Después del fuego. ¿Qué pasa cuando desaparece una especie?
El oso hormiguero, el yaguareté o el ciervo de los pantanos hoy corren peligro: a menor biodiversidad, advierten los expertos, crecen los riesgos de nuevas pandemias o catástrofes
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La quinta extinción masiva fue la de los dinosaurios. Se cree que el impacto de un asteroide gigante acabó con la vida de buena parte de las especies que habitaban el planeta por ese entonces. Unos 66 millones de años después, la sexta extinción masiva ya está en marcha. Y esta vez, la causa no es una catástrofe natural externa: el cataclismo somos los propios seres humanos.
Las cifras son escalofriantes. Según un informe global elaborado por expertos en biodiversidad de las Naciones Unidas, se calcula que la crisis de extinción actual amenaza a un millón de especies. Y está ocurriendo más rápido de lo esperado: la tasa de desaparición es centenares de veces mayor que la de la evolución natural, lo que implica que en la próxima década una de cada cuatro especies conocidas podría extinguirse.
Los dramáticos incendios en Corrientes, donde todavía persisten focos activos, no solo arrasaron con casi 950.000 hectáreas de bosques, esteros y pastizales sino que afectaron a centenares de especies de fauna, muchas de ellas en peligro de extinción. En los Esteros del Iberá, uno de los reservorios de biodiversidad más ricos del continente, coexisten unas 190 especies registradas, de las cuales 34 corren riesgo de desaparecer, entre ellas algunas icónicas como el yaguareté, el oso hormiguero o el ciervo de los pantanos, según datos que proporciona el Sistema de Información de Biodiversidad de Parques Nacionales.
Por eso, entre tantas preocupaciones domésticas y foráneas, vale la pena detenerse unos minutos a pensar qué pasa cuando desaparece una especie. El caso más paradigmático quizás sea el de las abejas. De acuerdo con datos de la FAO, casi dos tercios de los cultivos que alimentan a la humanidad necesitan de la polinización de estos insectos para su producción. Sin el rol de las abejas en la cadena natural, la vida tal como la conocemos sería imposible. De ahí los esfuerzos de muchos científicos y naturalistas para declararlas como los seres vivos más importantes del planeta. “Cada especie que habita el planeta Tierra ha coevolucionado con otras durante miles de años, ocupando un nicho ecológico y cumpliendo una función en el ecosistema”, explica Manuel Jaramillo, director ejecutivo de Fundación Vida Silvestre, sobre el valor intrínseco de cada ser vivo. Y agrega: “Por ejemplo en Argentina el yaguareté es el depredador tope de la cadena alimentaria y su función es controlar la densidad de otras especies de mamíferos herbívoros que si crecieran demasiado alterarían la flora y el ecosistema en general”.
Precisamente, en los Esteros del Iberá, una de las zonas más afectadas por los incendios, organizaciones conservacionistas trabajan codo a codo con las poblaciones locales y las autoridades provinciales para reintroducir especies emblemáticas, como el yaguareté, pero también otras en apariencia triviales y que en silencio cumplen funciones clave. “La presencia del guacamayo rojo, una especie que había desaparecido de Iberá y que logramos reintroducir, va a ayudar que los bosques afectados por los incendios se recuperen más rápido porque son una especie que se alimenta de árboles frutales y es dispersora de semillas”, ilustra en diálogo con la nacion Sofía Heinonen, bióloga, directora de Rewilding Argentina y unas de las mujeres que lideró los esfuerzos para combatir la catástrofe ambiental en Corrientes.
Al fin de cuentas, la biodiversidad es la base que sustenta la vida en la Tierra. Incluida la nuestra, por supuesto. La ecuación es simple: a mayor biodiversidad, menos probabilidades tenemos de sufrir catástrofes climáticas o incluso pandemias como la del Covid-19. ¿Cómo es esto? La ciencia demostró que los agentes patógenos necesitan huéspedes donde alojarse. Es por eso que manteniendo intacta la variedad de especies vivas, se reduce el riesgo de contagio. “Nosotros restauramos los ecosistemas para que vuelvan a ser funcionales y completos. Mantenerlos sanos, con sus roles ecológicos y con todas las especies claves ayuda a prevenir las crisis climáticas y también las grandes pandemias”, sostiene Heinonen sobre este delicado equilibrio natural. Y concluye con una invitación: “Cada uno desde su lugar puede sumarse al concepto de rewilding, colaborando en la regeneración de grandes ecosistemas como los parques nacionales pero también a pequeña escala, como el jardín de una casa o una reserva natural urbana”.
La crisis en cifras
- 1 millón de especies están amenazadas hoy a nivel global
- 1 de cada 4 especies conocidas podría extinguirse en la próxima década
- 950mil hectáreas de bosques y pastizales se incendiaron en Corrientes
- 34 son las especies amenazadas de extinción en los Esteros del Iberá
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