Tiene apenas 7 metros cuadrados y alberga 4000 ejemplares
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En apenas 7 metros cuadrados la librería La Sede atesora más de 4 mil ejemplares de literatura contemporánea. Poco espacio para tantas joyitas, se podrá pensar. Sin embargo esta librería, la más pequeña de la ciudad, es una usina de creatividad, talleres, actividades y movidas urbanas. En Gurruchaga 1041, el corazón de los outlets de Villa Crespo, el espíritu minimalista invita a detener la búsqueda frenética de prendas discontinuas en el micro universo de una ex baulera de un típico edificio de departamentos.
El proyecto autogestionado por tres amigas empezó a circular en redes y corrió el boca a boca. Tanto que la gente llega a sacarse fotos como si fuera un decorado. Una perlita urbana que brilla por la calidez analógica. Todo está a la vista, y en la memoria de Jacqueline Golbert, una de las socias a cargo de la atención al público. La última lluvia las dejó sin computadora, pero conoce de memoria el stock: poesía contemporánea, ensayos, novelas y colecciones de editoriales independientes.
Gianina Covezzi, docente, investigadora y licenciada en Letras, Jazmín Lopez, artista visual que vive entre Buenos Aires y Nueva York y Jaqueline, poeta y periodista, son las tres mosqueteras que en plena pandemia apostaron por los libros. Después de una pequeña obra que implicó sacar una escalera que conectaba la baulera con un monoambiente compraron listones de madera y diseñaron las estanterías. “El lugar estaba lleno de cachivaches, fue un esfuerzo abrir y sigue siendo complicado. El barrio es interesante, estamos cerca de otras librerías y movidas culturales. Sin embargo en esta cuadra nos convertimos en una prenda más”, dice Jacqueline desde el banco de madera de la vereda, a pleno sol. La gente pasa, mira, pregunta. “Anotá mi celular y te lo consigo para la semana que viene”, responde y genera un vínculo atípico con el público que ya sabe de memoria los horarios: miércoles, viernes y sábados de 15 a 19.
Sin clásicos ni best sellers, en La Sede abundan títulos de editoriales como Iván Rosado, Adriana Hidalgo, Beatriz Viterbo, Blatt y Ríos, Pequeño Editor y Ralenti. Rarezas, imperdibles, ediciones para atesorar. Una vez por mes realizan una cuidada selección que llega a librerías de Nueva York.
Desde la cuenta de Instagram @libreria_la_sede anuncian las novedades, los talleres y los materiales recomendados por poetas invitadas (Flavia Garione, Lucía Reissig, Flor Cugat, Noe Valdez y Elisa Palacio y más). Las sesiones de lectura en la calle y las presentaciones de libros también son de la partida, aunque las últimas crisparon las relaciones con los vecinos.
“Nos sentimos hostigadas y poco a poco el barrio nos va comiendo. Hay situaciones bastante tensas que afrontamos desde otra lógica, la de referentes de la cultura no del comercio. Nos interesa impulsar un polo creativo e integrarnos a un circuito artístico que está creciendo mucho en la zona”, dispara Jacqueline. Se refiere a la movida cultural de Villa Crespo, encabezada por las galerías Ruth Benzacar, Fernanda Laguna, y las librerías La Internacional Argentina y Mandrágora, entre otras. “Nos interesan los formatos colaborativos, tejer una red de amigos y colegas”, afirma Golbert. En este sentido acaban de abrir una sucursal en Bariloche, con la misma lógica: un espacio que lleva adelante Gianina que se nutre de aportes de colegas y escritores de la zona.
“Nuestro objetivo es sacar al libro del lugar de grandilocuencia. Que se haya transformado en un objeto cool y que la poesía esté de moda es un flash. Ojalá podamos seguir creciendo”, concluye Jacqueline, la poeta de 32 años que junto a sus socias torció el destino de una ex baulera para armar un refugio cultural en una zona donde se impone la ropa de segunda selección.