A los 43, la modelo espera su cuarto hijo junto a su marido, Manu Urcera; cómo enfrenta los rumores y qué desafíos implica esta nueva etapa
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Impacta la serenidad con la que habla Nicole Neumann (43) desde Valencia. Cuenta anécdotas, describe el barrio, se ríe con ganas. Viene de unas largas vacaciones en Punta del Este junto a sus tres hijas y ahora vive una especie de luna de miel mechada con trabajo en la ciudad donde Manu Urcera (32), su flamante marido, tiene su equipo de automovilismo.
Acaba de comer una de las paellas más ricas de su vida: vegetariana, claro. Disfruta. Está embarazada de cuatro meses: ya saben que es un varón, que casi tiene nombre. “Es que estamos con dos que nos gustan. Ya se desempatará, pero es muy posible que lo haga él, porque se trata de su primer hijo. Me parece lindo que así sea. ¿Si será raro o tradicional? Y...muy clásico nunca. Pero tampoco iremos por algo tremendamente exótico”, anticipa.
A poco tiempo de la boda que dio tanto que hablar, la modelo sigue asombrada con las vueltas de la vida, la sincronía con que se dio todo. “Salió como lo habíamos soñado, incluidos algunos cambios y sorpresas. Primero íbamos a hacer el gran festejo en el sur, pero por un tema de logística y demás detalles terminamos en un campo divino en Buenos Aires. Cuando me enteré de que estaba embarazada, decidí contarlo en la fiesta, sabiendo que ya se cumplirían los tres meses. Pero llegó mi papá desde Alemania un mes antes y me vio rara, haciendo reposo. Bueno, finalmente se lo conté como megasecreto. Y también lo hice con mis hijas [Indiana, Allegra y Sienna]. ¡Menos mal! Porque una semana antes de la ceremonia religiosa se filtró en los medios. Me hubiera muerto, hubiera sido un horror que mis chicas se enteraran por la tele”.
–¿Supiste quién lo filtró?
–No. Bah, tengo una leve sospecha pero a esta altura ya ni me importa. Tuve una boda soñada en la que reinó la paz. Fue todo muy emotivo. Había mucha gente, pero a la vez fue tan sutil. Mi sobrina Helena cantando el “Aleluya” y el “Ave María”, mis hijas y el sobrino de Manu en el cortejo. Las damas de honor, mis amigas de toda la vida. Fue muy familiar, real. Y encima el anuncio del embarazo.
–¿Cómo hiciste con el vestido?
–Por suerte, de casualidad, la tela tenía un poco de spandex, así que me entró perfecto con la poca pancita que tenía. Me acuerdo de que en la última prueba le dije a Laurencio Adot y a Thiago, su socio: “Chicos, vine con sorpresa”. Y fueron un amor. Súper discretos, pendientes de cada detalle. Porque además le hicieron los vestidos a mis hijas, y a las damas de honor. Fue muy linda toda la previa de la boda. En realidad empezó hace como un año. Nos habíamos comprometido y estábamos en Valencia con mis hijas. Así que juntas hicimos una especie de maratón por las marcas de trajes de novia más conocidas. La idea era cranear un poco la impronta. Me ayudaron un montón. Pero finalmente decidí hacer todo en Buenos Aires. Primero iba a ser con mangas porque nos íbamos a casar en el sur. Pero con el cambio apareció el escote halter, que siempre me encantó, y fue ideal por el clima.
–¿Cómo te llevás hoy con tu papá? Lo conociste de grande, vino especialmente para la boda.
–Con él tengo una relación hermosa. Vino con su prima de Salzburgo y acá estaba mi hermana Clara, su hija, que también viajó con el novio. Mi papá viene bastante a la Argentina, le encanta quedarse en mi chacra porque ama la naturaleza y los animales. Dice que es su lugar en el mundo.
–La parte de los paparazzi no le debe divertir demasiado...
–¡Lo bueno es que no habla español! Aunque sospecho que entiende más que lo que dice porque, de algún modo, se comunica con todo el mundo. Lo de la fama, los líos y todo eso es lo que menos le gusta. Le cuesta el tema de las multitudes, las cámaras, la exposición. Tiene vergüenza, no le interesa.
–Y vos, los líos, ¿cómo los domás?
–Parece una frase hecha, y lo es, pero confío mucho en los planes del universo. Cuando hay problemas respiro, hago meditaciones y, obviamente, escucho con atención a la gente que amo. Mi hermana y Manu me contienen muchísimo, siempre tienen la palabra justa. Después es mucho la cabeza, tratar de enfocar en lo positivo, ver todo lo bueno que uno tiene. Confiar en que todo, a la larga, se acomoda.
–¿Cómo hacés para no explotar, no salir a aclarar en los medios ciertas cosas cuando te acusan o afirman algo que no es así?
–Yo tengo dos cosas. Primero, que soy una persona resiliente porque así tuve que ser desde chiquita.Muchos saben una parte importante de mi historia, pero hay otra que no la conocen y posiblemente jamás la conocerán. Por otro lado, soy, aunque no lo parezca, megasensible. No me enojo, pero soy muy sensible.
–Tenés fama de fría.
–Exacto, hay gente que lo cree. O que siempre estoy bien, que soy muy dura. Eso no es así ni por casualidad. No soy explosiva, pero me afectan mucho las cosas. Lo voy trabajando, ya tengo ese ejercicio en mi ser. Y vivo tranquila porque sé que intento hacer las cosas desde el mejor lugar. Mis intenciones siempre son buenas. Obviamente me he equivocado en la vida. Pero aprendí. Jamás le hice el mal a alguien intencionalmente. Y creo que cuando uno vive así, honestamente, termina recibiendo cosas buenas. Yo estoy en esa etapa y la agradezco. Sé que hay asuntos que no tienen solución; lo siento. Situaciones que no están en nuestro control. A esta altura, todo el mundo tiene en claro quién es quién.
–Pero el morbo vende. Vos hacés silencio y los cuentos trascienden...
–Y sí. Cuando no existen dos campanas (yo hace años decidí no reaccionar públicamente), cierto periodismo avanza con la versión que existe. Entiendo que ese es el juego.
–La última batalla fue la más dura. El tema de tu hija mayor, la pelea. ¿Cómo hacés?
–Primero trato de no escuchar, de no leer. No me engancho y me concentro en la vida real. Lo otro, lo visualizo como ruido. Ruidos de autos que pasan. Es una especie de meditación que pongo en práctica para no volverme loca. Y después, lo que se hace, es dialogar. Vale destacar que detrás de todo hay un equipo de profesionales que hacen muy bien su trabajo.
–¿Hoy está bien tu vínculo con Indiana?
–Está todo bien por suerte.
–Cuarto hijo. ¿Algún miedo nuevo?
–Cero. Estoy muy conmovida. Cada nueva vida es única y especial. Lo mismo los partos. Será mi cuarta cesárea. Obviamente tengo los mismos cuidados y pequeños miedos de siempre, pero es tanta la felicidad que casi no pienso.
–¿Tenés algún pendiente en lo profesional?
–A lo mejor me gustaría desarrollar una historia vinculada a la belleza, la salud, todo lo natural. Interactuar con mujeres, compartir mi universo. Tendría que ver con mi filosofía de vivir el hoy, el momento. Nunca me aferro al pasado ni me obsesiona el futuro. Siempre pensé que no hay nada escrito, ninguna regla. El universo impone, se presentan las cosas y yo las agarro.
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