¡Hay equipo! Cada vez son más los ídolos del fútbol que invierten en el mundo del vino
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Qatar está a la vuelta de la esquina. Todo un país va tachando los días que nos separan del martes 22 de noviembre 7 a.m. Las cábalas están listas, muchos ya saben dónde y con quién verán el partido, e incluso hay menús definidos de antemano. ¿Y el vino? ¿Con qué se celebra?
Para quienes comparten ambas pasiones –el vino y el fútbol– hay mucho para elegir. Es larga la lista de los jugadores de hoy y de siempre que cuentan con vino propio, tantos que fácilmente podríamos armar un equipo, con técnicos y banco de suplentes incluidos. Veamos una posible formación.
En un esquema 3-4-3, tranquilamente podríamos hacer jugar juntos a goleadores de tres generaciones: Labruna, Kempes y Messi tienen o tuvieron vinos propios, así que la ofensiva está asegurada. Un mediocampo podría armarse con los tintos y blancos de Diego Armado Maradona, Marcelo Gallardo, Leandro Paredes y Sebastián “la Brujita” Verón; atrás Rolando “el flaco” Schiavi, Nicolás Burdisso y todo el plantel de México 86 que tiene su propio tinto. Al arco, Armani. ¿Y el DT? Podrían alternarse Labruna y Gallardo.
Es cierto que no todos los vinos están necesariamente a la altura de la destreza deportiva de quienes ponen su nombre (y en muchos casos su imagen) en las etiquetas. Algunos son un ítem más del merchandising mientras que otros tienen un fin solidario; pero también está los que no pasan del capricho del vino propio y, aunque son los menos, hay verdaderos proyectos enológicos en los que los jugadores se involucran con el mismo nivel de seriedad con que encaran un deporte de alto rendimiento como es el fútbol profesional.
Pero tratándose de figuras locales e internacionales, está claro que el nombre propio en la etiqueta tiene su peso. Basta recordar a quién seguramente fue pionero en poner su cara en un vino argentino: “Era impresionante el imán que eran los vinos de Maradona cuando los presentábamos en las ferias, porque atraían a todos”, recuerda Guillermo Arcani, uno de los socios de Raíces de Agrelo, la bodega mendocina que lanzó los vinos Diego Armando Maradona a principios de milenio.
“La idea nos la acercó una persona vinculada con Diego y nos encantó desde un primer momento. Diego incluso participó en la aprobación de los vinos: le mandamos muestras hechas con las etiquetas y eligió dos tipos de estéticas, una relacionada con los vinos premium y otra de un segmento medio. E incluso se lanzó un vino popular, en tetra, con la imagen de Diego”, cuenta Guillermo, que recuerda que Maradona expresamente solicitó que haya un vino con su imagen que fuera económicamente accesible.
Los vinos se vendieron en la Argentina, pero también en México, Estados Unidos, Panamá e Italia. “Nos hubiera gustado llegar a China, pero ahí ya estaba registrado el nombre Maradona”, agrega. El vino salió a la calle en 2002 y el proyecto duró cuatro años; en su momento salían entre 15 y 40 pesos, pero hoy en MercadoLibre se pueden conseguir botellas originales desde 5700 pesos.
Solidaridad y homenajes
Messi también tuvo una línea de vinos propia (hoy discontinuada), pero a diferencia del de Maradona, su imagen no aparece en la etiqueta ya que la familia del jugador no quería asociarla con una bebida alcohólica. Su finalidad era solidaria: los fondos recaudados con la venta se dirigían a la Fundación Leo Messi que los invertía en proyectos de salud y educación. L10 era el nombre de la línea que comenzó a elaborarse en 2012 con uvas de San Rafael (Mendoza); las etiquetas se ilustraban con una pelota o una camiseta.
Pero así como hay vinos que tuvieron varias añadas, otros fueron un “one shot”. Es el caso de MG, el blend de Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot cosecha 2017 que Bodega Norton elaboró junto a Marcelo Gallardo: una edición limitada de 14.000 botellas que se lanzaron a principios de año a un precio relativamente alto, con la firma del destacado winemakers David Bonomi, y en cuyas etiquetas aparecía un guiño para hinchas... y rivales. Allí se lee “edición 0912″, en recuerdo del 9 de diciembre de 2018 en el que River le arrebató a Boca la Copa Libertadores en Madrid.
También lleva los colores de River la etiqueta del vino homenaje al célebre 10 de “La máquina”, Ángel Labruna, que se presentó días atrás en el aniversario de su nacimiento (28 de septiembre). Es un Malbec que nace de la amistad entre un bodeguero, Lucas Ballester, y Omar Labruna, hijo de Ángel, y que lleva en el cuello de la botella los colores de la legendaria corbata con rayas que Labruna vestía como DT. Dos botellas del vino se venden a $9000, y lo recaudado va a la Fundación Ángel Labruna, que busca ayudar a los chicos de la calle y acercarlos al deporte.
Otro homenaje del mundo del vino, en este caso colectivo, es la línea que recuerda a los campeones del Mundial México 86. La Final Malbec y Héroes Blend son los nombres de los tintos creados por la bodega Mendoza Vineyards, y cuya presentación reunió en mayo a Oscar Ruggeri, Jorge Burruchaga, Ricardo Bochini, Nery Pumpido, Oscar Garré, Julio Olarticoechea, Carlos Tapia, Ricardo Giusti y Carlos Pachamé.
También este vino tiene un costado solidario: “Más allá de que el vino es muy rico, el objetivo que a nosotros nos marca es seguir ayudándonos entre nosotros como nos enseñó Bilardo”, comentó Burruchaga, durante la presentación del vino. Ruggeri, por su parte, acotó: “Estos vinos nos permiten tener un fondo especial para cubrir las necesidades de cualquiera de las familias involucradas en el Campeonato del ‘86. Y es por eso que nos lanzamos con la bodega, para ayudarnos entre todos nosotros”.
“El Doctor siempre decía que tomar vino era mucho mejor que tomar gaseosa y que una copita de vino hace bien”, agregó Bochini, recordando una máxima de Bilardo.
Terroir y potrero
Dejando a un lado homenajes varios y, también, vinos de equipos, como los de Boca Juniors que elabora la bodega Durigutti Winemakers, o los de River Plate, que produce Finca Agostino, son muchos los jugadores o ex jugadores argentinos que pueden servir en su mesa un vino que lleva su nombre.
¿Algunos nombres propios? El boquense Rolando “el Flaco” Schiavi lanzó su Último Hombre; Mario Kempes hizo lo mismo este año con un red blend que toma su apodo El Matador; Sebastián “la Brujita” Verón tiene tres tintos en su línea Brujerías; Franco Armani, el 1 de River, lanzó un Malbec que lleva su nombre; e incluso están haciendo precalentamiento los vinos de Gabriel Heinze, Fernando Gago y Lautaro Martínez, y en cualquier momento salen a la cancha.
Cuántos de esos vinos trascenderán y cuántos habrán sido solo un guiño a la hinchada, difícil decir. “Hay futbolistas que compran un vino hecho y le ponen su marca; es muy probable que logren una popularidad más alta que cualquier otra persona que saca un vino, pero seguramente no pase de ser un negocio, pero de corto o medio plazo”, advierte Alan Dayán, de Ligier. “Distinto es el caso de esos jugadores que por su trabajo quizás emigraron a Europa y se fueron metiendo en el mundo del vino como consumidores, encontraron una pasión y realmente investigaron sobre distintos orígenes. Estos son los que buscan a grandes enólogos y generan proyectos cuidados, de calidad, y que seguramente construyan algo bueno a largo plazo”.
Un caso paradigmático de un proyecto enológico sólido que tiene detrás a un futbolista es Vinos de Potrero, bodega creada por Nicolás Burdisso y su esposa, Belén Soler Valle. “Al mundo del vino nos acercamos un poco por curiosidad, pero sobre todas las cosas por cercanía. Cuando llegamos a Italia nos dimos cuenta de que apenas salíamos de cualquier ciudad había viñas”, recuerda Nicolás de su arribo junto a Belén al Viejo Mundo, para sumarse al Inter.
Belén, master en Viticulturas y Marketing del Vino y manager de la bodega, agrega: En Italia empezamos a tomar vino porque comíamos mucho asado con todos los argentinos que había en el Inter, y en esos almuerzos empezamos a probar un montón de vinos argentinos y a enamorar con el mundo del vino. Visitamos bodegas en Italia, hablábamos con sus dueños y conocíamos todo el proceso y toda la pasión y la tradición que tienen allá”.
Nicolás y Belén compraron en 2008 una finca en Gualtallary (Mendoza), hoy uno de los hot spots del vino argentino, y tras sumar al equipo al destacado enólogo Bernardo Bossi Bonilla desarrollaron un proyecto que cuenta con un amplio portfolio de vinos y ya varias cosechas con buen éxito comercial y de la crítica especializada. Pero a diferencia de otros proyectos “enofutbolísticos”, Vinos de Potrero tiene una imagen propia y ni la cara de Burdisso ni su nombre aparecen en la etiqueta.
“No queríamos que fuera ‘el vino de...’, sino que el vino debía ser el protagonista, el referente y lo logramos”, aclara Nicolás, y agrega: “Queríamos tener un hilo conductor con lo que había sido, con lo que era y lo que es mi vida, que es el fútbol. Un nombre que iba a la par del proyecto era Potrero, porque hacemos una analogía con el potrero para el jugador de fútbol y con el potrero que es el terroir para la uva. Cuanto más sufre, cuanto más tiene que generar nutrientes, mejores van a ser los resultados”.
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