Cada vez hay más propuestas de carpas, domos y yurtas que combinan las comodidades de un hotel con lo mejor de la vida al aire libre muy cerca de la ciudad
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Lo mejor de los dos mundos: servicio de hotel de categoría y contacto directo con las estrellas. Esta modalidad que combina glamour y camping creció durante la pandemia y se consolidó también como una escapada alternativa, sustentable y flexible, con cada vez más propuestas a menos de dos horas del Obelisco.
Sommiers y almohadas de hotel, calefacción o aire acondicionado, decks propios con visuales panorámicas y desayunos de campo son algunos de los atributos que, sin resignar confort, invitan a disfrutar la naturaleza.
La movida detox se materializa en domos geodésicos, tiendas africanas, yurtas y carpas resistentes. En Puesto Viejo, un club de polo de Cañuelas, desarrollaron un sector especial para glamping que se sumó a la clásica oferta de estancia con hotelería premium. Ubicado junto a las canchas de polo y una laguna artificial, el semicírculo de carpas se mimetiza con el paisaje. Amplias, frescas y equipadas con ropa blanca y deco campestre, las 21 tiendas de estilo africano están distribuidas de tal manera de promover la interacción entre los huéspedes. En el fogón central se prepara el asado para la cena, el momento en que se disponen las mesas alrededor del fuego. Durante la tarde se puede recorrer la estancia a caballo o adentrarse en el laberinto vegetal, inspirado en el del castillo de Leeds, en el Reino Unido. “La propuesta es familiar aunque cada vez más nos solicitan fechas para cumpleaños de 15, viajes de egresados y como opción para los invitados de los casamientos que se festejan en la estancia”, destaca Susi Labaronnie, gerente operativa del lugar.
Otra opción para sumergirse en el paisaje es Yamay, un proyecto familiar en la localidad de Pardo, a 220 km de la capital, pasando Las Flores. La propuesta vincula el turismo rural y funciona de puente con el pueblo, ya que acerca los servicios de emprendedores de la zona. Propone una experiencia sustentable en el predio de 6 hectáreas inmerso en el pueblo donde Bioy Casares pasó buena parte de su juventud.
“La idea es lograr un equilibrio, un punto intermedio atractivo para quienes quieran vivir la experiencia en la naturaleza pero la carpa les resulta incómoda”, señala Marcelo Giuggioloni, responsable de Yamay, una palabra que en lengua mapuche significa “estar bien”. No es menor este punto, ya que la logística del camping implica una larga lista de elementos, equipos y accesorios para garantizar el disfrute. “Facilitamos la inmersión en la naturaleza, ofrecemos caminatas y recorridos autoguiados: cada huésped elige el momento y el lugar. Nosotros les proveemos el material didáctico”, señala.
En Yamay se duerme en yurtas, un tipo de construcción tradicional de los pueblos nómades de la estepa de Mongolia. El glamping recuperó el formato modular ancestral y adaptó la estructura portable para recibir hasta a 8 personas por unidad. Las construcciones circulares de listones de madera entrecruzados cuentan con triple aislación térmica. Tienen baño privado, estufa tipo rocket, sector de estar y observatorio propio: la claraboya típica de la construcción permite dormir, literalmente, bajo las estrellas.
El predio cuenta con paneles solares e impulsa la concientización ambiental.
Burbujas resistentes
Los domos geodésicos integran el menú de opciones de esta modalidad que tomó impulso en los últimos dos años. La estructura vidriada, envolvente propicia una experiencia nocturna particular, con el cielo como techo. Madera, vidrio y materiales ecológicos constituyen los pilares constructivos cuyas medidas estándar van desde los 20 a 30 metros.
Los domos geodésicos integran el menú de opciones de esta modalidad que tomó impulso en los últimos dos años. La estructura vidriada, envolvente propicia una experiencia nocturna particular, con el cielo como techo. Madera, vidrio y materiales ecológicos constituyen los pilares constructivos cuyas medidas estándar van desde los 20 a 30 metros
En Zárate también se puede dormir bajo las estrellas. Wayra Wasi, una chacra sustentable ubicada sobre la barranca de los ríos Paraná Guazú y Paraná de las Palmas (partido de Zárate), también suma clases de yoga y cata de vinos a la propuesta de glamping. Los domos desarrollados en hierro galvanizado y con cubiertas térmicas tienen vistas al río.
Los tres domos geodésicos del glamping Las Goya, en San Andrés de Giles, están ambientados por temáticas: El Rabat responde a la deco marroquí, el Tequila tiene detalles mexicanos y el Jacinta remite al paisaje y los textiles salteños. Cada uno cuenta con baño privado y termotanque solar, en línea con la concepción sustentable del emprendimiento que lleva adelante Ana María Alvis junto a su hija.
En Refugio Natural Glamping, por otra parte, facilitan los elementos necesarios para vivir la experiencia del camping: colchonetas, aislantes y carpas ubicadas en un predio de 9 hectáreas, en Lobos. “Ideal para familias que quieren introducir a los chicos a la movida”, dice Matías Gracia, encargado del proyecto que también cuenta con tinny houses para alojamiento.
Refugios que se mimetizan con el paisaje, burbujas que se sumergen en el entorno natural para acercar una experiencia diferente.
Datos útiles
◗ Puesto viejo. Ruta 6, KM 82. Cañuelas. Hasta mayo: $14.000 por persona, con pensión completa. Las carpas están equipadas con camas, baños privados y decks.
◗ Yamay. Las Acacias S/N y Canal 11, Pardo. La noche para dos personas en las yurtas cuesta $15000, con desayuno incluido.
◗ Las Goya Glamping. Espora, San Andrés de Giles, a 120 km de Capital. Los 3 domos están equipados con calefacción, frigobar, ropa de cama, vajilla, parrilla y termotanque solar. Tarifa: $12.000 base doble, con desayuno. @lasgoya
◗ Wayra Wasi. Sobre las barrancas del río, a la altura del km 102 de la ruta 9. Precio: $20 mil por noche, base doble en domo. Incluye vajilla y desayuno.
◗ Refugio Natural Glamping. En Lobos a 114 km de Capital.
Entre $15 mil y 32 mil por carpa para 2 a 4 cuatro personas, con desayuno.
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