A casi 25 años de su muerte, la mujer de John F. Kennedy Jr. sigue siendo un referente de la moda e inspira las tendencias de temporada
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El 16 de julio de 1999, cuando se estrelló el avión que transportaba a John F. Kennedy Jr. –más conocido como “John-John”–, y a su esposa, Carolyn Bessette Kennedy, la pareja estaba en el pico de su celebridad y su glamour, y su muerte se convirtió no solo en otra historia trágica, sino también en un símbolo.
A partir de entonces proliferaron las reflexiones sobre el significado del hecho: la “maldición” de los Kennedy y las promesas incumplidas, la historia de “viajes que no llegan a destino y de personalidades carismáticas con vidas truncadas”, como decía un editorial publicado entonces por el diario The New York Times.
John-John había fundado la revista George, y Carolyn había sido publicista de Calvin Klein. Juntos, encarnaban no solo la siguiente generación dorada de una mítica y extensa familia, sino también la apoteosis del choque entre moda, cultura pop, revistas y política que definió a la Nueva York de la década de 1990. Parecía ser el último estertor de una cultura hegemónica donde la discreción, tanto en la forma de vestirse como en los modales, era una moneda de cambio en sí misma y todos estaban de acuerdo en quiénes eran sus máximos exponentes.
No sorprende entonces que ahora que la fascinación por aquella época alcanza un nuevo clímax, Carolyn Bessette Kennedy haya surgido como la influencer fantasma de la temporada, alguien con particular resonancia en estos tiempos en que la ‘riqueza no ostentada’ evoluciona hacia un minimalismo más funcional frente al caos global.
“Para ella, su estilo era una forma de entablar conversación o de conectarse con la gente”, dice Sunita Kumar Nair, autora de CBK: Carolyn Bessette Kennedy: A Life in Fashion (“CBK: Carolyn Bessette Kennedy, una vida en la moda”), que será publicado el mes que viene.
En los últimos meses, la marca Sporty & Rich lanzó una campaña publicitaria que recrea algunos de las fotos más famosas de Carolyn y John-John tomadas por los paparazzi, ya sea sacando a pasear a su perro, andando en bicicleta por las calles de TriBeCa, o tomados de la mano en jeans y ojotas con el diario bajo el brazo. En la Semana de la Moda de Nueva York, los elementos esenciales del guardarropas de CBK –camisa blanca, pollera tubo, jeans, mocasines con taco, vestido lencero satinado y sobretodo de hombre– dominaron las pasarelas. A esas prendas se las suele calificar como “intemporales”, “clásicas” o “subestimadas”, pero lo suficientemente estrictas para resultar interesantes.
Aunque los aniversarios a menudo inspiran una reevaluación de las figuras históricas –el año que viene se cumple el 25º aniversario del trágico accidente aéreo–, el renacimiento de CBK es a la vez más amplio y tiene otros matices.
La camisa blanca y los años 90
Al igual que Diana, princesa de Gales, cuyo estatus real, belleza y prematura muerte la convirtieron en una leyenda, Bessette Kennedy sobrevive menos como una persona que como una idea. Como era reservada, como estaba casada con un miembro de una familia que ya había colonizado parte de la imaginación pública, y como nuestros recuerdos de ella están básicamente preservados en ámbar –es decir, un número finito de fotografías, la mayoría tomadas entre 1994, cuando empezó a salir con Kennedy, y 1999–, CBK nunca envejecerá, ni se pondrá Botox, ni publicará un comentario fuera de lugar, ni se ensuciará, ni cambiará de estilo.
Por el contrario, Bessette Kennedy parece un ejemplo de una forma diferente de ser y estar en el mundo, que valoraba lo que no se mostraba. Y como después de casarse no concedió una sola entrevista, lo que llevaba puesto se terminó convirtiendo en un sustituto de quién ella era. Esa forma de ser hizo que su figura empezara a ocupar un lugar destacado en marcas tan dispares como Carolina Herrera y Sandy Liang, a sobrevolar los vestidos lenceros y camiseros de Staud, y hasta ayudó a que la camisa blanca fuera una de las prendas omnipresentes de la temporada.
Si Kate Moss encarnó el lado grunge de los años 90, Bessette Kennedy fue su discreta elegancia. La suya era una estética que combinaba fuertemente la onda de Social Register –CBK usaba vincha en la cabeza y ocasionalmente incluso algún pañuelo– con una gran valoración del corte y los materiales, y un aire de despreocupación y fluidez sin esfuerzo.
“Los Kennedy desarrollaron un estilo que podríamos llamar casual pero decidido”, apunta John Hellmann, autor de The Kennedy Obsession: The American Myth of JFK (“La obsesión por los Kennedy: el mito americano de JFK”). “Un estilo que parecía estrictamente norteamericano pero también moderno, en el mejor sentido de la palabra. Había una economía en la forma de vestirse de los Kennedy, y en más de un sentido Carolyn fue la versión más actual de eso.”
Hoy que la moda neoyorquina atraviesa uno de sus periódicos cambios de paradigma y que las grandes marcas que alguna vez definieron la estética norteamericana dan paso a un crisol de nuevos nombres con diversas identidades y puntos de referencia, CBK representa una piedra de toque en esa ontología de estilo norteamericano.
Misterio y minimalismo
“Ella era minimalista pero con carácter: no era estéril ni aburrida”, apunta Wes Gordon, director creativo de Carolina Herrera, que al igual que muchos de los diseñadores que ahora canalizan el estilo de Bessette Kennedy, solo la conoció a través de imágenes. Gordon señala que cuando le quita un volado extraño a una camisa o le baja el tono a la extravagancia habitual de la marca, piensa en ella. “Creo haber visto todas las imágenes que existen de CBK”, apunta el creativo.
Ese limitado registro de imágenes es parte de su atractivo, señala Elizabeth Beller, autora de Once Upon a Time: The Captivating Life of Carolyn Bessette-Kennedy (“Había una vez: la cautivadora vida de Carolyn Bessette Kennedy”), una biografía más formal de su vida que saldrá a principios del año próximo. “En la era de las redes sociales, la actitud reservada de Carolyn resulta especialmente atractiva”.
Según Liang, “ella nunca habría aparecido en el sitio web de bodas Vogue.com. Eso es muy especial: el archivo es el archivo”. Beller agrega que el estilo de Bessette Kennedy “conecta con la actual onda cultural de la ‘riqueza no ostentada’ y el interés por la sustentabilidad”.
Tal vez hoy CBK se habría vestido de Yohji Yamamoto o Prada, apunta Nair, “pero en su guardarropa solo tenía entre 30 y 40 prendas”, algo inusual en una época en la que rara vez las figuras públicas se mostraban dos veces con la misma ropa.
“No puedo dejar de pensar que era una increíble manera de acotar el guardarropas”, señala Nair. “Una de sus amigas me contó que cuando abría su guardarropas ‘uno se encontraba con apenas cinco pantalones negros y una selección de camisas de buen corte’. Y si necesitaba algo más para algún evento de gala, simplemente lo pedía en préstamo.”