Miguel Romano (86) accede a la charla con entusiasmo. Dice que contar su historia implica traer a su memoria episodios felices. También cuenta que nunca imaginó, cuando le cortaba el pelo a los niños del conventillo lindero a su casa de Villa Urquiza, que muchos años después se convertiría en el estilista número uno de la Argentina. Por sus manos pasaron las cabelleras de Susana Giménez (de quien es amigo hasta hoy), de Mirtha Legrand, Tita Merello y Sophia Loren, entre otras estrellas. Asegura que Dios le dio mucho más de lo que hubiera esperado y por eso jamás se olvida de agradecerle, sobre todo cuando pasa frente a una iglesia. “Le digo: gracias Señor, me diste todo. Ahora solo te pido salud”, confiesa.