La experiencia, para menos de 10 personas, propone conocer Buenos Aires a través de un circuito que incluye visitas a coleccionistas, la trastienda del Teatro Colón y los restaurantes más exclusivos
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Después de vivir muchos años entre Argentina y Uruguay, y de haberse enamorado de un argentino, no hubo vuelta atrás: cada vez que la polaca Ania Agárdy trabajaba como diseñadora de interiores en las casas de sus clientes en Estados Unidos (donde reside actualmente), les hablaba sobre la cultura, el arte y el encanto de nuestro país.
Una de sus clientas, picada por el bichito de la curiosidad, se animó a desafiarla y le dijo: “Si vos organizás un viaje, nos vamos a Argentina”. Ania se puso manos a la obra. Contactó a la argentina Mariana Sambrizzi, quien ya la asesoraba en arte en muchos de sus proyectos de interiorismo, y juntas dieron vida a The SouthAM Art and Gourmand Experience, un programa que propone vivir experiencias únicas para amantes de los viajes, el arte y la gastronomía.
Para realizar esta experiencia integral eligieron Buenos Aires y Punta del Este (Uruguay), dos ciudades que ambas conocen a la perfección, para poder transmitir una mirada personal. Allí armaron un programa de actividades que incluye lugares a los que generalmente no tiene acceso el turismo convencional, ya que son a puertas cerradas o privados, como talleres de artistas o casas de coleccionistas de arte. A esto sumaron almuerzos y cenas en restaurantes exclusivos que unen a su exquisita gastronomía una arquitectura y ambientación memorable.
Toda la experiencia tiene como factor clave la exclusividad, ya que se organiza para un grupo máximo de 6 u 8 personas; que en el caso de la visita a Buenos Aires fueron empresarios, coleccionistas de arte e intelectuales de Estados Unidos y Bahamas.
Otra característica es la sorpresa, ya que nadie sabe de antemano qué lugares visitarán, sino que se entregan a ciegas y con confianza plena en las organizadoras.
Ania y Mariana comenzaron a armar la agenda y el itinerario en enero de este año, y el viaje finalmente se realizó del 27 de agosto al 3 de septiembre, con una estadía de 5 días en Buenos Aires y 3 en Punta del Este. “Fue un programa muy movido con visitas por la mañana, almuerzo, más visitas por la tarde, cena y un poco de tiempo libre. Nosotras los acompañamos a cada lugar. No solo ellos se enriquecen con la experiencia, para mí también es una gran fuente de inspiración”, asegura Agárdy.
–Más allá de haber vivido en nuestro país, ¿qué viste para poner el foco aquí?
–Creo que no hay suficiente turismo de Estados Unidos en la Argentina. Buenos Aires es una ciudad súper elegante, con mucha cultura y arquitectura europea, pero la gente de Estados Unidos solo conoce el concepto europeo en Europa. Yo creo que esto es Europa con la cultura argentina y es muy diferente. Los argentinos son más divertidos y todos los anfitriones que visitamos nos dieron una bienvenida muy abierta, cariñosa, dando lo mejor de ellos. Es muy fácil enamorarse de la Argentina.
–Hay tanto por ver en Buenos Aires, ¿quiénes fueron los primeros elegidos?
–En lo que respecta a lo artístico, fuimos a los talleres de los artistas Eduardo Hoffmann y Eugenio Cuttica, a galerías de arte como Praxis y Miranda Bosch, y al museo Malba que abrió solo para nosotros en un tour privado. Después visitamos a coleccionistas privados de arte en sus casas. Uno de ellos nos dio una conferencia sobre arte latinoamericano y otra nos recibió con un almuerzo muy especial. Además, fuimos al Teatro Colón a ver un espectáculo de Mozart e hicimos una visita privada a sus talleres donde hacen las pelucas y el vestuario. Algunas de las cenas fueron en el restaurante Aramburu, con una experiencia de 14 pasos especialmente para nosotros; también enTrescha y en Las Lilas, donde comimos asado y después fuimos a un show de tango. Hubo opción vegetariana en el restaurante Marti, y estuvimos en una estancia privada en General Las Heras para conocer las pampas argentinas.
–¿Y en Uruguay qué espacios visitaron?
–Fuimos al Museo de Arte Contemporáneo Atchugarry (MACA), a Casa Pueblo para conocer todo el trabajo de Paéz Vilaró, a galerías de arte como Xippas, a un clásico imperdible como La Huella, al restaurante Fasano que nos pareció tremendo, y a la bodega Garzón donde degustamos vinos y aceite de oliva; entre otros lugares.
–¿Durante el recorrido la gente también puede comprar obras?
–La intención de la experiencia no es comercial, sino mucho más cultural; pero nuestro público es un avezado comprador de arte y por supuesto que si compran obras (que de hecho lo hicieron) es muy bueno. Por nuestra parte, pedimos a los participantes que hicieran una donación al Malba y al Teatro Colón para apoyar a las propuestas culturales de Argentina; y lo hicieron encantados.
–¿En qué se basan al momento de seleccionar los lugares y los artistas a visitar?
–La elección se basa principalmente en lo que al cliente o al visitante le gustaría ver, por eso es muy importante conocer el gusto de cada uno. En este caso, como yo trabajo como interiorista en sus casas, los conozco a la perfección. A su vez, tratamos de agrupar a los participantes que más o menos comparten el mismo gusto y los mismos intereses. Hacemos una curaduría no solo del itinerario, sino también de los visitantes. Lo lindo de esta modalidad es que seguramente no se repitan los lugares que vayamos visitando, porque es todo muy personalizado.
–¿Por qué el arte es el motor de esta experiencia?
–Siempre me gustó el arte y en mi trabajo como decoradora una obra de arte puede tener más significado que cualquier mueble. Incluso, muchas veces un cuadro es la inspiración de un proyecto entero. La decoración y el arte son dos mundos que se casan si se sabe cómo integrarlos e interpretarlos. Además, otra cosa que me atrae del arte es que siempre es un desafío: los colores, las composiciones, el mensaje, meterse en la cabeza del artista.
–¿Cómo fue maridar arte, gastronomía y arquitectura al mismo tiempo?
–No nos resultó para nada difícil, porque considero que cada uno es una forma de arte. Además, es muy enriquecedor ir variando la experiencia, porque si vas a 10 galerías en un día, por ejemplo, la gente se marea y después no se acuerda de nada. Parte de del desafío era organizar qué día hacer cada cosa.
–¿Y ahora cuándo se repetirá la experiencia?
–La idea es hacerla dos veces al año. Quizá la próxima sea en enero del 2024 y alrededor de la fecha de Arteba, que siempre nos parece una linda época. También tenemos pensado abrirla a todo tipo de público más adelante, y no solo a mis clientes, realizando una encuesta previa para conocer sus gustos e intereses y poder armar los grupos.