Tras sobreponerse a un infarto, habla de sus proyectos, la moda en los altos mandos y la trascendencia de sus creaciones
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La misma voz de locutor, la sobriedad y la serenidad siguen estando. La fragilidad y la guardia baja se delatan en la emoción a flor de piel que Gabriel Lage no alcanza a controlar. Esa que le nubla los ojos cuando habla del regreso con gloria a la España de su padre gallego (del que heredó el oficio del dedal y la aguja) a través del vestido que lució la reina Letizia. O la que le anuda la garganta cuando presagia que quizás no hubiese “estado en este plano” para la próxima inauguración de su nueva “Maison Lage”, un atelier al mejor estilo de las principales casas de moda del mundo. Su última apuesta contra viento y marea en un país con pronóstico reservado. Un capricho de hijo único de una familia sencilla, que ya cosía a los siete años y que, desde hace tres décadas, es considerado uno de los referentes de la alta costura argentina con más proyección internacional. Sus piezas realizadas artesanalmente han estado en las principales portadas de las revistas de moda, han vestido a Pampita, Mariana Fabbiani, Susana Giménez, Mirtha Legrand y otras celebrities, y han sido elegidas por las primeras damas Juliana Awada y Fabiola Yáñez.
–Argentina y alta costura, ¿cómo se lleva ese binomio?
–Siempre me dijeron que estaba loco al querer hacer alta costura acá. Te volvés loco para conseguir los hilos, las tinturas o hasta los alfileres. No conseguís nada. Así y todo, una pieza de alta costura argentina no tiene nada que envidiarle a las de afuera, pero se pagan un cuarto de lo que salen en el exterior. Quizás esa sea la concesión que uno hace. Vivís en estado de locura permanente, pero haciendo todo con la misma pasión y calidad.
–Tenés más de 30 años con la moda, ¿hubo alguna crisis que te hizo decir “hasta acá llegué”?
–Yo siempre digo que con la Argentina me desilusiono de tanto en tanto, pero hay algo que hace que siga peleando por seguir acá. Después de la pandemia tuvimos una oferta increíble para instalarnos en España y estar dentro del grupo de la gente que maneja grandes marcas como Óscar de la Renta, Aquazzura, Blue Marine. Tengo la ciudadanía española y España es mi segundo hogar, pero un día me levanté y entendí que era desde acá. Sigo queriendo al país porque tengo gente trabajando conmigo desde hace casi 30 años, y se nota que las crisis no me pueden. En 2001 me mudé al atelier de Callao y Las Heras, y ahora, justo después de las elecciones, estamos inaugurado el nuevo atelier de 900 metros en un petit hotel histórico en la calle Paraguay y Libertad. Mi socio me dice que parece que los momentos mas tremendos de Argentina, más que espantarme, me movilizan.
–Un vestido emblemático que tiene la firma de Lage fue el de Letizia...
–El de Letizia fue algo muy especial. Mi padre era español y nunca pudo volver a su patria, así que para mí, ese vestido fue como si mi viejo estuviera ahí. Cuando vi por internet la transmisión desde el Palacio, pensé en mi viejo e internamente le dije: “¡Volvimos!”. Todos me decían que tenía que entrar en Milán, pero para mí siempre fue más importante España, porque me tiraba la sangre.
–Hace poco tuviste un problema de salud, ¿ tuviste miedo?
–Fue algo muy fuerte y tuve mucho miedo. Tenía algunos pequeños síntomas, pero justo habían sido las PASO, el dólar por las nubes, yo embarcado en el nuevo atelier mientras mantenía el otro. Fui al médico pensando que tenía acidez, y de una me mandó a internar porque estaba teniendo un infarto. Me pusieron dos stents y todo salió bien. Pero al día siguiente me pasaron un video con los avances de la obra del nuevo atelier, y en ese momento me di cuenta de que quizás nunca lo hubiese podido ver terminado y me largué a llorar sin parar. Me di cuenta de que me podía haber muerto. Gracias a Dios ahora estoy perfecto y eso no afectó nada el corazón, pero me pegué un susto gigante.
–Hablando de elecciones, salvaste la grieta vistiendo a dos primeras damas de partidos opuestos. Ahora, las opciones serán Fátima Florez o Malena Galmarini, o bien Patricia Bullrich como presidenta...
–Yo siempre fui muy sincero diciendo lo que pienso y dónde pongo mi voto, porque me parece que en un país normal es fantástico que todo el mundo pueda decir libremente a quién apoya. Se sabe que apoyo a Patricia Bullrich, porque lo pongo en mis redes, pero voy a respetar, y será un placer para mí, vestir a cualquiera, aunque nos sea de mi signo político, porque creo que todas son embajadoras de nuestra moda en el mundo. Mi único límite para vestir a alguien sería que no haya sido elegida democráticamente. Siempre digo que visto a la mujer por su personalidad, y estas son mujeres que pueden estar divinas. Todas tienen su glamour. Vi una vez a Patricia vestida con un smoking, y me fascinó. A lo mejor, a una presidenta le tenés que bajar un poco el tono por una cuestión protocolar, mientras que a una primera dama se le puede dar un poco de sensualidad y frescura.
–¿La moda argentina puede ser negocio en el mundo?
–Alguien tiene que darse cuenta del poder económico que tiene la moda en el mundo y los talentos que hay en la Argentina. Además, en el exterior, llama la atención ver cómo salimos rápido de los problemas. ¡Es que estamos tan acostumbrados a la adversidad, que todos nos resulta más fácil! Siempre pongo en mi Instagram que somos una marca argentina, y no tengo ningún prurito en hacerlo porque son piezas únicas al mismo nivel que en cualquier lugar del mundo. Necesitamos que sea quien sea el que gobierne, apoye a los nuevos diseñadores y facilite la exportación. Con nuestra nueva casa de moda queremos atraer a mujeres de todo el mundo y lograr un turismo de la moda como lo logró España con sus trajes de novia. Si logramos entendernos, no hay límite.
–Eduardo Ramírez, tu socio, fue tu pareja por más de 20 años. No es muy común que después de una separación, sigan juntos en los negocios.
–Acá hay amor de familia. Estuve casi 25 años con Eduardo, y todo lo hicimos juntos, a pulmón. La pareja se diluyó, pero terminar con todo lo que habíamos construido juntos, no tenía sentido. Compartimos viajes y momentos con nuestras respectivas parejas, porque aprendimos a seguir con nuestras vidas sin distanciarnos.
–Tras sentirte cerca de la muerte, ¿cómo es el día después?
–¡Se me pone la piel de gallina! Mi sueño del atelier al estilo parisino viene de hace mucho. Me puse firme, y finalmente conseguimos este edificio histórico maravilloso por una clienta que nos ayudó muchísimo. Estamos haciendo una patriada, pero la idea es crecer. Quiero ser la primera marca argentina de alta costura que tenga continuidad después de mi muerte. Lo vengo pensando hace rato, y después del susto que pasé, estoy más seguro que nunca.
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