Seleccionados en la 10° edición del Sello Buen Diseño, apuestan a la creatividad y la imaginación; aquí, algunas opciones.
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Sin conexiones, cables ni pilas las propuestas lúdicas seleccionadas en la 10° edición del Sello Buen Diseño apuestan a la creatividad y la imaginación. Diseño nacional e independiente que invita a los chicos y las familias a construir sin manuales y a inventar sus propios juegos simbólicos y colaborativos. Ideas para el próximo Día de la Niñez que fomentan la cultura maker, sin manuales ni reglas preestablecidas.
Rompecabezas libres para configurar, refugios de cartón, kits de comiditas de tela: la clave está en los materiales. Hay nodos tubulares de bambú para encastrar, figuras de goma eva, maderas de bosques nativos para concientizar sobre las especies autóctonas en peligro de extinción. Concientizar a los chicos y chicas sobre la sustentabilidad y el medio ambiente es otro de los puntos que impulsa la iniciativa del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación. El programa que selecciona productos de la industria nacional contempla parámetros de innovación, participación en la producción local sustentable y calidad de diseño. Potenciar la curiosidad es el hilo que cose la mayoría de las propuestas que obtuvieron este sello.
Los nodos de bambú que se conectan por encastre mediante vínculos permiten variadas posibilidades constructivas. “La caña es autóctona, una gran alternativa de un recurso renovable. Para vincular las piezas optamos por la goma eva, que aporta ventajas en relación al diseño: es flexible, versátil y colabora en el desarrollo de la motricidad fina y reconocimiento gracias a su color y textura”, señalan Guido Russo, Delfina Aramburu y Manuel Urretabizkaya. Los diseñadores de Lembu también desarrollaron Mymba, un juguete de construcción formado por piezas de madera y goma que se unen para formar animales articulados. “Promueve el cuidado del hábitat de los animales en extinción a partir de cinco exponentes de la fauna autóctona argentina en peligro: Yaguareté, ballena franca austral, tatú carreta, tapir, yacaré y surí cordillerano”, agregan.
Combinar triángulos de madera de diferentes tamaños y colores es el aporte de Flavio Siganda, al frente de Trianguland, un desarrollo que parte de módulos para “explorar un mundo de posibilidades y generar múltiples representaciones a partir de tarjetas que funcionan como disparadores”, señala el autor.
Después de un año y medio saturados de pantallas esta selección de ideas lúdicas abre las puertas a reflexionar sobre los consumos, estereotipos y canales de venta tradicionales. Apoyar a los emprendedores locales y generar alternativas lúdicas y de calidad es el mensaje del Sello Buen Diseño, que entre otras categorías, también seleccionó líneas de mobiliario, equipamiento, productos industriales, textiles, calzado, marroquinería e indumentaria.
“Pensamos un juego de bloques de madera que contribuya a mejorar las habilidades físicas, psíquicas, cognitivas, emocionales y sociales de la infancia. Y que además promueva el desarrollo de la autonomía y la autoconfianza generando momentos de concentración”, apuntan Daniel Klundt y Sebastián Scarabino, diseñadores de este kit para armar ciudades, castillos, barcos, plazas y más. Con una escala XL, por otra parte, los bloques de encastre de materiales reciclables admiten torres altísimas y hasta mobiliario para los cuartos de los chicos. Resistentes y fáciles de encastrar, la propuesta de Blockosso también permite configurar mesas, escritorios y personajes a tamaño real.
Melisa Naumann y Manuel Escudero proponen electrodomésticos inspirados en la estética modernista de los años 50. Realizados en madera de guatambú y MDF nacionales, promueven la crianza respetuosa, inclusiva y sin género. En este sentido, la colección de comiditas textiles busca representar objetos reales y crear escenas simbólicas.
Para preadolescentes pican en punta los organizadores de escritorio realizados artesanalmente por el equipo de diseño de Gato Store. Con piezas de madera de lenga imantadas para configurar distintos espacios de guardado, las ranuras funcionales sirven para guardar el celu, la tablet, útiles y objetos pequeños. El robot programable Iko, un desarrollo de la firma Rasti, es otra opción para los que sienten curiosidad por la tecnología. Funciona con tarjetas de proximidad que lee a partir de un lector con tecnología RFID. Estas tarjetas le van indicando a Iko las distintas acciones que debe realizar para lograr el objetivo planteado. “Facilita los primeros pasos ligados a la programación y la robótica”, explica Martín Passalia, sobre el proyecto multidisciplinario que involucró docentes, pedagogos, diseñadores industriales, programadores e ingenieros argentinos.
Además, un globo terráqueo personalizado y customizable según intereses (personajes mitológicos, animales, flora o fauna y mapas antiguos) completan la lista de opciones alternativas. “Un objeto tradicional que se resignifica a través de ilustraciones, tramas y recursos integrados a la cartografía”, explica Eugenia Fernández Andreu, de Don Mundo.
Propuestas locales, con materiales nobles, para despertar los sentidos y salir un rato de las pantallas. Una invitación a poner el diseño en juego.