Desde el sexto piso, las vistas al Bajo, la Reserva de Costanera Sur, el icónico edificio Kavanagh o la Estación Retiro son espectaculares
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Despejado o nublado. No importa el pronóstico del tiempo para disfrutar este mirador urbano con historia propia. Desde el sexto piso de la Torre Monumental las panorámicas al Bajo, la Reserva de Costanera Sur, el icónico edificio Kavanagh o la Estación Retiro, son espectaculares. Las visitas guiadas repasan los acontecimientos más importantes del área y destacan datos curiosos del edificio que hace 106 años la comunidad británica le regaló a la ciudad por el centenario de la Revolución de Mayo. El mito urbano indica que sólo se utilizó el agua y la arena de Buenos Aires para su construcción. El resto de los materiales llegaron en barco desde Gran Bretaña. Los ladrillos Leicester, el acero, los ornamentos, las piedras Portland y la madera compartieron cargamento con los dos íconos de la torre: el reloj, réplica del Big Ben en menor escala. Y el carrillón con sus campanas, cuya melodía es idéntica a la que suena en la Abadía de Westminster, Londres. El ascensor tipo tijera también cruzó el océano y funcionó hasta que caducó por cuestiones de seguridad.
Ahora un ascensor moderno, industria nacional, lleva a los visitantes hasta el sexto piso para disfrutar las perspectivas de la ciudad a 40 metros de altura. No es tanto, pero resulta más que suficiente para apreciar las copas frondosas de los árboles de Plaza San Martín, la inigualable silueta del edificio Kavanagh, los senderos de la Reserva de Costanera Sur y de yapa, la costa de Colonia, Uruguay. Cada lugar está identificado en las mamparas de vidrio para facilitar la experiencia.
Hace dos años que Daniel Vega sube y baja del mirador con turistas, contingentes, familias y vecinos. Es guía de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico de la ciudad y, a pesar de conocer de memoria los rincones de la torre, se sigue emocionando. “Cada tanto llega alguien con una foto en blanco y negro donde se ve la torre desde el mismo punto de vista. Lo interesante es que en su momento había un fotógrafo instalado en la plaza listo para retratar a las personas que pisaban Buenos Aires por primera vez. O llegaban en tren desde las provincias, o eran inmigrantes. Y vuelven con sus hijos y nietos para recrear esa imagen”, destaca Vega.
Entre los datos y anécdotas, el guía asegura que hay una perlita poco conocida que sólo se ve con un drone o un buen lente fotográfico. Se trata de la veleta de estilo inglés que corona la cúpula. “Un barco del siglo XVI del que desconocemos el origen. O representa a los navegantes ingleses que transportaron los materiales o bien, se trataría de una embarcación que encalló durante las invasiones inglesas”, dice Vega.
Implantada en el predio donde funcionaba la Usina de Gas de Retiro (distribuidora del combustible para el alumbrado público), la torre se convirtió en testigo de cambios urbanos y movimientos inmigratorios que convirtieron al barrio en la puerta de entrada a la ciudad. Hoy es una de las postales más instagrameables de la zona. Aunque siempre se llamó Monumental se la conoció como Torre de los Ingleses hasta la guerra de Malvinas, cuando recuperó su nombre original. El memorial a los caídos en la guerra y la denominación Fuerza Aérea a la ex plaza Britania forman parte del homenaje de la ciudad a los ex combatientes.
Guardián del tiempo
Con un péndulo que mide 4 metros y pesa 1 tonelada el reloj inglés fue realizado en 1914 por la compañía inglesa Gillett & Johnston, a imagen y semejanza del Big Ben. Cada dos semanas se controla el mecanismo y se ajusta el sistema eléctrico si fuera necesario, según indique Javier Terenti, el asistente de los relojes y campanarios de los edificios públicos. “Está en hora”, asegura el especialista y aclara que por el momento las campanas no están sonando ya que su sistema está en reparación. “Se averió el motor que provee de electricidad a los martillos que golpean las campanas”, subraya Daniel Vega.
Si bien el reloj es el protagonista estrella del paseo, en la planta baja hay una muestra de fotos antiguas y objetos de época imperdible. Cuando se realizaron obras en la Plaza San Martín en 2008 y se inició la extensión del subte E, el equipo de arqueólogas y arqueólogos urbanos de la ciudad atesoró todo tipo de artefactos testimoniales: botellas de aguardiente y cerveza, tapas de olla de porcelana, herraduras y una colección de utensilios de cocina. Con más de 200 objetos clasificados durante las obras de arqueología preventiva, los especialistas conformaron tres “yacimientos urbanos”, junto a personal de la Dirección de Patrimonio, Museos y Casco Histórico. Hay piezas de dominó de hueso, fragmentos de mayólicas, frascos y tinteros de vidrio.
Vestigios de la vida cotidiana que conviven con los escudos y emblemas de la fachada: flores de cardo, rosas, dragones y tréboles, emblemas de Escocia, la Casa Tudor, Gales e Irlanda.
Un circuito en altura y la huella de la historia plasmada en la piel de la torre renascentista. Una alternativa para conocer la ciudad desde otra perspectiva.
Horarios: lunes, miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos de 11 a 19 hs. Martes cerrado. Entradas: $100. Visitas guiadas: Lun, mié y jue: 12, 15 y 18 hs.
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