El dilema del primer celular. ¿A qué edad hay que darles un teléfono a los chicos?
Ante un pedido infantil que llega cada vez más temprano, los padres dudan o se muestran desconcertados; la recomendación de los especialistas
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Con mi marido decidimos no darles celular a nuestros hijos hasta que tengan 12 años. Evaluaremos adelantarlo un año, dependiendo de cómo se desarrollen las cosas, pero hoy consideramos que no necesitan teléfono porque los llevamos y buscamos de todos lados”, dice con total seguridad Déborah Rosanó, mamá de Mía y Jerónimo, mellizos de 9 años, y de Sofía, de 7 años.
Déborah y su familia viven en un barrio cerrado en Zona Norte y prefieren que los chicos jueguen al aire libre, y se mantengan –por el momento– lejos de las redes sociales y de internet. “Si bien algunos de sus compañeros tienen celulares nosotros consideramos que no es necesario que nuestros hijos tengan estos dispositivos, ni tablets. En casa tampoco tenemos televisores con acceso a YouTube y ellos saben que tienen que pedirme permiso para ver la tele. Las plataformas de películas tienen solo habilitados sus perfiles”, explica Déborah.
Aunque según los expertos los padres deberían comportarse como Déborah, la realidad es otra. Según el último relevamiento realizado por Unicef y Google en 2020, Argentina es el país de la región donde más temprano se le da un celular a un niño, con 9 años de edad promedio.
Mariana Villalba, que es ama de casa y vive en San Isidro, provincia de Buenos Aires, le dio el primer celular a su hijo Marcos cuando tenía 10 años y a Pedro cuando tenía 6. “Fue por la pandemia. En el caso de Marcos, él y sus compañeros tenían grupos de estudio, así que realizaba trabajos prácticos e ingresaba a sus clases virtuales con el celular. Pedro, en cambio, aún no sabía leer ni escribir y el teléfono era la única forma de contactarse con sus amigos y primos. Pero a los dos les dimos celulares viejitos, que teníamos en casa. Recién el año pasado les regalamos un equipo nuevo a cada uno”, aclara Mariana.
Hoy Marcos, que cumplió 12 años, usa el teléfono dentro del colegio en algunas clases que se lo piden, y como billetera virtual, para hacer compras en el buffet. “Pedro no lleva celular al colegio, lo tiene en casa y lo usa para jugar o mirar videos. Cuando veo que se empieza a irritar porque pierde, le saco el equipo y le pido que vaya a jugar al parque o haga otra cosa. En el verano permito que lo usen recién cuando vuelven del club; y el resto del año se los dejo solo una hora, por la noche. Además siempre estoy ahí mirando qué hacen y hablándoles sobre los riesgos”, cuenta Mariana.
Un caso diferente es el de Sofía Fortini, mamá de Delfina, de 24 años, y Joaquín, de 12. “A Delfi la dejé usar teléfono a los 12 años, pero a Joaco se lo tuve que dar antes. Es que en 2018, con 9 años, comenzó a viajar con su equipo de básquet. Entonces con mi marido resolvimos darle un móvil para poder estar comunicados con él. Cuando regresaba del viaje se lo pedía nuevamente y lo guardaba. Después vino la pandemia y el celular fue la única manera que tenía de contactarse con sus amigos. De todas maneras, recién en séptimo comenzó a utilizarlo más y a chatear con sus compañeros. Antes casi no lo utilizaba. Eso sí, a partir del año pasado empecé a tener discusiones con él porque pasa mucho tiempo mirando videítos”, cuenta Sofía.
Claudia Amburgo, psicoanalista especialista en niños y adolescentes, reconoce que los chicos de hoy son nativos digitales y manifiestan muy pronto el deseo del celular propio. En este sentido, la profesional destaca que los padres deberían resolver una gran contradicción antes de darles a sus hijos un teléfono móvil: “Cuando almuerzan o cenan en familia muchos padres les niegan el celular a sus hijos, pero ellos mismos están sentados en la mesa con el móvil. Les piden a los chicos que jueguen o hagan deportes y ellos no sacan la vista de sus teléfonos”, dice Amburgo.
“Entonces: es fundamental realizar acuerdos entre toda la familia para que tampoco los adultos estén todo el día mirando el móvil. Si son coherentes, podrán pedirles a los chicos que sigan ciertas reglas”, agrega la especialista.
¿Cuestión de edad?
La realidad es que los chicos piden un celular a edades cada vez más tempranas. Según Juliana Nieva, psiquiatra infantil del departamento Infantojuvenil de Ineco, este cambio de hábito está ligado al ejemplo que les dan los adultos. “La conexión con los dispositivos y en las redes sociales por parte de los chicos debe darse en forma gradual. Hay que ir dándoles autonomía, pero al mismo tiempo, hay que educarlos y prevenirlos sobre los posibles riesgos que deberán enfrentar en el mundo digital”, aclara la médica.
Aunque Nieva no da una recomendación concreta sobre la edad adecuada para que los chicos reciban su primer celular, considera que a los 8 o 9 años todavía es un poco temprano. “A partir de esa edad los padres deberían ir evaluando cuándo el niño está en condiciones de utilizarlo adecuadamente. Depende mucho de cada chico. Lo primero que deben comprender es que es una herramienta de comunicación, y no un juguete. Además, tienen que saber cómo comportarse para estar seguros cuando utilizan las redes sociales”, aconseja.
María Zysman, psicopedagoga y directora de la Asociación Civil Libres de Bullying, coincide con que no hay una edad exacta para comprarle el primer móvil a los chicos, pero recomienda que sea cuando empiezan a salir solos de su casa. “Mientras no lo hagan, no veo la necesidad de darles un teléfono. Si el chico a los 10 años va solo al colegio, yo le daría un celular básico para que avise cuando sale y cuando llega. Si va a la escuela en micro escolar o lo llevan sus padres, hasta los 12 años no veo la necesidad de hacerlo”, detalla.
Ahora bien, ¿qué alternativa tienen los padres frente a la insistencia de sus hijos? Zysman sugiere que pueden usar otras estrategias antes de darles un celular con wifi y datos ilimitados. El comienzo gradual, dice la especialista, es una buena opción. “Primero deben tener acceso a una computadora sin wifi, luego permitirles conectarse a través de la computadora, más tarde tener un teléfono pero conectado solo a través de la red hogareña, para finalmente darles un celular con datos, que pueda conectarse a otras redes”, describe.
En esta misma línea, los expertos consultados coinciden en que el ingreso de los chicos al mundo digital debería ser paulatino. Hay que educarlos y ofrecerles el espacio para plantear dudas. Los padres tienen que ver qué contenido suben sus hijos y con quiénes hablan; es importante que puedan discernir entre un contacto conocido y un engaño. Además, la directora de Libres de Bullying ofrece un tip clave: “Cuanto más chico es el niño, más grande debe ser la pantalla y menor el acceso al wifi”.
Riesgos
María Zysman también asegura que hay tres fuentes de peligros cuando los chicos usan los dispositivos móviles. Una tiene que ver con los contenidos a los que acceden, que pueden ser inapropiados o violentos. El segundo es que dejen de hacer actividades por estar con el móvil. “Y la tercera fuente de riesgo engloba muchos otros peligros que tienen que ver con el intercambio con otras personas. Se pueden dar situaciones de ciberbullying, que consiste en la humillación pública intencional, sostenida y reiterada; pueden caer en manos de un adulto o groomer que busca imágenes de contenido sexual por parte de los chicos; y hay muchos otros riesgos como consecuencia de la exposición de datos e imágenes personales”, enumera la directora de Libres de Bullying.
A nivel psicológico, Josefina Saiz Finzi, psicoanalista clínica especializada en niños y adolescentes, asegura que en algunos chicos el uso excesivo del móvil puede producir aislamiento emocional y exacerbar sus miedos. Además, aclara que los niños no deberían buscar compañía en un celular. “Conviene alentarlos a que se encuentren con sus pares y que interactúen en el espacio físico con sus reglas y roles, porque la estabilidad psíquica aumenta mediante la experiencia y el aprendizaje”, sostiene.
Por otro lado, Saiz Finzi destaca que la función de los padres o cuidadores es ofrecer una relación de confianza y protección. “Los padres no pueden desaparecer después de entregarle un celular a su hijo. Deben observar las conductas de los chicos y utilizar su intuición para evitar los abusos tecnológicos”, agrega.
En el colegio, ¿sí o no?
Históricamente, la mayoría de las instituciones educativas vieron al celular como un enemigo, pero la pandemia ha cambiado este antagonismo. Sucede que muchos docentes y autoridades tuvieron que “amigarse” con este dispositivo para poder brindar clases a distancia.
“En el colegio donde trabajo el uso del celular está permitido a partir de séptimo grado. Se usa en las clases con un fin didáctico. Cada docente decide en qué momento y para qué permite su utilización– cuenta Gastón Zafra, docente de Nivel Primario de un colegio privado de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires–. Los chicos, por su parte, empiezan a tener celulares y a llevarlos al colegio a partir de esa edad porque en séptimo tienen posibilidad de salir a almorzar fuera del colegio, si los padres los autorizan”.
Para Zafra, la incorporación adecuada de equipos móviles en las aulas es favorable. “Antes de la pandemia muchos docentes no estábamos preparados para usar la tecnología. Y aunque aprendimos a la fuerza, hoy creo que el celular bien utilizado dentro del aula es una gran herramienta y es positivo para la educación”, reflexiona.