Emprendedor y artista, el hijo mayor del fundador del Malbec, que presenta su primera muestra fotográfica individual en San Pablo y luego en Punta del Este
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Hay mucha carga genética dando vueltas alrededor de Eduardo “Edo” Costantini (47). Imposible no quedar afectado. Por el lado de su madre, la actriz y directora María Teresa Correa Ávila, que desde chiquito lo metió en los sets de filmación en los que ella estaba trabajando, desarrolló esa sensibilidad y gusto por el cine de culto. Del lado paterno, Eduardo Costantini, uno de los grandes desarrolladores inmobiliarios de la Argentina, coleccionista excelso y fundador del Malba, le transfirió esa dosis de riesgo entrepeneur y el apasionamiento por las artes.
–De chico tu papá te llevaba a los remates, ¿algo que te marcó?
–Lo acompañé la noche que compró el Tarsila do Amaral, el precio seguía subiendo, él me miró y me preguntó: “¿Qué hago?”. Yo era chico y recuerdo haberle dicho “compralo”. Fue un momento muy emocionante y de mucha adrenalina.
Frente a esta abrumadora exigencia hereditaria, que derivó en estudios de negocios y cine,y a ese oculto y postergado deseo por convertirse en concertista de piano, fueron sucediéndose las multiplicidades de “Edo”. Lanzó Dinero.net, uno de los primeros sitios de inversión mucho antes del auge de las billeteras virtuales. y los emprendimientos inmobiliarios Las Cárcavas en Uruguay y Oceana Bal Harbour, junto a su padre.
–¿Si tuvieras que llenar un espacio que diga “profesión” que pondrías? ¿Y vocación?
–La profesión depende de qué formulario estoy completando. A veces digo artista o emprendedor social. En cuanto a la vocación, lo mío es querer tener un impacto positivo en lo social, generar conciencia a través del arte y la cultura.
Pero como el arte es más fuerte, pasó por el Malba como director ejecutivo e inició el programa de cine del museo, formó parte del equipo de MUBI, una de las primeras plataformas de transmisión de películas clásicas y de vanguardia en línea, la plataforma de streaming de contenidos en formato corto Kabinett, y Kolapse, una plataforma que reúne a artistas y activistas para crear conciencia y sobre nuestra crisis climática y social. También fue productor galardonado detrás de varias películas, incluida la ganadora del Oso de Oro de Berlin en 2008 The Elite Squad.
–¿Te gustaría ver una obra tuya en el Malba?
–Sí, por supuesto y en otros museos también.
Como si el tiempo sobrara, es padre de seis: Camila, de 28 (hija de su unión con la pintora Agustina Picasso, que ya le dio dos nietos, Vicente y Athena) y Lucio (14), Theo (13), Otto (6) y Río (7 meses) que tuvo con su mujer Delfina Braun, con los que hace varios años se instaló en las afueras de Nueva York. Ahora, de un modo más acompasado, busca mostrar su costado más íntimo y personal como compositor, pianista y la fotógrafo.
–Siempre jugaste en equipo, pero ahora te presentás en soledad en tu primera muestra fotográfica individual, Una flor no es una flor, en San Pablo. ¿Es diferente la sensación?
–Disfruto mucho el silencio. Creo que todo acto de creación requiere un momento de introspección, de encontrarse con uno mismo. Pero también me gusta trabajar en equipo. Por ejemplo, en esta exposición trabajamos muchas horas con la curadora Clara Ríos y con el galerista Mario Cohen en seleccionar las fotos para darle sentido a la exposición. Un proceso similar me sucedió con mi disco, que casualmente se llamó Silencio. Canciones que surgieron en las teclas del piano durante esas mañanas silenciosas en las que todo está en calma. Se las mostré a Mauro Refosco, percusionista de David Byrne, y le gustaron porque según él “nacían desde un lugar profundo y verdadero”. Incorporamos el chelo de Gabriel Cabezas y ahí se gestó. Disfrute trabajar con otros músicos para agregar otros sonidos y texturas, el proceso fue muy enriquecedor.
–Se nota que hay algo más personal e íntimo que contás a través de estas fotos en los bosques de tu cotidianidad. ¿Estamos en un momento de introspección?
–Sí, creo que estos tiempos difíciles que nos tocan atravesar hacen que nos volquemos más hacia el interior. Y muchos también hacia la espiritualidad. Creo que si bien el Covid nos aisló, al mismo tiempo nos hizo estar más cerca.
–¿Por qué la fotografía?
–Siempre me interesaron las artes visuales y la música. Creo que es retratar y mezclar un poco de cada cosa. Estudié piano y composición en dos conservatorios en Argentina y luego de Nueva York. Hice fotografía en el estudio de Aldo Bressi, un amigo muy cercano que desgraciadamente ya no está en este plano, y estuve un tiempo en la FUC, la Universidad del Cine, antes de empezar mi proyecto de Malba.cine. Estos últimos años mientras fotografiaba en mis caminatas, también estuve filmando. En unos meses, voy a lanzar Last Survivors, una película de 30 minutos con un relato distópico que escribimos con Martín Hadis. La narración fue grabada con una actriz de Islandia.
–¿Qué te pasa con la naturaleza? ¿El arte es una forma de protesta, una forma de preservarla para el futuro?
–La naturaleza me trae paz y de a momentos me acerca a lo sagrado, a ver y creer que existe algo mayor y divino. Mi proceso artístico, el cual sigue evolucionando, busca retratar esos momentos sublimes.
–La muestra es en San Pablo, y luego en Punta del Este, ¿por qué no en la Argentina?
–Se dio de manera natural exhibir en San Pablo y luego en Punta del Este. Hace dos años me invitaron a exhibir en México en una exposición grupal, y también en Nueva York y en Miami. Pronto espero llevar esta exposición a la Argentina.
–¿Sentís presión de ser exitoso?
–Aspiro a la felicidad de cada momento, a tener salud, amor y poder seguir trabajando en lo que me gusta. A disfrutar cada momento y a agradecer por lo que tenemos. Sobre qué es el éxito podríamos conversar horas. ¿Qué es el éxito? ¿Reconocimiento en lo profesional, en lo económico, en lo familiar? Creo que el éxito es una combinación de todo lo anterior. Tener salud, poder comer todos los días, tener alguien al lado que te quiera, ser reconocido por tu trabajo y ganar lo suficiente para poder pagar las cuentas.
–Tenés dos padres fuertes y sos el varón mayor de la casa, o sea que hubo un nivel de exigencia alto... ¿O sos auto exigente por naturaleza?
–Soy autoexigente, y creo que eso viene de ver a mis padres haber trabajado tanto por encontrar la excelencia.
–¿En qué buscaste diferenciarte?
–Toda mi vida me busque a mí mismo. No busqué diferenciarme de mis padres. En algunas cosas nos parecemos y en otras no mucho. Los admiro mucho a ambos por los valores que nos han inculcado, más allá del trabajo que han realizado.
–¿Algo que les reprochás?
–Nada, en todo caso tengo mucho que agradecerles.
–¿Con qué los hiciste sentirse orgullosos?
–A mamá ahora con mi música, escucharme tocar en vivo la conmovió. Y papá está muy contento de verme desarrollar mi camino artístico a través de la fotografía.
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