El productor es el responsable de haber traído al país la muestra interactiva Imagine Van Gogh; la escena musical argentina y la tensión entre arte analógico y digital
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Daniel Grinbank recorre con la mirada la gran sala en la que se desarrolla la muestra inmersiva Imagine Van Gogh cono si fuera la primera vez. Pero en realidad no solo ya la visitó en varias oportunidades y en distintas ciudades, sino que también es el responsable de que este gran evento artístico y tecnológico haya llegado a Buenos Aires, en donde agotaron las entradas para el primer mes ni bien salió la venta anticipada. “Es impactante. Poder verla de esta manera impacta porque es algo de última generación, en donde la tecnología juega un rol fundamental. Haber podido traer esto por primera vez a la Argentina es altamente satisfactorio”, dice el productor, mientras intercambia saludos con el ministro de Cultura, Tristán Bauer y con distintas personalidades que se acercaron a ver de qué se trata esta apuesta fuerte. Una más, tratándose de él.
–Cuando trajiste la muestra, ¿pensabas que iba a haber un récord mundial en venta de entradas?
–Uno a veces tiene una sensación y cuando te das cuenta de que esa sensación es real, entonces la satisfacción es enorme. Tenía muchas expectativas pero lo que pasó las superó. Jamás imaginé que iba a ser récord mundial, ni remotamente. Creo que había muchas ganas de ver esto. Agregamos funciones a la noche, los fines de semana, extendimos hasta el primero de abril, estamos viendo de habilitar a la mañana para colegios. Las imágenes y la música hacen que sea una muestra que pega de lleno en las emociones, que vengan desde niños hasta abuelos.
–¿Estuviste involucrado de alguna manera en el armado o la curaduría?
–No, es un paquete cerrado. Si vas a París, Boston o la ciudad que sea te vas a encontrar con la misma muestra que hay acá. En Argentina sólo va a estar en Buenos Aires y luego iremos a otras ciudades latinoamericanas.
–Después de esto, ¿cuáles son tus próximos pasos?
–Voy a abrir una oficina de la empresa en Miami –ya tenemos una en España– porque haremos el desarrollo de toda la música latina en Estados Unidos. Y también adquirimos la franquicia de CoComelon, el show infantil más visto en YouTube en el mundo, y vamos a hacer una gira en Latam y España.
–¿Qué pensás de la nueva escena musical argentina?
–Lo que está sucediendo es fantástico. Hay una renovación y cuando veo o leo algunos cuestionamientos a estos jóvenes me hacen acordar a mí cuando los sectores más conservadores hablaban del advenimiento del rock nacional. Me parece que es otro código, otra generación pero afortunadamente lo digital está permitiendo que artistas argentinos tengan una divulgación importante y puedan trascender con una velocidad mucho más inmediata que otras generaciones. Lo digital democratiza el arte: cualquiera puede subir una canción a Spotify o un video a alguna plataforma.
–¿En qué lugar quedaron los artistas más consagrados?
–Yo creo que los clásicos también mantienen su vigencia: Fito Páez está teniendo un presente brillante y lo que pasó en Cosquín Rock el fin de semana pasado también demuestra que las nuevas generaciones conviven artísticamente con las más clásicas. Yo creo en la diversidad y hacia eso vamos.
–¿Cuáles de los nuevos talentos que te gustan o te resultan interesantes?
–Nicki Nicole es fantástica, Nathy Peluso me gusta mucho, me parece una cantante increíble. También son interesantes muchas de las cosas que hacen María Becerra y Cazzu. Yo no creo en los cupos en el arte, en otras cosas sí, pero en el arte no. Y me encanta que haya tanta irrupción de mujeres talentosas en la escena musical argentina. Son las abanderadas de este aire fresco. De los chicos me gustan cosas de Paulo Londra.
–¿Existe una tensión entre el arte analógico y el digital?
–Yo soy fanático del cine, me gusta ir al cine, ver cine de autor. Pero reconozco que la posibilidad de poder ver las series que quieras en el momento que quieras está buenísimo también. Estamos viviendo un momento de gran cambio y lo tenemos que interpretar como tal. No nos tenemos que enojar por los cambios, es una lucha estéril. Si querés seguir en la industria cultural, tenés que saber que es por ahí que pasa la actividad. No podés enojarte con lo que facilita. Yo estoy a favor de las clases presenciales pero agradezco que mi hija haya podido seguir estudiando a través de las plataformas digitales. Es el mundo que viene y no se puede desconocer.