Condujo “Sábado gigante” y “Teletón” y se convirtió en uno de los personajes más célebres de Chile y la televisión latinoamericana
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Presentador estrella en toda América, Don Francisco es sinónimo de televisión. Otro caso del Guinness World Records, como Mirtha Legrand, con más de seis décadas de carrera en el mundo del entretenimiento y creador del programa Sábado gigante, visto por 100 millones de personas en 42 países. Durante décadas, cada fin de semana logró llegar a más del 90% de las familias de habla hispana en los Estados Unidos e hizo récords históricos con su famoso telemaratón benéfico, con el que financió la construcción de 14 hospitales.
Su verdadero nombre es Mario Kreutzberger. Nació en Chile en 1940 y vio por primera vez una pantalla de televisión cuando Juan Domingo Perón visitó su país llevando el sistema teleargentino, en 1956. “Recuerdo que en una esquina vi un monitor y no lo entendí: ese fue mi primer contacto. De jovencito mi vocación era otra; soy técnico modelista, algo así como dos pisos más arriba que un sastre”, cuenta el hombre que nunca para porque hacerlo, dice, “sería como colgar el alma”.
–¿Quería dedicarse a la moda?
–Mi padre tenía un taller y cuando regresé de estudiar en Nueva York lo fuimos transformando en una pequeña industria. Pero mientras vivía allá veía la televisión con mucha atención, era lo nuevo y lo que no existía aún en mi país. Siempre fui intuitivo y recuerdo que, ya de vuelta en Santiago, me fui a presentar diciendo que yo sabía más del tema que todos ellos. Se dio. Estuve 14 años en la televisión chilena y después me fui a los Estados Unidos. ¡Y me quedé 35 años! Por supuesto siempre volviendo a mi tierra y haciendo lo que más placer me da, que es el universo benéfico. El Teletón, que sigue hasta el día de hoy, es algo único en el mundo. Nosotros somos un país de 18 millones de habitantes y juntamos 50 millones de dólares cada año. Construimos hospitales, atendemos unas 130 mil familias, pero lo más importante es que logramos un cambio social con respecto al tema de la discapacidad.
–¿Cómo es su relación con Argentina?
–Primero, está mi amor por el tango. Toda la vida me conmoví con Francisco Canaro, el Polaco Goyeneche, Ástor Piazzolla. En Buenos Aires conecto con esa poesía y me gusta ir a San Telmo, ver a los cantantes y bailarines que hacen sus shows en las calles. Hace unas semanas, a pesar de la crisis y todo lo que están atravesando, pasé por la avenida Corrientes y me impactó ver que todo sigue funcionando. Estaban los teatros llenos, la gente de noche caminando, las parrillas inmejorables. Fui a esa famosa y muy premiada, la que le gusta a Messi. Pero también comí muy bien en un hotel de Puerto Madero. En realidad hay buena gastronomía en todas partes. Me gusta el Malbec y esa personalidad tan diferente que tienen los argentinos.
–¿A qué se refiere?
–Existe una cultura argentina muy particular. A ustedes les cuesta hablar neutral, o tal vez ni lo intentan. Hay muchos comentaristas trabajando en Chile, totalmente aceptados, que siguen hablando en porteño. Los argentinos, en general, tienen una manera distinta de enfrentar la vida. No es lo mismo decir “¿cómo te sentís hoy?” que un tibio pero bien intencionado “discúlpeme, ¿cómo se siente usted hoy día?”. Ustedes lo hacen todo muy personal, se involucran. Abunda el psicoanálisis en los bares, existen sobremesas infinitas. Pero también con los temas de la farándula son muy duros. Y han hecho escuela en mi país.
–Siempre dice que en el lugar que menos lo conocen es en la Argentina...
–Es que es así. En Uruguay, por ejemplo, mi programa salió durante 20 años. Pero en Argentina, por televisión abierta, estuve solo ocho semanas. Era el canal de Alejandro Romay en ese entonces y no recuerdo bien qué sucedió. Yo tuve muy bella relación con Pipo Mancera, hicimos interesantes intercambios, grabando en ambos países. ¡Hasta intentamos realizar un campeonato internacional de leñadores! Otro ítem interesante son sus taxistas.
–¿Por qué?
–Hace 60 años que viajo a Buenos Aires y ellos siempre opinan de política y están en contra de todos los gobiernos. Se dan vuelta y empiezan con el discurso de los chorros y demás. Toda la vida afilados con el análisis político y económico. Hay diferentes tendencias, pero siempre la misma pasión y una cantidad de información que asombra. Saben mucho y les encanta hablar. Siempre me impactó eso y, cuando era chico, llegar a Buenos Aires era como desembarcar en París. Recuerdo también las impresionantes parrilladas de los obreros.
–Eso va camino a la extinción...
–Lo sé, pero en esos tiempos era descomunal. Tengo en mente una parrillada organizada en el techo de lo que luego fue el Hotel Elevage. Siempre digo que en Argentina todo es posible porque han podido sobrevivir de las maneras más curiosas. Esto que están viviendo ahora no es algo desconocido. Las crisis son una constante en el país pero tienen una cultura de vida que les permite salir, y generalmente, bastante rápido.
–Hay necesidad de esperanza, por lo tanto suena muy amable su análisis.
–Creo que son días muy importantes para la Argentina. Globalmente está sucediendo que personajes que no estaban en la política tradicional, de pronto saltan a ser presidentes. También tuvimos una sorpresa en Chile. En el caso de Milei, tengo entendido que era un comentarista, un economista que andaba mucho por la televisión. Y muchos otros condimentos en su personalidad que, a mi criterio, lo transformaron en un personaje más que interesante. La verdad es que me gustaría entrevistarlo.
–¿Le atrae como personaje?
–Es diferente, me resulta interesante. Yo he entrevistado a todos los presidentes de los Estados Unidos de los últimos 35 años. Y, desde el retorno de la democracia en mi país, a todos los candidatos y luego vencedores de las elecciones. No hago entrevistas políticas, las mías van por otra vía. Y con este personaje estoy seguro que podríamos hacer algo muy bueno. Tengo toda la intención de proponérselo.
–¿Qué cosas lo indignan?
–Me molesta que intenten invadirme. Llevo 61 años de casado, un amor de toda una vida. Soy abuelo y bisabuelo con familia repartida en diferentes ciudades. Una vida relativamente normal. Claro que alguna vez dijeron mentiras sobre mí, y eso por supuesto me enoja. Sobre todo porque hay que salir a aclarar. Y es tedioso, me han hecho algunas campañas sucias.
–¿Cree en Dios?
–Sí, y esta es una etapa difícil porque es la de la despedida. El momento en el que uno debe ir dejando de hacer cosas que quisiera hacer, pero ya no corresponde que las haga. Creo que trato de no retirarme, pero las circunstancias me van retirando. La televisión no está en su mejor momento. Vive una realidad crítica, como el mundo mismo.
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