De Juliana a la empresa familiar. Pomi Awada: con tela que le dieron como parte de pago y un auto que ganó en una rifa fundó un imperio
A días de cumplir 89 años, revive su historia: “En casa no hablamos de política, solo de moda”
11 minutos de lectura'
Su nombre completo es Elsa Baker Yessi, pero todos la conocen como Pomi Awada. Usa el apellido de casada, que adoptó de su marido, el empresario textil Abraham Awada, y que convirtió en marca registrada. A días de cumplir 89 años, revive su fascinante historia.
“Yo empecé con la moda en el año 55, Awada tiene ya 70 años. En aquel entonces se llamaba ‘La Reinita” y era una boutique para niños. Recién nos habíamos casado cuando mi marido vendió unos telares y le pagaron con dinero y con telas. En el local teníamos un proveedor que vendía muy bien pero nos entregaba poca mercadería. Entonces empecé a fabricar. Evidentemente tendría una fuerza interior muy grande, por que me dije ‘Voy a descoser un conjuntito y a ver cómo me sale’. Descosí, hice el molde y lo mandé a hacer con la tela que teníamos. Al ver la diferencia abismal entre lo que yo pagaba y lo que me costaba hacerlo, me decidí. Yo misma corté los conjuntos, los mandé a coser y los puse en el local. Se vendieron enseguida. Ahí le dije a mi marido, ‘Traeme piqué y otras telas’ y empecé una colección’’, recuerda Pomi.
-Empezaste haciendo ropa para chicos.
-Sí. Enseguida llegó mi primera clienta, después otra y otra más... También tuvimos suerte: mi marido y yo nos ganamos un auto en una rifa. Primero lo usamos para hacer los repartos, pero después lo vendimos y usamos el dinero como inversión. Ahí empezamos a vender al por mayor. En los primeros 10 años dimos un salto gigante.
“Para entonces yo ya tenía Daniel, mi hijo mayor. En total, tengo cinco hijos: Daniel, Zoraida, después viene el actor, Alejandro, después viene Leila, que está más en el arte, y Juliana”, enumera. ¿A Alejandro lo conocés?”, comenta sobre Alejandro Awada, el actor que brilló en distintas obras y películas, como “Historia de un clan”.
-¿Cómo era tu vida de empresaria?
-Muy organizada, tenía personas que me ayudaban. Cómo será que, cuando tuve a Alejandro a los 26 años, la chica me llamaba, “Alejandro se despertó”, yo iba, le daba la teta y volvía trabajar. Siempre trabajé. No me importaba qué rol cumplía en la empresa, lo único que quería era que creciera, que tuviéramos un buen futuro y darle a mis hijos una buena educación, inculcarles lo que era el trabajo y la responsabilidad y el ser buenas personas. Y, evidentemente mis hijos lo aprendieron, por ellos siento un gran orgullo y admiración. Es una alegría tenerlos.

-¿Cuál de tus hijos te trajo más dolores de cabeza?
-Alejandro, el actor, fue un chico rebelde... Pero realmente estoy reorgullosa de quien es: lo fui a ver la vez pasada al teatro y voy a ver todas sus obras, estoy verdaderamente muy orgullosa de él... ¡pero me costó! (ríe).
-¿Cuál se parece más a vos?
-Creo que Juliana es la que más se me parece, porque tenemos los mismos gustos. Quizá porque fue la más chiquita, yo la tuve a ella casi a los 40 años. Fijate que ella y Daniel se llevan 19 años... A Juliana le costó eso, hasta los dos años le decía “papá” a Daniel y “papá” también a su papá. Ella sabe mucho de moda, porque comenzó a los 18 años, estudió diseño y fue a Inglaterra. Ella me acompañaba, viajábamos juntas...
-¿Esperabas que tus hijos continuaran tu camino?
-Siempre respeté lo que ellos querían y les inculqué el amar lo que ellos quisieran hacer. La única vez que me opuse fue cuando Daniel, el mayor (hoy cabeza de familia a cargo de marcas como Cheeky y Como Quieres Que te Quiera) empezó Economía pero a los dos años se me plantó. No quería estudiar más. “No puede ser, vos tenés que estudiar, a la empresa no vas a venir”, le dije. “No, yo quiero trabajar con ustedes”, repondía él. ¡Tenía 20 años y quería dejar de estudiar para trabajar en la empresa! “Bueno -le dije-, pero con una condición: vas a a venir a la empresa, pero no vas a estar detrás de un escritorio, vas a patear la calle”. Era nuestro cobrador e iba todos los días con un portafolio, en colectivo, porque no le dimos auto. Él empezó pateando la calle.
-Zoraida también trabajó 20 años en la empresa. ¿Todos tus hijos fueron al trabajo en colectivo?
-No, ya con Juliana era otro target...-ríe-
Pomi y Juliana
Para los Awada hoy es día de reunión. En Tigre, acaban de presentar su nueva fábrica donde convergen las tres marcas familiares. Junto a Pomi, están sus hijos Daniel y Juliana, su nieta Nadine -a cargo del diseño- y su bisnieta Ami, de solo cuatro meses. A través de un breve escrito que entregó a LA NACION, Juliana homenajeó a su madre: “¡Es mucha emoción la que siento hoy! Emoción y orgullo. Estamos acá en esta empresa familiar, Awada, la que mi mamá llevó adelante durante tantos años dándonos a todos sus hijos el mejor ejemplo. La cultura del trabajo , el valor del esfuerzo y el amor por lo que uno hace. Valores en los que nos formó con el ejemplo, desde el hacer, y que hoy nos representan ¡y nos hacen ser quienes somos! El orgullos de veros acá con sus casi 90 años habiendo dedicado su vida y seguir activa”.
Incansable, Pomi se acomoda la túnica y obserrva orgullosa a su familia. “Yo vengo a trabajar casi todos los días de la semana. No me ocupo de la estética, para eso están la chicas, yo estoy con las ventas mayoristas. Muestro la colección y tengo un trato más familiar que el de una empresaria con un cliente”, cuenta.
-Atravesaste distintas crisis económicas, seguiste trabajando cuando te enfermaste... ¿Nunca pensaste en dejar todo?
-No, nunca. Ni siquiera en el 2000 cuando tuve cáncer. Me dije “Yo voy a salir de esto”. Porque verse mutilada, verse pelada, verse sin pestañas y sin cejas no es fácil. Pero yo hablaba con el espejo y decía: “Esta no es Pomi, pero Pomi va a volver”. Y bueno, evidentemente tengo una fuerza muy grande interior que superó todos los obstáculos.
-¿Fuiste a terapia?
-Nunca, ni en mis en mis peores momentos. No fui a terapia ni cuando estuve enferma, ni cuando me separé de Abraham -el padre de mis hijas-, ni cuando lo secuestraron (en junio de 2000 Abraham Awada fue víctima de un secuestro extorsivo y estuvo cautivo durante seis días), o sea que pasé por todas. Porque sí, cuando lo secuestraron, yo estaba separada. Y recuerdo que en aquella época me costó. Cuando me separé, me costaba salir sin él. Pero bueno, como todas las cosas uno se adapta a todo.
-¿Cuántos nietos tenés hoy?
-Tengo 15 nietos -entre ellas la actriz Naiara Awada- y 10 bisnietos. Y sigo haciendo proyectos, solo que algunos no me los dejan hacer (dice sonriente, mientras mira hacia donde se encuentra su hijo), pero a los 89 años yo sigo adelante...
-Pero pasaste la antorcha.
-Claro, ya me estoy viniendo grande. Yo siempre pensé que, después de mí, uno de mis hijos iba a seguir, que la marca iba a seguir. Primero se la ofrecí a mi hija Zoraida, pero me dijo: “No, mamá, no no me interesa. Yo no quiero hacer tu vida. Tengo una familia, hijos, tengo nietos, no me interesa”. Entonces me reuní con Daniel, que ya era muy exitoso con Cheeky y Como Quieres Que Te Quiera, y le dije: “Mirá, Daniel, yo te voy a pedir un favor. A mí me daría una profunda tristeza, después de tantos años y toda la hermosa vida que hemos hecho con Awada, no me gustaría que cuando yo partiera la empresa bajara la persiana”. Entonces él me agarró de la mano y me dijo: “Mamá, quedate tranquila que Awada nunca va a bajar la persiana”. Eso fue pensando en mi final, pero las cosas se adelantaron; yo ya estaba un poco cansada, era demasiada responsabilidad para mí manejar una la fábrica y varios locales. Cuando salió esta oportunidad de mudar la fábrica (de Palermo a Tigre) y juntar las empresas, me dijo: “Mirá, mamá, yo creo que es el momento de hacer el traslado”. Le respondí: “Fantástico, me pone muy contenta. Voy a poder ver cómo Awada se traslada. Está muy bien posicionada y para mí este cambio va a ser un orgullo y una felicidad”. Y así fue. Estoy súper agradecida con Daniel, que realmente tomó la posta de Awada. La verdad que la está poniendo en muy buena posición, mucho mejor que yo.
-¿Qué sentiste cuando pasaste a ser conocida como “la madre de la Primera Dama”?
-En ese sentido, yo a Juliana siempre la vi -y la veo- como mi hija, y no con otro rol.
-¿Cómo son las juntadas familiares, fuera de la fábrica?
-Los días de semana estoy en mi casa, salgo con amigas, viajo mucho... pero los domingos, sí, soy muy familiera. Cada fin de semana, me voy a lo de Zoraida -que trabajó como 20 años conmigo-, o a la casa de Kemel, como llamamos familiarmente a Daniel. Es el nombre de un tío abuelo que murió con honores en el ejército en los Estados Unidos. Quisimos anotarlo como Kemel cuando nació, pero el Registro Civil no lo aceptó. Así que quedó Daniel Awada, su nombre más comercial. Pero los amigos y la familia le decimos Kemel.
-Estamos en un año electoral, ¿se habla de política en la mesa?
-No, de política no hablamos. Pero sí de trabajo, de moda: “me compré esto, me gusta lo otro”. Y de cada emprendimiento que cada uno tiene.
-Te mostrás impecable, en tu look. Lo mismo que se dice de Juliana. ¿Siempre fueron así?
-Sí, somos muy ordenados, muy de tener cierta estética. Estética en la ropa, en la casa, hasta en la cocina: todo tiene que estar todo muy prolijito. No tanto como para animarme a hacer una línea de decoración para la casa, eso no. En ese sentido, la veo más a Juliana: ella tiene un arte y un gusto para decorar casas impresionante.
-La industria de la moda es cambiante, ¿le seguís el ritmo?
-Hay cosas que no existen, como 30 años atrás, cuando hacíamos los grandes desfiles. Con Juliana he viajado más de 20 años y ahora justamente se van Nadine y las diseñadoras a París y a Londres a buscar inspiración. En aquella época nos gustaba e íbamos mucho a Milán, pero después de recorrer tantos lugares saqué la conclusión de que en París encontrás todo.
-¿Se copia mucho?
-No es copiar-copiar. O sea, te enriquecés mentalmente, conocés de primera mano las tendencias que vienen. Pero no es copiar.
-Sentada acá, en el café de la fábrica, no se te escapa detalle de quienes pasan. ¿Qué cosas no te gustan?
-No me gusta ver a a una persona, principalmente una chica, demasiado tatuada. Tampoco cuando están tan informales o no tienen estética por los colores, cuando no saben combinar los colores, capaz que se ponen un colorado con un verde...
-¿Nunca pensaste en crear una línea de sastrería para hombres?
-No. Yo siempre digo que es mejor ponerle toda la fuerza a una sola línea.
-¿Planeás jubilarte?
-No, porque mi médica clínica -a la cuál adoro y hace más de 20 años que me atiende-, me dijo: “Yo te voy a pedir un favor, me parece perfecto que le des la empresa a tu hijo, pero nunca dejes de trabajar. Trabajarás menos horas, pero eso te va a ayudar a sentirte joven, a estar bien de la mente”. Por eso que le dije a Kemel: “Voy a seguir trabajando, no con la misma intensidad, pero haceme una oficina”. Y me hizo una oficina muy generosamente para mí sola, a la que vengo casi todos los días. Pero soy como medio sargento, veo una cosa mal y sale decir “No, chicos, así no tiene que estar”. Daniel me dice siempre, “No grites, no te pelees con nadie”... Ojo, soy media sargento pero no grito. Si veo que algo está mal, los observo, pero con mucho respeto.
-En unas semanas cumplis 89 años, ¿qué deseás para ése día?
-El amor de mis hijos, que es mi fortuna más grande. No voy a hacer una gran fiesta, pero si llego a los 90, ahí seguramente que sí.
Otras noticias de Juliana Awada
Los 51 de Juliana Awada. Los detalles de su festejo en París y con quién se encontró durante su estadía en la capital francesa
Solo en Off. Problemas con la letra de la marcha y tomas de catch en el acto por Malvinas
En fotos. De los besos de Luciano Castro y Griselda Siciliani a la visita de Juliana Awada a su hermano
Últimas Noticias
De la polémica en Nordelta al estrellato en TikTok. El animal que revolucionó zona norte y hoy protagoniza un boom internacional
Festival gastronómico de sabores españoles. Diez tapas seleccionadas para probar por $10.000 y $18.000 con bebida
¿Parrilla de hierro redondo o en v? Los secretos del creador de La Cabrera, que exporta el asado al mundo
Ahora para comentar debés tener Acceso Digital.
Iniciar sesión o suscribite