Marcia Luyten es la autora del libro Máxima Zorreguieta, Madre Patria, que recrea los primeros años de vida de la reina de Países Bajos
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“Desde que la presentaron, en 2001, todo un pueblo se rindió ante la inteligencia y carisma de Máxima Zorreguieta, esta chica que había enamorado al príncipe heredero Guillermo y que venía de la Argentina. Quise conocer más sobre sus orígenes y qué la llevó a ser quién es”, cuenta la autora neerladesa Marcia Luyten al explicar el origen de su reciente biografía sobre la reina, Máxima Zorreguieta, Madre Patria (editorial Emecé). Dice que el libro surgió de manera algo inesperada: “En 2016 yo era presentadora de un programa de televisión político, entrevisté al autor de la biografía de la reina Juliana, la abuela de Guillermo Alejandro, y nos quedamos charlando con mi editor. Se acercaba una fecha clave, el cumpleaños número 50 de la reina Máxima (y lo sé no porque siguiera a la realeza, sino porque las dos nacimos en mayo de 1971), y ahí nos preguntamos quién escribiría su biografía’”.
Marcia pensó entonces que sería interesante indagar en la vida de esta mujer nacida en Argentina y que en 1999 se adaptó como pocas a una vida de realeza, con parámetros y costumbres que hasta entonces desconocía. La misma mujer que hoy lidera el ranking de imagen positiva en la Familia Real. “¿Qué pasa si logramos el permiso para hablar con sus amigos, familiares y colegas?”, se preguntó. Y para su sorpresa, el Servicio de Información del Estado (RVD) le hizo saber que no pondría objeciones al libro.
-¿Se trata de una biografía “oficial”?
-No, porque desde el principio marqué que lo haría de manera independiente, sin que nadie revisara o tocara mi manuscrito. Y con la condición de hablar con quien yo quisiera.
-Viajaste tres veces a la Argentina, ¿cómo está tu español?
-Es muy malo. Es “poquito”, pero debo decir que muchas personas del entorno de Máxima hablan muy buen inglés. También conté con traductor con algunos familiares, con historiadores, con Madres de Plaza de Mayo... pude hacerme una idea de la situación del país, de eso se trata este libro.
-¿Qué opinión tenías sobre Máxima Zorreguieta antes de avanzar con el libro?
-Como todos, pienso: “Ella podría ser amiga mía”. Es una persona realmente divertida, inteligente. Y que sea de Argentina la hace interesante. Es trabajadora, seria, ambiciosa, pero también le gusta ir de fiesta, no es diferente a nosotros aunque ciertamente lleva una vida completamente distinta, con grandes sacrificios y muchas oportunidades.
-¿Una mujer ambiciosa que planificó así su futuro o una mujer tocada por el destino y la suerte?
-Todo eso al mismo tiempo. Porque por supuesto ella es ambiciosa, su padre ha sido ambicioso. Su padre aplicó a todas estas cosas para estar en las altas esferas. Sin tener título académico, sin heredar tierras, se las arregló para llegar a las estar en el consejo de la Sociedad Rural. Un logro enorme y todo siendo leal, trabajador y carismático. Máxima aprendió de él a ser sociable.
-En el libro destacás la lealtad de sus amigas. ¿Máxima alguna vez se sintió que no encajaba en Northlands?
-No, porque en el colegio estaba en un grupo de amigas donde todas llevaban su almuerzo, hacían picnic todos los mediodías, y así ella era feliz. Ninguno de sus padres era muy rico. No es que las amigas iban a Punta del Este y ella no, eran de su mismo nivel socio económico.
-La biografía se basa en información. ¿Fue difícil separar datos exactos de los chismes?
-Una vez que empezás a hablar con sus amigos reales, el chisme desaparece. Pero para eso yo debía lograr la información necesaria y la privacidad es algo muy importante para ella. En un principio, cuando me acercaba a sus amigas, inmediatamente le escribían diciendo: “Hay una periodista que dice que tiene el permiso de hablar con nosotras”. Y ella respondía: “Está ok”. Absolutamente todos chequearon eso. Su colegio, sus profesoras, todos. Nadie de su entorno había hablado con la prensa antes y se notaba que estaban muy incómodos. Durante 25 años estuvo esta pared y de repente alguien -yo- tuvo el permiso de atravesarla. Tuve información exclusiva.
-¿La aprobación del Servicio de Información del Estado es la diferencia entre tu biografía de otras?
-El “acceso”, así lo llamaría. Porque, como te dije, no tengo la aprobación... Eso la convertiría en una biografía “oficial” y no lo es: yo no quise que nadie decidiera sobre lo que escribía. Hubo otros libros, pero éste tiene todos hechos verídicos. Para escribirlo viajé tres veces a la Argentina, tres semanas cada vez. Una fuente me recomendaba a otra... entrevisté, en total, a 132 personas. Y este libro ahonda en sus inicios, aun queda ver cómo se desarrolló desde que llegó a Holanda.
-‘Holanda’ y no ‘Países Bajos’. Buena aclaración en esta semana donde, por el Mundial, los estamos mencionando seguido.
-Le decimos de las dos maneras, lo mezclamos. Si hablamos de fútbol, definitivamente es “Holanda” (ríe). Pero si hablamos de política, usamos “Países Bajos”. “Países Bajos” es el nombre oficial, pero “Holanda” es más fácil, nos gusta más. Cuando Máxima llegó a los ‘Países Bajos’, era muy espontánea y abierta. No es que haya cometido errores, pero el ambiente en el que se movía tenía muchas reglas y ella a veces las rompía... pero lo hacía con su encanto latino y a nadie le importaba. Es una persona muy espontánea, pero también estricta, organizada y disciplinada. Porque en su infancia era muy caótica y torpe.
-Evidentemente es disciplinada: aprendió a hablar holandés, de modo fluido, para anunciar su compromiso con el príncipe heredero.
-Eso es algo que, para quien no nació en los Países Bajos, resulta muy difícil. Los holandeses apreciaron tremendamente su gesto. Sabían de esta chica argentina que estaba con el príncipe heredero desde que se conocieron en Sevilla, en 1999, pero cuando fue el anuncio del compromiso en 2001 todo el país estuvo pegado al televisor. ¡Finalmente conoceríamos a esta chica! Y ella apareció hablando holandés... Nos dejó con la boca abierta porque lo hablaba muy bien.
-¿Tenía acento?
-Sí, definitivamente. Tiene acento aún hoy. Pero aquella primera vez que apareció hablando, mereció un “diez plus”. Todos estaban entusiasmados, fue muy valiente en esos tiempos. Leyó esa declaración diciendo que ‘condenaba las atrocidades sucedidas en el régimen en el que mi padre sirvió y estoy muy triste por eso’... Eso fue valiente y todos apreciamos que lo hiciera.
-Otras parejas de la realeza, como Felipe de España, debieron abandonar relaciones por cuestiones del pasado. ¿Fue una opción en el caso de Máxima y Guillermo?
-Eso podría haber arruinado la monarquía. Porque Guillermo Alejandro estaba mil por ciento determinado a casarse con ella, no importaba qué dijera el Parlamento o la sociedad. Si el Parlamento hubiera dicho que no podía casarse con ella por la historia de su padre, él hubiera dicho: “Dejemos esto y hagámoslo igual, búsquense otro rey”.
-Su padre no pudo estar presente en la boda.
-No. Creo que para Máxima hacer ese sacrificio fue la mayor tragedia de su vida. Para cualquier chica hubiera sido muy difícil, pero en el caso de Máxima, siendo argentina y amando a su padre tanto, es inimaginable. Y esto es lo interesante sobre Máxima, porque aun así ella decidió hacerlo. No fue fácil, pero Máxima es muy emocional y apasionada por un lado, y por el otro es capaz de tomar esta decisión fría y pragmática. La decisión tomó tiempo.
-En la boda sonó ‘Adiós Nonino’ y generó su emoción.
-Fue un detalle hermoso. En el libro cuento que en su familia utilizaban el tema en ocasiones especiales.
-Esta semana, las imágenes de Máxima escuchando “Cambia, todo cambia”, con lágrimas en los ojos y con Guillermo observándola, nos hizo recordar ése momento.
-No lo he visto, pero Máxima es una persona muy emocional. Eso es algo muy nuevo para los holandeses, para la realeza, en una Reina. Ella muestra sus lágrimas y la gente lo ama. Porque la muestra sincera y vulnerable. Ojo, luce vulnerable pero no lo es, ella es humana.
El camino de la reina Máxima
En la biografía, Madre Patria, Marcia cuenta cómo creció Máxima Zorreguieta y en qué contexto se transformó en reina de los Países Bajos. Madre de una futura reina, Amalia. “Debes saber que Máxima es la persona más popular de la Familia Real, de todos los tiempos”, detalla Luyten. Sin embargo un hecho en plena pandemia afectó la relación de la reina con su pueblo, durante unas vacaciones en Grecia en 2020 cuando una foto mostró a los reyes disfrutar sin barbijos ni distanciamiento social.
-¿Decayó su imagen luego del escándalo? ¿Están decepcionados?
-Tenían una popularidad de un 78% y bajó a n 48%, fue una caída drástica. Estos incidentes en el primer confinamiento se tomaron muy seriamente, fue un error moral. Seguro en Argentina fue igual: las personas perdieron familiares sin poder despedirse, los enterraron solos... Nadie pudo casarse, ni celebrar aniversarios. El Primer Ministro pidió por favor que no salieran de viaje ese verano: ‘quédense en casa, superemos el Covid juntos’, dijo. Y ellos se fueron a Grecia. Y pidieron perdón pero diciendo ‘No quebramos las reglas, fuimos a nuestra propia casa, sin gente y en avión privado’. ¡La gente estaba sufriendo, quédense en casa! Fue un error moral. Primero eso y luego festejaron los 18 de Amalia en el segundo lockdown… Toda la nación se enojó con ellos. Con Máxima, que siempre fue la persona más popular. Las fiestas no estaban permitidas, hicieron una al aire libre, sí, pero con más personas de lo permitido.
-¿Un daño irreparable a la monarquía?
-Personalmente creo que ellos deben ser ejemplos morales, especialmente en crisis. Y lo hicieron mal. Pensarías que son incidentes, pero en los últimos años hay críticas sobre su vida de jet set. Algo que siempre se les perdonó, porque en los Países Bajos estamos tan contentos de tener una reina tan elegante... Nunca antes tuvimos... Es hermosa, usa la joyería que su suegra no usaba... Máxima tiene el carácter y la belleza para llevarla. Pero también nos hizo pensar que tenemos una de las casas reales más caras de Europa y no nos gusta la vida del jet set que llevan. Han trabajado duro, como locos, para enmendar esto. Máxima se toma muy en serio su trabajo, pero todos recuerdan y continuarán sobre lo sucedido. Su popularidad no bajó más, pero se mantiene estable debajo del 50 por ciento. Tomará años y ellos trabajarán duro para revertirlo, eso yo lo veo.
-¿Cómo era Guillermo Alejandro antes de conocer a Máxima?
-Su imagen y la confianza que la gente tiene en él, la autoridad que él muestra, creció desde que está con Máxima. Cuando se comprometieron, él se mostraba increíblemente orgulloso de tener una superwoman. Y tuvo que seducirla, conquistarla. Se que hubo gente que pudo decir que Máxima era una cazafortunas, pero él tuvo que conquistarla. He entrevistado a personas que me han dicho, ‘Si tienes a una mujer así a tu lado, tu solo creces en confianza y autoridad’. Es natural: Máxima y Guillermo Alejandro tienen el mismo sentido del humor. Ella quizá lo coacheó porque Guillermo empezó a usar su cabello distinto. Antes, solía usarlo con raya al medio, como este cómic de ustedes, Calculín (ríe).
-¿Escuchaste mencionar la palabra cazafortunas al referirse a ella?
-No. Algunas personas pueden pensar que quizá lo fuera, pero nunca usaría esa apalabra para ella porque muchas mujeres nacidas en la clase media alta esperan casarse bien. ¿No es eso algo natural, para todas, en realidad? Ella ya tenía una muy buena carrera propia en Manhattan. Fue creciendo.
-Máxima tiene agenda propia en la ONU. ¿Es normal que le permitan trabajar a los miembros de la Familia Real?
-Previo a Guillermo Alejandro y Máxima, tuvimos tres reinas. Sus tres maridos, los príncipes consortes, no eran profesionales exitosos. Máxima, en cambio, era muy exitosa en lo que hacía. Su suegro, el príncipe Claus, fue un diplomático que, al casarse con la reina Beatriz, se convirtió exclusivamente en su esposo. Eso le causó mucho daño, se deprimió. Guillermo Alejandro creció con su padre con depresión. Claus, si bien era muy querido, nunca fue feliz. Cuando Máxima apareció, todos supieron que esta señorita tenía su carrera, sus capacidades y sus ambiciones. Estaba claro que no debían cometer el error de quitarle su trabajo. Es por ello que nadie le impidió asumir funciones como asesora en Naciones Unidas. Fue un gran acierto, ya que puede usar su experiencia en algo humanitario, como es la inclusión financiera, especialmente para mujeres. Está haciendo un gran trabajo.
-¿Qué te contaron sobre su faceta ejecutiva?
-Ha sorprendido a todos. Hay muchos asesores con posiciones similares, puro protocolo, de las que no se espera demasiado. Sin embargo, he escuchado historias sobre Máxima llegando a reuniones con bancos... Al principio, algunos ejecutivos esperaban despecharla fácilmente. ‘Es como la princesa Diana, necesita una causa en su vida’, pensaban. Pero apenas ella se sentaba en la mesa de reunión y comenzaba con sus preguntas, comprendían que estaba muy involucrada. Es exigente y muy profesional.
-¿Es mandona?
-Sí, creo que lo es. Pero es muy clara en lo que quiere. Le enseñaron eso. Su madre tuvo gran influencia en ella, sin un título ni carrera. Nunca entendí por qué María Pame –así llaman a María del Carmen Cerruti- no tuvo una carrera. Por qué ella no estudió, en comparación a sus hermanos. Es muy inteligente y le enseñó disciplina, cómo comportarse y modales. También es muy demandante. Máxima mismo hoy está criando a una futura reina. Y creo que Amalia, que puertas adentro habla castellano con acento argentino, se toma esa posición con naturalidad. No fue así con su padre, que a su edad no quería saber nada con las responsabilidades que conlleva ser príncipe heredero.
-¿Qué otro hecho familiar marcó a la actual reina?
-El estado de divorciado de su padre: se sentían outcasts. Sus padres se casaron en Paraguay, cuando ella ya era grande.
-Tu libro se convertirá en una miniserie, dirigida por Agustina Macri, ¿qué te genera?
-Me da mucha curiosidad. Es muy emocionante, sé que están con el casting para Máxima en Buenos Aires.
-¿Vas a poder opinar?
-No, no puedo. Hablé con los productores, sí, y algunas veces me preguntan cosas. “Queremos escribir esta escena, ¿es posible?” y cosas así. Y les digo “sí, podría ser” o “no, de ningún modo”. Pero es distinto con la tevé: tenés más libertad que en un libro para recrear escenas.
-¿Viste The Crown?
-Por supuesto. La amé. Espero que esto llegue a tener esa calidad, pero... The Crown es tan buena. Compararse sería, como decimos en Holanda, pararse frente a “zapatos muy grandes para rellenar”.
-¿Recibiste alguna reacción de Máxima sobre el libro?
-Oficialmente ‘no lo ha leído’ (ríe). Pero por supuesto que lo leyó. En una entrevista que dio en televisión, al cumplir los 50, en mayo 2021, el presentador Matthijs van Nieuwkerk tenía mi libro en la mesa y le dijo: ‘Acaba de salir este libro, ¿qué piensa de él?’. A lo que ella contestó: ‘No lo he leído y no lo haré porque no me atrevo’. Yo pensaba: ‘No te creo, sos una chica valiente’. Y por supuesto que ella lo leyó, estoy segura, porque ella no teme a la confrontación. Pero no sé qué piensa del libro. Sé que Máxima les dijo a sus amigas “hablen con ella y sean sinceras”, pero tampoco sé si le reclamó a alguna por lo que dijo.
-Se viene el partido entre Argentina y Países Bajos. Un portavoz oficial neerlandés anunció que Máxima hinchará por Holanda.
-Oficialmente estará para Países Bajos y estará muy feliz. Pero su corazón está con Argentina, seguro. Este país ha tenido tantas dificultades... Vi el partido anterior, entre Argentina y Australia, en una plaza de Buenos Aires junto a 20.000 personas. Pude ver la emoción que les genera. Yo hincho por mi país, pero racionalmente creo que es mejor que ganen ustedes, lo necesitan más que nosotros. Y que el corazón de Máxima dice lo mismo.
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