Creado en el estudio de García Ferré y multiplicado en todo tipo de merchandising, cautivó a los argentinos y hasta fue encarnado por Gabriel Nievas, un chico de Mendoza
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Cuando en 15 días la flamante mascota La’eeb irrumpa desde el metaverso, se dará inicio al mundial de Qatar 2022 con este personaje que en árabe significa “jugador habilidoso”. Con el turbante al viento, un elemento clave de la cultura islámica, La’eeb repartirá “energía y alegría donde quiera que vaya”, según anunciaron en la cuenta oficial de la Copa del Mundo. Pero 44 años antes, un gauchito sonriente prometía algo parecido, aunque en un contexto totalmente distinto.
Sombrero de campo con tiras, pañuelo con nudo al cuello, rebenque, faja y botines. Con actitud ganadora, algo desafiante, y los brazos en “taza” sobre las caderas, la primera mascota mundialista argentina fue el Gauchito. O mejor dicho, el Mundialito 78, tal su nombre original. Aplicado a llaveros, cuadernos y stickers, el gauchito mundialista dio lugar a un merchandising que dominaba desde la revista Billiken y el álbum de figuritas propio, hasta fixtures, tazas y vasos. Lejísimos de las plataformas digitales, aunque con la misma épica.
En esa época de plomo teñida por la dictadura militar el gauchito irrumpió en escena directamente desde una de las usinas de producción de dibujos animados más emblemáticas del país y de la región. Mundialito/Gauchito fue gestado en el estudio de Miguel García Ferré, el artista gráfico que dibujó la infancia argentina en los ‘70. Ferré creó un universo de historietas protagonizadas por personajes indelebles: Hijitus, Larguirucho, Pucho y Oaky.
Fue uno de los dibujantes de su estudio de animación, el mendocino Néstor Córdoba, quien delineó los trazos de la mascota mundialista en el mismo laboratorio donde la icónica ciudad de Trulalá se llenaba de aventuras y “cosa golda”.
Gauchito se instaló cómodo en el imaginario social aunque su imagen fue criticada por su similitud a Juanito, la mascota del Mundial de 1970 que tuvo a México como sede. El niño campesino con sombrero mexicano, camiseta verde, medias blancas y botines brilló en el estadio azteca. Apenas cuatro años antes, en Inglaterra surgía la primera mascota mundialista, el león Willie que utilizó la FIFA para la Copa del Mundo de 1966.
“El gauchito se integra a la lista de países que fueron representados por mascotas y utilizaron un imaginario muy directo donde lo costumbrista y la apelación a la infancia cobran gran importancia. Que haya salido del estudio de García Ferré es clave, porque fue un pionero en Latinoamérica. El Gauchito logró posicionarse como personaje popular, esa era su misión”, destaca Wustavo Quiroga, diseñador industrial al frente de Fundación IDA (Investigación en Diseño Argentino), dedicada a la recuperación, conservación y puesta en valor del diseño nacional. Libretas, cuadernos escolares, fixtures de la época y estampillas, entre otros objetos, integran el sistema de comunicación gráfica que forma parte del fondo documental.
Durante el Mundial 78 el Gauchito generó su mística propia. Y hasta cobró vida, cuando pasó del dibujo a la personificación. Fue en Mendoza cuando Gabriel Nievas, un chico de 6 años, apareció en el estadio Malvinas Argentinas vestido de gaucho. Su parecido era tal que los medios de comunicación lo inmortalizaron en entrevistas y notas. Hasta su mamá daba testimonios.
Gabriel participaba en un grupo de baile de la localidad de Las Heras que preparó la bienvenida a la selección de fútbol de los Países Bajos. En el acto oficial, plagado de funcionarios y militares, notaron que el chiquito era idéntico a la mascota mundialista. Y le pidieron que lo interpretara en el estadio durante la previa de los partidos. Desde entonces los Nievas atesoran la pelota, el sombrero y los botines como reliquias familiares.
“Me dieron la ropa, la pelota oficial, todo el merchandising. Mi mamá dijo que sí y, junto a otros chicos, pisamos el Malvinas”, recordó Nievas, a los 46 años, en el diario Los Andes. Su minuto de gloria lo vivió el 3 de junio de 1978, en el partido que disputaron Países Bajos e Irán. El gauchito se convertía en hito y era ovacionado en los potreros del barrio. No como La’eeb, la actual mascota oficial de Qatar 2022 criticada justamente por un detalle: su animación carece de botines y viene de un mundo paralelo.
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