El dispositivo de moda para moverse en la ciudad. Tras un intento fallido en 2019, ahora todos quieren usarlo
El monopatín eléctrico se toma revancha: muchas unidades usadas de empresas que ya no están en el país son furor en plataformas de venta digital
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Cómo elegimos viajar de casa al trabajo y del trabajo a casa es una de las decisiones medioambientales más cruciales que tomamos a diario. El transporte urbano tal como lo conocemos es uno de los principales responsables del cambio climático. La pandemia lo puso en evidencia en ciudades como Buenos Aires: durante la dilatada cuarentena del año pasado, cuando millones de conductores dejaron de usar el auto –el medio de transporte individual que más emisiones genera–, los niveles de gases contaminantes se derrumbaron a la mitad, según las mediciones del gobierno porteño.
Aquí y en el mundo, esa pasajera bocanada de aire limpio le dio un nuevo impulso a la movilidad sustentable en general y en particular a las tecnologías que apuntan a resolver el problema de la llamada “última milla”, como se denomina en la jerga logística al siempre delicado tramo final que conecta los grandes centros de transporte, como una estación de tren por ejemplo, con los destinos finales, como una oficina.
Al respecto, más allá del nuevo reinado de la bicicleta –durante 2020 su adopción se duplicó en Buenos Aires y uno de cada diez viajes urbanos se hizo en bici– en los últimos meses reapareció otro de los protagonistas de la micro movilidad que triunfa en otras ciudades del mundo y que parecía haberse extinguido en la fauna urbana local: el monopatín eléctrico.
Estos dispositivos tuvieron un fugaz boom en 2019 cuando irrumpieron como hongos en las esquinas porteñas de la mano de cinco empresas de alquiler extranjeras que apostaban a imponer esta nueva modalidad de traslado. Dos años después, ninguna de ellas permanece en el país. De hecho, en Mercado Libre se pueden comprar desde $30.000 algunas de las unidades usadas que supieron formar parte de la flota de estos emprendimientos. Consultado por la nacion, uno de los jugadores del sector atribuyó el fracaso de la primera ola de monopatines a razones cambiarias mientras que otro sostuvo que simplemente no pudieron resistir al parate que significó la crisis del Covid-19.
Paradójicamente, la nueva normalidad ahora podría darle a este medio de transporte sustentable, práctico y económico, el empujón necesario para consolidarse en la ciudad. Por oposición, las imágenes de las calles vacías durante la pandemia hicieron reflexionar a millones de conductores sobre la desproporcionada huella ambiental que generan los automóviles. Por eso ante el lento regreso de alguna forma de presencialidad en el trabajo, muchos están optando por darle una segunda oportunidad al monopatín eléctrico.
“Últimamente se potenció la necesidad de moverse de forma más libre, más práctica e individual”, dice Martín Díaz, dueño de EcoAlsina, una tienda de movilidad eléctrica con sede en Parque Chacabuco y que por estos días está abriendo una nueva sucursal en Palermo. Y agrega: “Por su tamaño, su geografía y su clima, Buenos Aires es una ciudad ideal para el monopatín. La demanda viene creciendo para ir al trabajo y no solo de parte de los jóvenes. Cada vez aparecen más clientes de 60 años a llevarse uno”.
Lo que hay que saber
¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de comprar un monopatín? Según los especialistas consultados, los modelos urbanos arrancan en los $50.000 y uno premium todoterreno puede llegar a valer casi un millón. Lo importante es tener claro el uso que se le dará para poder definir la autonomía necesaria, el tamaño del rodado y el tipo de freno, entre otras prestaciones. Otros factores a considerar son el peso del conductor, que influye en la duración de la batería, y la garantía que ofrecen los fabricantes de los dispositivos.
Desde el gobierno porteño ven con buenos ojos que surja una nueva alternativa que le robe viajes al auto particular y resaltan la alta adopción del casco y del uso de la red de ciclovías. “La pandemia trastocó la movilidad en las grandes ciudades basadas en el modelo de alta densidad, y en Buenos Aires aprovechamos este momento de crisis para radicalizar y acompañar el cambio cultural impulsado por miles de ciudadanos que están volcándose a la bici y otras opciones de micro movilidad como el monopatín. El desafío es dar respuesta a estas tendencias y generar ciudades atractivas: ciudades a escala humana, con alternativas para que la gente pueda vivir mejor en el entorno urbano”, sostiene Juan José Méndez, Secretario de Transporte y Obras Públicas porteño, en línea con la reciente Semana de la Movilidad Sustentable, que se celebró en todo el mundo para promover formas de transportarnos más amigables con el medioambiente. Como el monopatín eléctrico, que tras su fallida primera vuelta, ahora acelera y busca revancha en Buenos Aires.
Quizás, esta vez, haya llegado para quedarse.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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