino que a veces se despiertan en la noche por algo que han soñado; también están más intranquilos e irascibles y menos alegres durante el día”.
Pero en estos tiempos la exacerbación de los temores nocturnos no es patrimonio de los chicos. “En los adultos aparecen pesadillas sobre todo de contenido persecutorio, de estar enfrentando algo que los persigue y de lo que no pueden escapar, por lo que despiertan bastante alarmados”, cuenta Campos Cervera. Gitaroff, por su parte, relata un sueño muy ilustrativo de estos tiempos: “Una joven me cuenta que sueña que está encerrada con su madre en una habitación de la que tiene que escaparse y la única salida es una ventana que está muy alto. En el sueño piensa que ella, que está entrenada y es joven, va a poder alcanzarla, pero que su madre no. Se le presenta el dilema de salvarse y dejar a su madre, o quedarse con la madre y morir las dos. Aunque el dilema tiene otras connotaciones, es evidente la preocupación por la mayor fragilidad de los mayores frente al virus, y la impotencia suya frente a la amenaza de la pandemia”.
Por otro lado, completa Campos Cervera, “hay una tendencia a tener sueños simples, de poca elaboración simbólica, que tienen que ver con la privación de los encuentros sociales y en los que se sueña realizando deseos, como estar reunidos con familiares o amigos, en situaciones de festejo”.
Sin lugar para el descanso
“Sabemos que el impacto psicológico no es producto solamente de la pandemia sino de las medidas de aislamiento y esto tiene que ver con los cambios de horario –afirma López, de Ineco–. El sueño es muy sensible a los cambios de rutinas y si hay algo que se ha modificado durante esta pandemia es nuestra rutina. Por lo tanto, no podemos tomarlo como variables aisladas, sino que hay un efecto complementario entre los factores psicológicos y la desorganización de los horarios y de las rutinas en general”.
Además, agrega, “el hecho de estar trabajando mucho tiempo en casa puede llegar a desorganizarnos en el sentido de que compartimos el lugar de trabajo y estudio con el lugar donde dormimos. La casa dejó de ser mayoritariamente el lugar de descanso y de despeje del trabajo pasando a hacer una unidad en donde es clave que podamos diferenciar cuáles son los momentos y los espacios para cada una de las actividades”.
Según una encuesta de Adecco realizada a un año de la implantación del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), el 38% de los argentinos dice tener aun hoy jornadas laborales más largas que antes de la pandemia y, a la hora de asociar una palabra al home office, el término más citado fue “encierro” (21%). Otra encuesta, en este caso del portal de empleo Bumeran, había mostrado que el 44,5% de los empleados argentinos no podía separar la rutina laboral de la vida personal en un contexto en el que todo ocurre dentro del hogar.
La necesaria desconexión
Para Mauricio Larenz, empleado de 39 años, “la única forma de desconectarme del home office interminable de todos los días es apagar el celular y salir a correr (algo que con las nuevas restricciones se me está complicando). Solo así podía poner un freno a los temas laborales y llegar a la cama despejado”.
Dentro de las responsabilidades cotidianas de Carla Viozzi, ama de casa de 55 años, hoy tienen gran peso las diagramación y organización de las actividades escolares de sus tres hijos, lo que incide sobre sus horarios de dormir: “Es como tener un colegio dentro de casa, porque a veces los Zoom son en diferentes horarios, otras al mismo horario, así que los organizo en distintas habitaciones –cuenta–. El resultado es que hoy me levanto más temprano para despertarlos y organizar los Zoom: uno empieza a las 7, otra a las 8 y la tercera a las 8.10.”
La estrategia de Carla para favorecer su buen descanso al final de su jornada es hacer gimnasia todos los días: “Me relaja –asegura–. A veces entreno a las 8 y otras a las 18.30, porque dependo de los horarios de Zoom de Faustina [su hija más pequeña]. Hago funcional todos los días y los sábados stretching. Y otra estrategia para dormir mejor es una copita de vino”.
Las estrategias son múltiples e individuales: hay quienes meditan o hacen yoga antes de acostarse, otros prefieren escuchar música o simplemente evitan las pantallas en las últimas horas del día...
“Las pautas de higiene del sueño son muy buenas estrategias que pueden ayudarnos a mejorar esta situación de problemas del sueño –afirma López, de Ineco, a modo de conclusión–. Entre ellas la importancia de tener un horario regular para levantarnos y acostarnos, tratar de no realizar ninguna actividad distinta al dormir dentro de la habitación, evitar exponerse a información sobre la pandemia o sus consecuencias asociadas, particularmente en las horas de la noche pero a lo largo del día hacerlo lo menos posible, tratar de no excedernos en exposición a los dispositivos electrónicos que eso es otro fenómeno que se ha incrementado en la pandemia por las noches y sobre todo en la cama”.
Producción: Paola Florio
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