Espontáneas y desprejuiciadas, las batallas de freestyle que irrumpieron en 2012 en el parque Rivadavia terminaron por llenar el Microestadio Malvinas Argentinas: Duki, Wos y Trueno, entre otros, nacieron allí
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El 11 de noviembre de 2017, en el Microestadio Malvinas Argentinas, más de 3000 personas asistieron a la última edición de uno de los emblemas del freestyle en la Argentina: El Quinto Escalón. Fue un evento que Alejo Acosta (24) –hoy conocido como Y$Y A–, y Matías Berner (29) –alias Muphasa– habían organizado desde hacía cinco años. Fue un semillero que catapultó a varias de las estrellas nacionales más escuchadas en la actualidad.
Retrocediendo un poco en el tiempo, es posible encontrar a Trueno, Wos y Duki como algunos de los nombres que comenzaron a rapear en la entrada del parque Rivadavia, justo en los cinco escalones que se encuentran en la intersección entre Doblas y Chaco. La música de estos artistas, que no superan los 30 años, hoy tiene más de 10 millones de reproducciones al mes. Sus recitales se llenan con más de 20.000 personas.
Claro que antes de 2012, en la Argentina, estas batallas eran prácticamente marginales, sobrevoladas por todo tipo de prejuicios. En aquella época, en distintas plazas y parques de la ciudad, chicos de entre 10 y 15 años vestidos con buzos extra grandes, se juntaban en círculos. En el centro, dos contrincantes improvisaban rimas mientras un tercero hacía ritmos con la boca. El objetivo era ver quién podía humillar más al otro. Todo se inventaba sobre la marcha. Eran reuniones de 10 o 20 personas del mismo barrio.
Pero El Quinto Escalón... Bueno, eso fue otra cosa: no hubo competencia más grande, ni más famosa en todo el país. “Vos sabías que ibas domingo por medio al parque Rivadavia, te anotabas en la competencia y si ganabas cinco o seis batallas seguidas, te veían al menos un millón de personas”, explica Juan Goldberger, músico argentino y ex organizador del Quinto Escalón.
El mítico parque Rivadavia
“Yo lo único que había visto de batallas de rap fue la película de Eminem”, recuerda Goldberger. En esa época, él tenía 19 años y vivía a 30 metros del parque Rivadavia, en Caballito. “Un domingo, Muphasa me habla y me dice: ‘Che, estoy yendo a una competencia que me invitaron hace unas semanas. Si estás al pedo pasate’. Yo fui a saludar a mi amigo nada más, pero me quedé. Estaba alucinado”.
En 2012, Alejo Acosta ya rapeaba. Tenía apenas 13 años y competía en diferentes lugares de la ciudad de Buenos Aires y el conurbano. Según Goldberger, en ese momento, la batalla de freestyle más importante se llamaba “Halabalusa Underground” en el parque de Claypole. Se organizaba cada dos semanas y podían juntarse hasta 300 personas. En cierto momento, Alejo se preguntó: “¿Por qué no tener una competencia en mi barrio?”
El 11 de marzo de 2012, entonces, fue el primer experimento. “Llegaron solo cuatro personas que se enteraron por el boca a boca, además no hay registro de ese día”, aclara Goldberger. Luego de eso, empezaron a crecer. “Pasamos de ser 4 a ser 10, después 50, 220, 300… “, lista Goldberger. Había días en que los gritos de emoción del público opacaban la propia competencia. Comenzaron a subir los videos a Facebook, Instagram y YouTube, y pronto los seguían miles de personas. “Todos eran muy chicos. Nos convertimos en el ‘Titanes en el Ring’ del siglo XXI”, ilustra.
Para finales de 2015, el show superó el millón de seguidores en redes, y El Quinto Escalón del parque Rivadavia no dio abasto. Los organizadores tuvieron que mudarse al “cuadrilátero”, en el parque mismo: un espacio delimitado por una cinta de “peligro” entre tres árboles y un banco que lo separaba de unas 300 personas. En el centro, cuatro sillas de plástico en hilera –en donde se sentaba el jurado– y Alejo y Muphasa presentando el evento.
–Para vos, ¿cuál fue la batalla más importante del Quinto Escalón?
–Fue la primera fecha que estuvimos en el cuadrilátero, que también fue la primera en la que cobramos inscripción. Lo hicimos en beneficio de Acru, que era un competidor muy conocido en el momento y que hoy es un músico muy famoso.
Acru estaba juntando dinero para la operación de su padre. Días antes habían entrado a su casa a robar y se habían llevado todos sus ahorros. “Así que nosotros hicimos una colecta. Eran $20 de la época, pero terminamos juntando bastante”, recuerda Goldberger. Ese día hubo récord de competidores. “Se empezó a ver una energía muy fuerte, el principio de un año increíble”.
Generación dorada
Entre mediados de 2015 y finales de 2016 estuvieron en el prime time de la competencia Wos, Duki, Dani, Ecko, Lit Killah, Trueno y RepliK. “Fue una generación dorada, mágica… algo que nunca había surgido”, reconoce Goldberger. Incluso Bizarrap, uno de los productores musicales más famosos del momento, comenzó a hacer videos de la competencia. “Se llamaban Combo Loco. Bizarrap metía bloopers y editaba las batallas con remixes de música y diseños graciosos”. Uno de los videos más emblemáticos es la batalla del trapero Wos contra uno de los más famosos competidores de freestyle del país: Klan.
-¿Wos siempre fue así de hábil con la palabra?
-Desde chico, Wos competía y ya ganaba algunas, pero no era tan impresionante en ese tiempo. Él participó del primer año en el Quinto Escalón, aunque parezca loco. Pero era un enanito con voz aguda, tenía 14 años. Cerca del 2014 se alejó del mundo de las batallas. Empezó a estudiar actuación, a hacer música y un poco antes de que explotara la movida en 2016, volvió. Ahí fue que se convirtió en lo que es. Ganó el Quinto en 2016, y en 2017 fue a la final del Red Bull [la competencia internacional más importante de freestyle], y ahí se consagró como el mejor de la Argentina.
-¿Y Trueno?
-En general, los chicos que se iniciaban en el freestyle, empezaban viendo videos con amigos, pero el caso de Trueno es muy particular. Porque el papá de Trueno es rapero. Él tenía 5 o 6 años, y ya escuchaba batallas. Eso no existe. Comenzó a competir desde los 10 años. En el 2017 es que empieza a venir todos los domingos al parque Rivadavia, habrá tenido 14 años.
En marzo del 2017, El Quinto Escalón llegó a uno de sus puntos más altos. “No entraba la gente, se nos abalanzaban, tiraban la cinta, la rompían. Levantaron un banco de la plaza por la gente que había”, describe Goldberger. A partir de ese encuentro se mudaron al anfiteatro del parque. Consiguieron permiso de la ciudad e instalaron una tarima. El evento se había transformado completamente.
Pero con el éxito en las manos, los caminos comenzaron a separarse. Tanto Muphasa como Juan buscaban continuar con las batallas y con la producción, mientras que Alejo se distanció para dedicarse a su carrera artística.
En noviembre de 2017 decidieron darle fin al proyecto que habían iniciado solo unos “cuantos locos” en la entrada del parque Rivadavia. Eso sí: decidieron irse de la mejor manera posible. Alquilaron el Microestadio Malvinas Argentinas, en La Paternal, para hacer una gran despedida.
“El Quinto Escalón se termina con esto porque tenemos visiones distintas de las cosas que sentimos que tenemos que hacer, así que preferimos terminarlo de la manera más sana”, dijo Alejo, sobre el escenario. “Aquí todos somos una familia, y les agradecemos a todos ustedes por haber estado cinco años con nosotros”, agregó Muphasa.
A la distancia, Goldberger cree que esta movida no generó mucho dinero en términos de “negocio”, pero sí ayudó a la carrera de muchos. “Ahora ves a Duki que va a España y vendió 20.000 entradas, o Bizarrap, que cerró un festival para 200.000 personas en el Lollapalooza el año pasado –concluye–. Lo que salió del Quinto Escalón, lo que se conjugó ahí, hizo que nacieran todas las figuras y los íconos culturales de la juventud actual”.