Comer algo antes de cada reunión es una estrategia para tener en cuenta antes de enfrentarse al tsunami gastronómico de estos días
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En estas últimas semanas del año, tenemos todas las reuniones, juntadas, brindis, encuentros y despedidas del 2023 con los distintos grupos que nos rodean. Los amigos de siempre, los compañeros de trabajo, los clientes, el fútbol, los compromisos, los del cole, los parientes, los encuentros en grupo, individuales, y etcétera: cada uno sumará los que correspondan.
Por supuesto, todos estos encuentros incluyen comida y bebida. Ya sea café, cerveza, vino, tragos, pizza, asado, torta, sandwichitos de miga, cenas, picadas, almuerzos, meriendas, o aperitivos, a veces combinados en el mismo día. Para sobrevivir al tsunami gastronómico de fin de año, entonces, van algunos tips para llegar al 31 de diciembre en una sola pieza.
- Antes que nada, recordar: todo no se puede. Un error común es creer que nuestro día tiene mas de 24 horas. Que pasamos un ratito, lo resolvemos en 15 minutos y llegamos con todo. Pero la realidad es que no pasa, no funciona así. El tráfico, las demoras personales, lo olvidos, todos se exacerban en estos días. Con lo cual, no pensemos que nuestra agenda es elástica. La clave es priorizar, aparte de las obligaciones, qué tenemos realmente ganas de hacer. Tengamos el sí menos fácil. No está mal hacer una lista de a quién queremos ver, a qué lugares queremos ir. Menos culpa, y comunicar con claridad si vamos a ir o no.
- Clave: no caer con las manos vacías, nunca. Podemos comprar lo que queramos llevar con tiempo. Una opción es ya tener en casa botellas de vino para las cenas. Y sumar chocolates, cerezas, frutillas lindas, damascos, conservas, quesos, encargar algo en la panadería que nos gusta, aunque sea algo simple. Cualquier aporte, si está pensado, siempre es valorado y mucho más apreciado que una compra de último minuto en cualquier lado. No es cuestión de presupuesto sino de intención. Mi favorito es caer con cerezas: apenas entramos, las lavamos y las ponemos en hielo, no es necesario esperar hasta el postre.
- La ansiedad, los nervios y los cambios de rutina que traen estas semanas puede colarse en nuestro menú. En este sentido, saltearnos una comida porque creemos que vamos a comer mucho después es lo opuesto a lo recomendable. Pensemos que son varias semanas las que nos quedan y tratemos de llegar sin tanto hambre a cada encuentro. Una estrategia útil es comer una fruta o una ensaladita, frutas secas o pickles antes de ir a la comida. No comamos hasta reventar: nos encontramos a conversar, a compartir un rato. Y recordemos siempre que mañana o pasado hay otro encuentro.
- No tomes bebidas con alcohol dulces, tratá de regular. Sin son cocktails, que sean sin almíbares, con nada o poca azúcar.
- Disfrutemos de todas las comidas que nos gustan. No te quedes con las ganas y sobre todo, estemos seguros de saborearlo bien: cada bocado, con atención, con placer… Te lo traduzco en hechos: comé despacio. Es la clave.
- No califiquemos las comidas como buenas o malas (sobre todo porque muchos tienen bastante confundido el tema). Si sentimos que nos “portamos mal”, cuando queremos comer bien se puede sentir como castigo. Entonces, simplemente: poco de lo calórico, y de vegetales lo que quieras. Y los de afuera son de palo. No son pocas las veces en que la gente opina de más sobre lo que comemos: por mucho, por poco, por inadecuado, por calórico, por desubicados… Aquí solo opinan vos y tu médico.
- Lo mío es la comida, pero sé reconocer que muchas veces un gran encuentro para ponerse al día con alguien, conversar y compartir, es caminando. Un par de vueltas al lago, una plaza, 15 minutos de caminata o solo acompañarnos a hacer algo. Recuerden: el movimiento genera dinámicas de conexión distintas.
- Si la reunión es con fuentes, platos al medio o mesa buffet, agarrá un plato chico. Es simple y funciona. Y si hay bandejeo, mi regla inquebrantable es uno de cada uno y no vale repetir. Como todo, no me pierdo nada y no reviento. En reuniones sociales, vino blanco siempre, así no te mancha los labios o dientes.
- Si voy a comer harinas, que sea algo realmente espectacular, punto. Si no, paso.
Todo esto, de alguna manera, puede hacer más sencillo es fin de año, que claramente no es uno cualquiera, ni en nuestro país ni en el mundo. Respetemos las opiniones de todo tipo. Tratemos con cariño a los que tenemos cerca. Preguntémosle cómo están a las personas que queremos, y también a los solitarios: hagamos un lugar en la mesa para todos. Y no olvidemos que una de las cosas que nos une, que nos conecta, que nos acerca, es y será siempre la comida.
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