Variedad icónica de la Borgoña francesa, su presencia en el país es cada vez mayor; su destino son los vinos de muy alta gama
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Más de seis millones de dólares obtuvo un coleccionista de vinos suizo –cuyo nombre ha sido mantenido en el anonimato–, que días atrás sacó a remate algunas de las joyas más preciadas de su cava. El remate tuvo lugar en la filial de Sotheby’s en Hong Kong, que ofreció el escenario en el que exhibieron algunos de los vinos más codiciados y más difíciles de conseguir del mundo. Todos Pinot Noir de la Borgoña francesa con años o décadas de guarda (algunos incluso de la década de 1960) y de nombres que son sinónimo de lujo como La Tâche, Richebourg, Grands Échezeaux y, por supuesto, Domaine de la Romanée-Conti. La puja en torno a estas botellas superó un 17% el valor inicial, lo que convirtió a este remate de vinos en el más importante de todo el continente asiático a la fecha.
Más allá de los números, la locura en torno a los grandes Borgoña no sorprende. Son los más exclusivos y reputados exponentes de Pinot Noir, variedad que el 18 de agosto celebra su Día Internacional y que es considerada la más refinada y elegante de todas las tintas. Pero, ¿por qué deslumbra a conocedores, coleccionistas y amantes de vino?
“El Pinot Noir es una variedad muy elegante que ofrece una combinación de aromas ricos, pero que a la vez es liviana, porque tiene pocos taninos, y una alta acidez natural. Es como un vino blanco, pero tinto. Pero por sobre todo es uno que añeja de modo espectacular”, resume Laura Catena, directora de la bodega Catena Zapata, que lleva adelante el proyecto Domaine Nico, en el que busca recrear en el terroir mendocino el concepto de vinos de parcela que predomina en la borgoña francesa.
Juan Pablo Murgia, enólogo de Bodega Otronia que produce el Pinot Noir más austral de la Argentina en Sarmiento, Chubut, destaca: “Nos permite llegar a niveles de fruta y sofisticación a los que otras variedades no llegan. Además, la elegancia no solo es a nivel olfativo sino también estructural. Puede combinar como ninguna otra la estructura y firmeza de taninos en balance con elegancia y sutileza”.
Quienes trabajan el Pinot Noir saben que se trata de una variedad extremadamente demandante. “Creo que su elegancia viene muy de la mano de la delicadeza de sus uvas –señala Ezequiel Ortego, enólogo que produce Pinot Noir en Chapadmalal en la bodega Trapiche Costa & Pampa–. Dentro de las variedades tintas es una de las que tiene la piel más fina y sus racimos son muy compactos, lo que la hace sensible a las enfermedades, factores que llevan a que tengamos que tener siempre un cuidado extra en la viña. Esto redunda en que terminan siendo las vides más mimadas y cuidadas en el viñedo”.
Pero la atención que demanda el Pinot no se agota en el viñedo, advierte Javier Lo Forte, enólogo de Pulenta Estate: “Nos exige una especial atención en el proceso de elaboración en bodega, con el fin de conservar las características de tipicidad: su fruta, su frescura y su acidez. Su elaboración debe ser muy delicada, basada en un gran conocimiento de la variedad, y con una crianza suave, en barricas, con tostados muy leves”.
En busca del frío
En la Argentina, aunque son pocas las hectáreas plantadas con Pinot Noir –1969, que representan solo el 1% de la superficie de viñedos–, la última década ha sido testigo de un lento pero constante crecimiento, en el que se incrementó la superficie plantada pero también sus ventas.
Hoy la industria vitivinícola local destina ese relativamente pequeño volumen de Pinot a grandes vinos, en los que se expresan las particularidades de los distintos terruños. Y lo que queda claro es que son los lugares fríos –por altura o por latitud– los que ofrecen una mejor expresión.
De ahí que la Patagonia sea una de las regiones en las que avanza el Pinot: después de Mendoza, Neuquén y Río Negro, concentran el mayor número de hectáreas. Incluso en Chubut, el Pinot Noir es la variedad más plantada (39,8% de toda la superficie de viñedos). “Es una variedad que se refina y se potencia con el frío, pero en nuestro viñedo de Sarmiento, además, se conjugan otros factores como el viento que genera una sanidad absoluta y el sol radiante, que nos permite una maduración y expresión frutal extraordinaria”, señala Murgia de Otronia.
En Mendoza, quienes buscan obtener grandes Pinot lo hacen al pie de los Andes. “Buscamos acercarnos a la cordillera en busca de terruños como los del Valle de Uco –cuenta Lo Forte de Pulenta Estate, que elabora su Pulenta Estate Pinot Noir con uvas de Los Árboles, Valle de Uco–. Estas zonas más frías y húmedas son ideales para lograr una concentración de compuestos polifenólicos maravillosa, y a la vez poder conservar su frescura y acidez naturales”.
El Pinot Noir es, también, una de las variedades preferidas para la elaboración de vino espumante, tradición que nace en la región francesa de Champagne y que hoy se mantiene en muchas de las grandes zonas productoras de burbujas.
“El rol de Pinot Noir, tanto en un blend como en un espumoso 100% varietal, es aportar estructura al corte, aportar la fuerza y vigorosidad –explica Ana Paula Bartolucci, chef de cave de Chandon–. Pero además es una bomba de fruta roja y negra. Y tiene una riqueza aromática increíble, así como también complejidad. Porque además, aporta especias y otras notas que le dan muchísima energía a los vinos”.
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