Ya son cuatro las bodegas que venden sus vinos ícono a través de La Place de Bordeaux, la red de comerciantes más antigua del mundo
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De los muchos mercados por los que circula el vino de lujo, existe uno que constituye el aspiracional para cualquier bodega del mundo, y que hasta no hace mucho tiempo tuvo el ingreso vedado para cualquier botella producida fuera de Francia. Creada en el siglo XVII y conformada en la actualidad por unos 300 “negociants”, La Place de Bordeaux es la red comerciantes de vino más antigua del mundo y a la que recurren los coleccionistas de Europa y Asia que quieren hacerse de una botella de Château Lafite Rothschild o de Château Latour. Desde 1998, La Place comenzó a incorporar vinos de otros países y, a la fecha, ya son cuatro las bodegas argentinas que ofrecen su etiquetas más icónicas allí.
Pero La Place, vale aclarar, no es un lugar. Aunque la imagen con que se la suele ilustrar es la de La plaza de la Bolsa, en Burdeos (Francia), se trata de una red conformada por los comerciantes que tienen el acceso exclusivo a la compra en preventa (o “en primeur”) de los icónicos vinos elaborados en los grandes château bordeleses. Son ellos quienes pagan de antemano el vino que saldrá de la bodega casi dos años más tarde, para luego hacerlo llegar a los coleccionistas y mercados de lujo de 186 países, a compradores que adquieren cada uno un número pequeño de botellas. Eso sí: las más caras del mundo.
“La Place es un conjunto de compradores que administran y se entregan entre si cuotas de mercado de los grandes vinos de Burdeos, pero que en los últimos años han incorporado una buena cantidad de vinos íconos del mundo”, explica Joaquín Hidalgo, periodista especializado y crítico de vinos de Argentina y Chile para Vinous.com. “Esto ocurre en parte porque los vinos íconos de Francia no alcanzan a cubrir la demanda de los coleccionistas, lo que abre una buena brecha que se empieza a suplir con grandes vinos del mundo”, agrega.
En el mundo del vino de lujo, la demanda siempre supera a la oferta. Un chateau premier cru como Latour o Lafite produce entre 100.000 y 200.000 botellas al año, según la cosecha, y no más. Es por eso que en 1998 La Place se “abrió al mundo” y desde entonces han ingresado reputados vinos como los californianos Opus One y Joseph Phelps, los chilenos Seña y Don Melchor, Ornellaia y Masseto de Italia o Vin de Constance de Sudáfrica.
7500 botellas a golpe de mail
El de La Place es un mercado que se mueve por canales propios, en forma capilar. El año pasado, 7500 botellas de Yjar –vino tinto de alta gama de Telmo Rodríguez, la única bodega española en La Place– se vendieron en tan solo 15 minutos, cuando siete “negociants” enviaron por mail la propuesta a su clientes. “Y podría haber vendido 50.000, porque demanda había; los entendidos desde Hong Kong hasta Zurich quieren cosas nuevas”, contó entonces al diario El País el principal importador de vinos franceses en España François Passaga.
Con precios que no bajan de los 100 euros y que pueden alcanzar los 1000, ya son 90 las etiquetas no francesas comercializadas por La Place. La primera bodega en poner un pie allí fue Catena Zapata: “Cuando entramos a La Place no había otros vinos argentinos, por lo que tuvimos que explicar por qué es tan especial nuestro terroir de Valle de Uco y dar cuenta de del añejamiento de un vino argentino. Nos fue bien, al punto que hoy nos piden más vino del que podemos darles”, cuenta Laura Catena, directora de la bodega que hoy vende a través de La Place su Nicolas Catena Zapata y su Adrianna Vineyard Mundus Bacillus Terrae.
También vende a través de los “negociants” su vino Cheval des Andes, joint venture entre la bodega francesa Cheval Blanc y la argentina Terrazas de los Andes, y este año se suman otras dos bodegas de Mendoza: Viña Cobos con su Cobos Malbec a 400 dólares la botella (el precio más alto para un vino argentino en La Place) y Zuccardi Valle de Uco con su Finca Canal Uco, a 130 dólares.
“Que los vinos argentinos ingresen a La Place es muy significativo porque implica que estos vinos son parte de un circuito de distribución mundial muy tradicional y muy prestigioso, a través de una cadena que lleva muchísimos años de construcción y que habitualmente tiene foco en vinos de gran renombre y prestigio, inicialmente franceses, y que hoy está expandiendo su portfolio –comentó Sebastián Zuccardi, enólogo de la bodega familiar–. Es muy importante que la Argentina pueda jugar en todas las categorías y niveles y llegar a competir de igual a igual con vinos de todo el mundo”.
“Entrar a La Place significa entrar en el circuito de los mejores vinos del mundo, al que llaman el Wall Street del vino fino”, sostiene Marina Gayán, única Master of Wine argentina, y primera de Latinoamérica. “Para una bodega significa prestigio y reputación, y le hace un lugar en el mercado en primeur, que antes era solo para Burdeos”, agrega.
Para Hidalgo, “lo interesante es que se empieza a consolidar una gama de vinos ícono de Argentina que entran en la categoría de vinos de colección, que son vinos que trascienden la condición de estar bien hechos y de ser excepcionales, y que empiezan a construir una historia que se refleja en la cavas. Es la singularidad sumada a la condición cualitativa, a los puntajes de la crítica y a la trayectoria, y aquí es donde se empieza a notar que la Argentina tiene un predicamento”.
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