El costo ambiental de la moda. La ropa de segunda moda marca tendencia
La industria textil genera el 10% de las emisiones que provocan el calentamiento global: marcas y acciones que promueven la reutilización como el hit de la indumentaria
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Ya célebre por ser el más seco del mundo, ahora el desierto de Atacama está ganando notoriedad por su flamante condición de cementerio textil del planeta. Miles y miles de toneladas de ropa usada –provenientes en gran medida de Estados Unidos, Asia y Europa– se acumulan allí desde que Chile se convirtió en el mayor importador de desechos textiles de Sudamérica.
Esta verdadera montaña de indumentaria, en la que pueden encontrarse prendas de las marcas más reconocidas (algunas todavía con la etiqueta puesta), es la evidencia de que el consumo de fast fashion, como se denomina a la estrategia de las grandes cadenas que lanzan colecciones de ropa de baja calidad a precios baratos varias veces al año, es un problema inocultable.
Inocua a primera vista, la industria textil es de las más contaminantes del mundo. Según cifras de la ONU, genera el 10% de las emisiones de CO2 que provocan el calentamiento global y es el segundo proceso de producción que mayor cantidad de agua utiliza. Fabricar un jean de algodón requiere de 7500 litros de agua, el equivalente a lo que bebe una persona durante siete años.
Frente a este escenario, muchos de los protagonistas del sector están cambiando las pieles para minimizar el costo ambiental de la moda. Y en este sentido no son pocos los que apuestan por la reutilización, es decir, con darle una segunda oportunidad a la ropa. A nivel global, el mercado second hand ya mueve 36.000 millones de dólares y su potencial es inmenso: según un informe de ThredUp.com, el sitio de ropa usada más grande del mundo, en los próximos diez años este negocio crecerá más rápido que el del retail tradicional y se espera que en 2030 duplique el tamaño del propio fast fashion.
El boom de la indumentaria pre-loved –entrañable eufemismo que promueven los consumidores conscientes– se explica en gran medida por el éxito de algunos grandes marketplaces (como el propio Thredup, Vinted o The RealReal) que conectan sin intermediarios a vendedores y compradores de ropa. Sin embargo, las principales marcas del mundo ya están tomando nota de este cambio de hábito sustentable. Según el reporte, más de la mitad de las grandes cadenas confirmaron que piensan ofrecer productos de segunda mano a sus clientes. Algunas marcas icónicas ya lo hacen: por ejemplo Levi’s lanzó su propia web de segunda mano, Nike creó un servicio que apunta al segmento y Patagonia desde hace tiempo ya promueve extender la vida útil de sus prendas en su plataforma Worn Wear.
Por estas latitudes comprar y vender ropa usada también comienza a ser tendencia. “Si bien en Argentina el mercado de segunda mano siempre tuvo un tamaño estable con las tradicionales ferias americanas, en los últimos años se dio un crecimiento muy importante en el mercado, con la aparición de propuestas más completas para el cliente en la experiencia de compra”, explican Brenda Andersen y Constanza Darderes, fundadoras de Cocoliche, un emprendimiento que promueve la compra y venta de ropa seleccionada vía web y en locales en Palermo, Belgrano y La Plata. “Ya llevamos reinsertadas en el mercado casi 400.000 prendas evitando así su fabricación y disminuyendo el impacto ambiental de la industria textil”, aseguran. Otras de las iniciativas locales más activas son RenovaTuVestidor y el ya clásico vintage Juan Pérez.
¿Cuál es el perfil del consumidor de ropa usada hoy? Según las fuentes consultadas por la nacion, todavía en el país el hábito se concentra en mujeres que en su gran mayoría valoran positivamente el hecho de reutilizar y a la vez acceder a una prenda original a un precio más que razonable. Sin embargo, algunos aseguran que estamos en los albores de una revolución en la industria de la moda. Una señal: ya hay indicios de que la Generación Z desconfía de los productos nuevos catalogados con el muchas veces dudoso sello de “orgánico” y que prefieren buscar alternativas en el mercado de segunda mano. “La prenda más sustentable es la que ya existe”, escribe Dafna Nudelman, especialista en consumo responsable y autora del flamante Cómo rompimos el mundo y cómo podemos arreglarlo (editorial Paidós). Según la autora, no importa que tan sustentable sea la tela o el modo de producción, fabricar una nueva prenda va a tener un impacto, y habiendo tantas ya fabricadas en el mundo, lo mejor que podemos hacer es amortizar su huella ambiental. “El consumo y la moda necesitan redefinirse, hacer foco en el cuidado del medio ambiente, la reducción de la huella de carbono, el trabajo decente, la equidad de género y la transparencia en la gestión”, sostienen las creadoras de Cocoliche. Y agregan: “Estos conceptos captan el interés social y por eso creemos que cada vez más personas van a elegir consumir moda de una manera más consciente”.
En números
- 7500 litros de agua requiere la fabricación de un jean
- 118 millones de personas compraron ropa usada por primera vez en 2021
- 36.000 millones de dólares mueve el mercado second hand a nivel global
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