Desde el Mundial de Qatar, hubo un aumento significativo de chicas de ese rango etario en clubes y escuelitas; además, varios colegios ya incorporaron la enseñanza de este deporte
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Micaela llega al entrenamiento con la camiseta de Messi, calzas azules con brillitos y un tutú rosa. “No hay caso, no se lo quiere sacar, quiere jugar así”, dice la mamá. La profesora sonríe, le da la mano y conduce a Mica al círculo central. Ahí, se suma a unas chicas que se divierten haciendo pases y algún ejercicio de coordinación con la pelota. Ninguna pasa los 6 años.
Con “F” de femenino. Cada vez más mujeres practican este deporte, que va tomando forma con una liga profesional en crecimiento y la cuarta participación –con eliminación en la fase de grupos– en un Mundial. Lo novedoso es que cada vez hay más inscriptas en las categorías formativas, entre los 4 y los 10 años, algo que sin dudas buscará potenciarse cuando empiece a tomar vuelo el acuerdo firmado a principios de 2023 entre la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y el Ministerio de Educación para promover la enseñanza del fútbol femenino en las escuelas.
Lo que es natural en países como Estados Unidos, Suecia y Noruega, donde el fútbol femenino se enseña en los colegios desde edades muy tempranas, aquí recién empieza a asomar. Aún son contadas las instituciones que lo ofrecen a sus alumnas como práctica deportiva en las horas de Educación Física: varias pertenecen a la Asociación de Colegios Bilingües (Acobi), un grupo que reúne a 26 escuelas entre las que están el St. Patrick’s, Buenos Aires English High School, Goethe Schule, St. Brendan’s, St. Catherine’s, Villa Devoto School, Colegio Watson y el Centro Cultural Italiano.
“Hoy el fútbol les está robando chicas al hockey”, sostiene Roberto Boccazzi, coordinador de la subcomisión de Deportes de Acobi .”Los colegios bilingües tradicionalmente daban rugby y fútbol a los varones y hockey a las nenas. Pero muchas chicas no han querido seguir con el hockey porque el nivel era muy desparejo entre las que jugaban afuera en algún club y eran federadas, y las que solo practicaban en el colegio. Eso, sumado a Messi y al Mundial, hizo que ellas mismas empezaran a pedir jugar al fútbol”.
Boccazzi agrega que en los encuentros deportivos intercolegiales organizados por Acobi incorporaron fútbol femenino de 4to a 7mo grado: “En la próxima jornada hay 12 o 13 colegios que van a participar con equipos de chicas. Esto no significa necesariamente que ese deporte sea parte de la planificación institucional, pero son escuelas donde en algún momento de la clase de Educación Física las nenas juegan, ya sea como algo recreativo o un poco más en serio. El St. Patrick’s, por ejemplo, tiene fútbol femenino dentro de su currícula”, describe Boccazzi.
También hay escuelas que lo ofrecen como actividad extraprogramática, como el Buenos Aires English High School (Baehs), fundada por Alexander Watson Hutton, considerado el padre del fútbol argentino. Este colegio de Belgrano R es una de las instituciones donde la Escuela de Fútbol Claudio Marangoni –pionera en la enseñanza de fútbol infantil en el país desde 1986– lleva adelante la organización y desarrollo de la actividad. Así, el Baehs ofrece a sus alumnas –y a las de otros colegios de la zona– clases desde jardín de infantes hasta toda la primaria.
“Los primeros años los grupos son mixtos y después los separamos. Tratamos de que las nenas pierdan el miedo a recibir el pelotazo, que entiendan que es parte del juego. Igual están acostumbradas porque en los recreos juegan al fútbol con sus compañeros, algo que antes no pasaba”, sostiene Gabriel Garau, coordinador del departamento de Educación Física del Baehs y supervisor de la Escuela Marangoni tanto para varones como para mujeres en esa sede escolar.
A su vez, las chicas que quieren aprender a jugar de forma más sistemática lo hacen en clubes y escuelas deportivas que las reciben desde los 4 años, como en el caso de la Escuela Claudio Marangoni. En las sedes Parque Las Heras y Club San Isidro hay grupos mixtos hasta los 10 años y después 3 categorías femeninas: de 10 a 13, de 13 a 16, y adultas.
“El fútbol dejó de ser patrimonio de los hombres –afirma Claudio Marangoni, excelso volante central que brilló en Independiente y Boca–. El femenino, a diferencia del masculino, fue creciendo de arriba hacia abajo, es decir, empezaron a jugarlo las más grandes y las más chicas se fueron sumando después. Así como fuimos pioneros con las escuelas de fútbol infantil, también lo fuimos con las de fútbol femenino. Lo intentamos hace 15 años, pero recién hace 6 o 7 tuvimos éxito. Primero con las adultas, después con las adolescentes y hace 2 años con las más chicas”, detalla Marangoni.
En ambas sedes, y sumando la de Excursionistas, hay un total de 2000 alumnos de los cuales 200 son chicas. “Los grupos de 4 a 10 años son mixtos y ahí la proporción de mujeres en relación a la de varones es de 1 a 15. Es muy probable que en 2 o 3 años se vaya emparejando, eso fue lo que pasó en las categorías más grandes”, sostiene el exfutbolista.
“Es el deporte que más creció en la última década –plantea por su parte Daiana Di Tomaso, coordinadora de la sede de Villa Crespo de Fútbol Queens, una escuela que forma jugadoras de 4 a 17 años–. Cuando empezamos, en 2016, no había nenas tan chiquitas. A medida que pasó el tiempo, se fueron incorporando y hoy la mayoría son de 4, 5 y 6 años”, dice Di Tomaso, que agrega que en las 4 sedes (Colegiales, Villa Crespo, Caballito y Villa del Parque) juegan 250 chicas. “El nivel es formativo-recreativo. Por ejemplo: las posiciones no son fijas al menos hasta una determinada edad. El objetivo es que vengan, jueguen a la pelota entre nenas y se diviertan”.
Efecto mundialista
Con los campeonatos mundiales, y ni hablar pos consagración de Argentina en Qatar, las ganas de jugar al fútbol crecieron de manera exponencial en edades muy tempranas. “Tanto chicas como chicos tienen un deseo irrefrenable. Después de Qatar ha sido una explosión”, cuenta Marangoni.
Eso mismo destaca Di Tomaso: “En este auge tiene mucho que ver el Mundial masculino. Fue impresionante la convocatoria porque en casa se veía fútbol todo el tiempo y las nenas les pedían a sus papás y a sus mamás venir a probar. Además de Messi, la figura del Dibu fue importante porque todas querían ser arqueras, algo que antes era un problema”.
Tamara Ratti, coordinadora de Late FC, una escuela de fútbol en Vicente López enfocada al femenino, suma: “Cuando empecé con la escuela, en 2017, tenía 4 chicas, y hoy tenemos 120. Es una escuelita recreativa. Acá las nenas ya empiezan desde los 4 años a tener contacto con la pelota”, dice Tamara, que tiene alumnas de hasta 50 años.
Por su parte, Alejandro Juan, coordinador general del Club Ciudad de Buenos Aires también destaca el hecho de que las mujeres empiecen a jugar desde chiquitas. En el club de Núñez hay escuelita de fútbol femenino desde 2020. “En 2018 había presentado el proyecto y cuando lo aprobaron, a fines de 2019, llegó la pandemia –cuenta–. Cuando volvimos a la seminormalidad, había solo una categoría y se llenó. El año pasado abrí 2 grupos. Y este año, otros 3. De 4 a 6 años la escuelita es mixta, no quiero separar por ser una edad más de iniciación deportiva, de acercamiento a la pelota. Después sí buscamos que tengan su lugar propio, con profesoras”.
Juan cuenta que hay 80 chicas en todas las categorías (en varones esa cantidad supera los 300) y la idea es crecer a 120 el año que viene. Para el coordinador, que también es docente en el St. Patrick’s School, es importante que las niñas puedan contar con espacios propios desde infantiles. “Por suerte, el Club Ciudad, que es muy fuerte en hockey, cada vez nos da más espacio para el fútbol femenino. Hay 2 categorías en las que tenemos lista de espera: de 10 a 12 y de 13 a 15 años. Tenemos un solo grupo de cada categoría y la idea para el año que viene es tener más de uno. La mayoría de las jugadoras de la selección argentina que nos representaron en el Mundial, jugaron en infantiles con los varones porque no había espacios específicos para ellas. Hoy los tienen”.
A pesar del crecimiento de las escuelas para chicas, la gran deficiencia todavía son los torneos femeninos, ya sea amistosos o competitivos. “En las categorías formativas casi no hay. Por eso ves los sábados a nenas compitiendo en torneos de fútbol masculino, porque no hay torneos exclusivos de fútbol femenino –sostiene Di Tomaso–. Hasta que no se apueste a torneos femeninos, las chicas van a seguir jugando con varones hasta los 16, 17 años.”
Di Tomaso explica que en el caso de las chicas en edades formativas, el mixto no es lo ideal: “El roce y la intensidad es distinta y además, lamentablemente, sigue ese prejuicio de que no le paso la pelota porque es mujer –plantea–. Se les permite participar, pero les cuesta hacerse un lugar en el equipo. Un papá me dijo que su hija era la única mujer y era complicado para ella integrarse. Por eso es importante que haya torneos para chicas”.
Tras varios meses de intentos, Ratti recibió el apoyo del Municipio de Vicente López para la creación de la Liga Eaffi (Encuentros Amistosos de Fútbol Femenino Infantil) a través de la Secretaría de Deportes. “La idea de crear esta liga surgió de la necesidad de que mis alumnas jugaran contra otros clubes –cuenta–. Al principio no fue fácil porque nadie entendía que hubiera tantas nenas con ganas de jugar a la pelota”.
Al primer encuentro de 2019 fueron unas 100 chicas. Ahora participan 40 equipos, que reúnen un total de 400 jugadoras desde los 4 hasta los 17 años. “Se juega todos los sábados en un predio municipal en Olivos. Es una liga sin puntos, las chicas vienen, juegan, se divierten. Lo principal es que les das el estímulo para aprender el deporte desde un lugar lúdico. Tengo nenas que caen con tutús, vinchitas y botines. Es muy lindo verlas en la cancha”, comenta Ratti.
Hora de competir
Ahora bien; si la idea es comenzar a competir “más en serio”, muchas chicas participan en FEFI, la liga de clubes que organiza uno de los mayores torneos de fútbol infantil del país, con más de 450 equipos y 40.000 jugadores. En la organización, sostienen que la presencia de niñas empezó a ser más fuerte hace 5 o 6 años. “Nos guste o no, el crecimiento del fútbol femenino está ligado a una cuestión comercial. Por ejemplo, este año incorporamos la tira completa de futsal femenino, un deporte que viene creciendo mucho entre varones después de que Argentina ganara el Mundial de la categoría en 2016. Este año tenemos nenas de la categoría 2014 que ya están compitiendo”, dice Alan Cherñavvsky, vicepresidente de FEFI.
En lo que es el baby, que engloba a niños y niñas de 6 a 13 años, la enorme mayoría de equipos están integrados por varones. “Tengo 3 equipos que son enteramente de nenas y compiten todos los fines de semana contra nenes. Y después hay algunos mixtos donde las nenas serán un 5 por ciento. De 200 árbitros que tenemos, 10 son mujeres. Todavía parece poco, pero están creciendo a pasos agigantados –sostiene el vicepresidente de FEFI–. Hay que pensar, además, que es un nicho de chicas que no solo quieren jugar, sino también competir. Hay por delante varios años de proyección y de trabajo”
Este año, agrega Cherñavvsky, la exposición que tuvo el Mundial femenino comparado con otros, fue importante. “Aunque no favoreció el horario, la repercusión fue grande –dice–. El gran tema del fútbol femenino todavía es la disparidad, el nivel de las jugadoras es desparejo, pero se va a ir equiparando y haciendo más competitivo”.
En cuanto al nivel de las futbolistas, Marangoni afirma que varias jugadoras de su escuela logran dar el salto a instituciones como Boca o River: “Tenemos chicas que se formaron con nosotros y que juegan en esos clubes y otras que tienen nivel de selección –asegura–. Cuando llamo a los padres y les digo ‘su hija está para irse a jugar a un club’ me miran sorprendidos. Se van con una mezcla de felicidad y de incertidumbre, porque hoy una chica que juega muy bien al fútbol puede hacerlo en cualquier parte y vivir de eso. Hay un mundo que se abre para las mujeres. El fútbol femenino no para más”.
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