Hoy se celebra el día de este trago que sigue vigente y cuyas reversiones se cuentan por centenares
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Icónico como pocos cocktails, su sola imagen remite a personalidades que han hecho del Dry Martini símbolo del conocedor en materia de bebidas. De Hemingway a Churchill, la legión de célebres fans de este trago que tiene como ingredientes centrales al gin y al vermouth seco –decorado con una aceituna o una cáscara de limón–, ha logrado que este cocktail más que centenario se mantenga vigente, siempre dentro del top 10 de los más vendidos en los bares de todo el mundo.
Es que historias y anécdotas en torno al Dry Martini hay miles. Un gran fanático fue el presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt, que solía llevar consigo un kit para prepararlo. En la conferencia de Yalta, que reunió a los triunfadores de la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt le preparó un Dry Martini a su anfitrión, Stalin, aunque se disculpó por no contar con limón para la decoración. “Al día siguiente –contó Robert Hopkins, fotógrafo personal del mandatario norteamericano– , cuando bajé al hall de entrada, me sorprendió ver justo ante la puerta de la antesala un enorme limonero que Stalin había mandado para que el presidente pudiera servir sus martinis con su twist de limón”.
En la célebre novela Adiós a las armas, el protagonista dice al respecto del Dry Martini: “Nunca había probado nada tan fresco y limpio. . . Me hace sentir civilizado”. Es que su autor, Ernest Hemingway, fue otro amante del trago, aunque lo preparaba bastante cargado: 15 partes de gin y solo una de vermouth (cuando la receta clásica es de 2 a 1).
Ese mismo desapego por el componente no destilado de esta bebida declaraba el primer ministro británico Winston Churchill, que con su buen humor inglés aconsejaba preparar el Dry Martini en una habitación en la que la barra y la chimenea estuvieran bien lejos una de otra. “Se deja la botella de vermouth sobre la chimenea, se camina hasta la barra, se sirve el gin y se toma”, precisaba.
Historia (s) de un clásico
“Para convertirse en clásico, un cocktail tiene que ser obviamente rico, pero también fácil de preparar. Y tiene que tener, además, una linda historia detrás”, afirma el bartender Ramiro Ferreri, brand ambassador del london dry gin Bulldog. Pero, ¿cuál es la historia de este cocktail que celebra su día mundial cada 19 de junio?
Son varios los que se atribuyen su creación, que se estima ocurre en algún momento entre 1860 y 1920, en Estados Unidos. Una de las teorías sobre su origen señala al bartender Jerry Thomas, a cargo de la barra del Occidental Hotel de San Francisco, que en la década de 1860 solía servir un cocktail llamado Martínez a los pasajeros que tomaban el ferry que unía San Francisco con Martínez, ciudad de la costa sur de California.
El Martínez (gin, vermut dulce, marraschino y bitter) era una variación de otro clásico, el Manhattan (whiskey americano, vermut dulce y bitter), en el que el whiskey se reemplazaba con gin. La receta del Martínez aparece por primera vez en el libro Jerry Thomas’s Bartenders’ Guide en 1862, y en 1884 es reproducida en The Modern Bartender, escrito por O. H. Bryon.
Claro que si bien el Martínez tenía un corazón de gin y vermouth, era dulce, no dry (seco). Y aquí entra a jugar otra de las teorías sobre su origen, que lo sitúa en la otra costa de los Estados Unidos, más precisamente en Nueva York. Hay quienes dicen que el Dry Martini en su forma actual nace en 1911 o 1919 (hay distintas versiones) en el neoyorquino Hotel Knickerbocker, donde el barman Martini di Taggia servía al multimillonario John D. Rockefeller un cocktail que llevaba partes iguales de gin (más precisamente de estilo london dry) y vermouth seco.
Sin embargo, muchos años antes aparece la receta de un cocktail con el nombre Martini. En 1888 se publica el libro Harry Johnson’s Bartenders’ Manual, que describe cómo preparar el Martini Cocktail: “Media copa de gin y media copa de vermouth”. ¿Seco o dulce? No hay precisiones, pero se llama Martini. Al Hotel Knickerbocker esta referencia histórica le tiene sin cuidado y sigue alimentando la leyenda que lo une a ese trago. De hecho, una de sus suites más lujosas se llama Martini Suite. Ubicada en el piso 15, tiene una inmejorable vista de Times Square.
Sucio, Vesper y 1001 más
Las variantes del Dry Martini se cuentan por centenas. Una de las más comunes es el Dirty Martini (Martini sucio), en el que se agrega un chorrito de la salmuera de las aceitunas a la mezcla. Otra bastante popular es la que propone nada menos que James Bond, que en realidad solía pedir un Vodka Martini (reemplazando el gin por vodka), precisando que se lo prepararan “batido, no revuelto” (“shaken, not stirred”).
Incluso en la novela Casino Royale (1963) de Ian Fleming, Bond propone una variante propia: el Vesper Martini –su nombre remite al personaje femenino del libro–, que tiene doble base espirituosa (gin y vodka), y en vez de vermouth seco lleva licor Kina Llilet. ¿Decoración? Un elegante twist de cáscara de limón.
“Hoy, al igual que a principios de los 2000, los bartenders estamos proponiendo reversiones del Dry Martini más cercanas a los gustos actuales, ofreciendo cocktails no tan secos ni tan alcohólicos”, comenta Ferreri y concluye: “Lo que sigue vigente es que es un trago que es sinónimo de elegancia, como nos enseñó James Bond”.
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