Cambió de rubro, conquistó el barrio de Devoto y ahora apuesta a Retiro
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Exfutbolista y amante del fútbol. Padre de 4 hijos. Entrepreneur gastronómico y Real Estate”. La minibío en X (antes Twitter) de Damián Manusovich resume lo que es, aunque un detalle define como nunca su presente. En realidad, es padre de 5 hijos –la última, Eva, nació el 6 de septiembre– pero todavía no tuvo tiempo de actualizar la información. “No estoy a mil, estoy a tres mil”, dice para graficar este momento de su vida que lo encuentra en múltiples proyectos inmobiliarios con su empresa Estudio MMCV, además del desarrollo de Ruta Puerto, el polo gastronómico que busca revivir la zona del bajo porteño, a metros del río, cuya curadoría está a cargo del grupo gastronómico Abridor. Por si fuera poco, es panelista en ESPN y está estrenando paternidad. “Después de 4 varones, llegó la nena”, dice con una sonrisa.
–Estás a full con los desarrollos gastronómicos e inmobiliarios. ¿En qué rubro te sentís más cómodo?
–Nuestro core es el Real Estate, desarrollamos emprendimientos residenciales, comerciales –la mayoría gastronómicos– e incluso mixtos, dependiendo de la zona. La arquitectura y la gastronomía se parecen. Primero, para poder llevar adelante un local gastronómico lo tenés que hacer. Ahí tenés que tener cierto conocimiento de arquitectura e interiorismo. Y después el plan de necesidades es similar. Pero lo importante es satisfacer lo que pide cada zona o proyecto. Es lo que nos diferencia. El Real Estate y el Retail tienen un hilo conductor que tiene que ver con la forma en que quiere vivir la gente. Además de una necesidad de vivienda, surgen otras como el tener un espacio laboral, de esparcimiento. De ahí esta mezcla y peculiaridad que tenemos como desarrolladores. Vemos la necesidad y la llevamos adelante. Puede ser un local gastronómico, una escuela de arte o de cocina, un vivero o un local de ropa.
–¿Este concepto surgió después de la pandemia?
–No, lo hacemos desde que empezamos, hace 20 años. Somos muy empáticos con esta idea de las “ciudades de 15 minutos” tan en boga hoy. Creemos que es la gran solución para descentralizar los polos urbanos: mejora el traslado y la seguridad. La calle termina siendo un lugar de encuentro. Tenemos clientes que valoran positivamente tener un local gastronómico debajo de su edificio porque puede ser un lugar de encuentro entre amigos o familiares. Es la extensión de su casa. Creemos que la vida no solo es de puertas hacia adentro, sino también de la puerta hacia afuera. También es bueno contar con espacios verdes y veredas transitables donde sucedan cosas.
–¿Villa Devoto es tu barrio fetiche?
–Nuestros inicios fueron ahí, pero hoy nos hemos expandido no solo en Capital Federal, sino que tenemos proyectos en San Martín, Tres de Febrero, Escobar, San Miguel, Mar de las Pampas, Villa Gesell, Las Gaviotas, Colonia Marina, Costa del Este y Uruguay.
–¿Cuántos proyectos tenés activos?
–No los tengo contados, es muy mal marketing, pero sinceramente, no lo sé. Obvio que no sería posible sin mi equipo. En total somos como 120, entre los que hacen Retail por un lado y Real Estate por el otro. Es una organización muy grande, con gente muy capacitada. Sería imposible hacer todo lo que hago si no tuviera los socios y equipos que tengo. Yo soy la cara visible, pero hay un montón de gente que es tan o más importante que yo. No tengo ningún proyecto solo, siempre me asocio con alguien. Para mí, la máxima de no mezclar negocios con amistad porque después te terminás peleando, no va. Mis socios, si no son mis amigos, terminan siéndolo. Privilegio siempre las relaciones personales.
–¿Te ayuda para este tipo de actividad haber jugado al fútbol, estar en los medios?
–Me pasaba más al principio, porque ahora hace ya muchos años que estamos trabajando. De hecho hay algunos que se enteran mucho tiempo después de que jugué al fútbol y me dicen: “¿Cómo no me dijiste?.” Yo no voy por la vida diciendo que fui futbolista. Pero que la gente te conozca es un valor, transmite una cuestión de familiaridad. Después, como en todo, tenés que responder en la cancha.
–Cómo jugador te destacabas por ir para adelante y atacar, siendo defensor. ¿Cuál es tu mejor cualidad como empresario?
–Esa, soy un entusiasta de ir para adelante, que era lo que me pasaba como jugador. En definitiva, a muy grandes rasgos, se juega como se vive. Ves a un jugador en la cancha y te das cuenta de cómo es afuera: está el que se sacrifica por el equipo, el solidario. Seguramente ese es el que en el día a día le da una mano al de al lado. Y tenés al individualista, que tal vez piensa más en él. Obvio que es una extrapolación ridícula, pero en mi caso es cierta. Mi mayor virtud siempre fue el esfuerzo, el empeño y las ganas, y es lo que pongo en cada proyecto. Y además tengo buen espíritu, trato de disfrutar el camino.
–¿Sos mejor desarrollador que futbolista?
–Sin lugar a dudas. Estoy muy contento con lo que hice como jugador, para mí fue un sueño cumplido. Pero en términos de mercado, tengo más posibilidades de destacar como desarrollador que como jugador. Me encanta al fútbol, sigo ligado porque es mi pasión, voy a la tele para seguir conectado con eso. Pero no fue un anhelo de chico. Jugaba porque me gustaba, empecé en Atlanta, después en Vélez. Recién cuando salí campeón con San Lorenzo dije: “Soy jugador de fútbol’. Hice hasta tercer año de Ciencias Económicas y dejé cuando me fui a jugar a España. Podía terminar de jugar al otro día, que yo iba a seguir con mi carrera y las cosas que me gustaban.
–No tuviste, entonces, el miedo del día después del retiro, que a los jugadores los persigue durante toda su vida deportiva.
–No, de hecho, cuando dejé de jugar estaba en España, tenía un año más de contrato y ya venía haciendo cosas de Retail y emprendimientos inmobiliarios. Era 2002 y dije: “Me vuelvo a la Argentina”. Veía mucho potencial en el país, incluso en un año en el que todo el mundo se estaba yendo, yo quería volver. Tenía la mirada de lo que pasaba en Europa, veía hacia dónde iba el boom inmobiliario que terminó en la crisis del 2008 e intuía que eso era insostenible. En cambio, tenía fe de que en Argentina, después de muchos años de tristeza y sufrimiento, iba a haber un crecimiento. Y además es mi lugar en el mundo y trato de sumar mi granito de arena. Invertimos en el país, damos trabajo, tratamos de generar cosas positivas. En un punto es algo egoísta porque tengo clarísimo que me quedo acá y me muero acá. Y no tengo otra alternativa que la de generar un mejor país para mí y para mis hijos.
–Hablando de hijos, ¿cómo es volver a ser padre a los 50?
–Por ahora, llevo una semana, dame un tiempito más [risas]. La verdad que bien, no me molesta no dormir, nunca me molestó. Obviamente es mejor dormir, pero no es un gran problema: si no, no hubiera vuelto a recorrer el camino.