Concepción Cochrane Blaquier: “Los hombres prefieren mujeres más fáciles e invisibles”
Miembro de una dinastía en la que las mujeres son símbolo de rebeldía y originalidad, fue la única argentina invitada a las bodas reales 2021
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La etiqueta “It girl” ya quedó vieja en el mundo, y en ella ni qué hablar. Concepción Cochrane Blaquier es inclasificable por varias razones. Primero por original, segundo por multifacética (hace moda, participó de un reality con secretos high society, es viajera compulsiva e invitada fija de toda boda real que se celebre en Europa). Y tercero-aunque las razones pueden extenderse- porque vive y se reinventa con la velocidad de un rayo. Tiene piernas infinitas, es fashionista; despampanante para vestirse y también para contar su vida. Hija menor de Dolores Blaquier y del playboy brasileño Lair Cochrane. Nieta de Malena Nelson, a quien se le adjudica un affaire con Felipe de Edimburgo. Primas famosas, familia de mujeres elegantes pero, ante todo, valientes.
–Qué cosa las Blaquier, ¿no?
–Y sí, somos una familia de mujeres fortísimas que siempre hicimos lo que quisimos. Imaginate que mi bisabuela se casó con un hombre muchísimo más joven y tuvo a mi abuelo a los cuarenta y pico. Ese fue Silvestre, el papá de mi mamá. Después mi abuela, que quedó viuda a los cuarenta y se puso de novia con el mejor amigo de su hijo, que tenía veinte años menos. La verdad es que nunca nos importó nada; hacemos lo que sentimos. La duquesa de Alba hizo poner en su tumba la frase “alguien que vivió como sintió”. Bueno, es algo así lo que nos pasa. La vida es muy corta como para tener que actuar como pretende el otro.
–¿Y esa libertad en algún punto se padece?
–Y sí, porque la hembra alfa asusta. Mujeres regias que no necesitan nada, que son inteligentes, que ganan premios, personalidades distintas que brillan en diferentes mundos. En un punto lo padecemos porque al final los hombres prefieren mujeres más fáciles e invisibles. Primero se obnubilan y después se cansan.
–¿Hablan de esto entre ustedes? ¿Está asumido?
–Nosotras hablamos de todo porque nos llevamos muy bien y nos admiramos. Mamá fue un gran referente. Pero me siento muy parecida a mi abuela Mima. Ella fue muy pionera, marcó tendencia, siempre con looks avanzados y salía con quien se le daba la gana. Mamá, con todos sus mambos y sabiduría, siempre nos crió hablando de la dignidad. Su frase es que todos salimos del mismo agujero. Muy gráfica. Pero me marcó.
–Eras muy chica cuando ella tuvo problemas con las drogas. ¿Qué recordás?
–Todo. Yo tenía ocho años y me fui a vivir a Brasil con papá. Por supuesto que me quedó una cicatriz porque sufrí. Pero me salvó la sinceridad que reina en la familia y un padre que se hizo cargo, que me mudó a San Pablo y me llevaba todos los días al colegio. En mi mundo siempre se habló de todo y creo que eso es fundamental para sanar y entender.
–¿Cómo está ella ahora?
–Bárbara, viviendo en el campo súper tranquila. Es una persona adorada por sus nietos porque se trata de un alma joven; mamá no tiene edad. Es una persona magnética que todo el mundo quiere ver. Cada visita quiere llevarse un pedazo de su energía y buena onda. Es muy creativa. Desde niña hacía cosas. Joyas, sombreros... Es única y tiene un espíritu elevado.
–¿Y de tu padre qué heredaste?
–La elegancia, el buen humor. Es uno de los hombres más espléndidos de Brasil, gran playboy, lector, súper intelectual. Él es más académico, menos de campo. Y yo soy su única hija, la hija de la vejez. Así que no hace falta explicar lo que es nuestra relación.
–¿Cómo reaccionás cuando te señalan como snob?
–No reacciono porque es una pavada. No soy snob para nada. Cero snob. Pero me importa nada. Mima, mi abuela, decía: vos preocupate, chiquita, cuando no hablen de vos.
–Te apasiona la moda, hacés vestidos a medida. ¿Para cuándo tu marca?
–Lo iba a hacer cuando surgió el proyecto de la tele, algo que me encantó y volvería a hacer. Pero sigo haciendo cápsulas, vestidos de novia puntuales. Lo que pasa es que soy creativa y no me llevo bien con los números. Necesito que venga alguien y me diga que hagamos este proyecto, que me de una mano y me permita crear. Tengo mi taller y me gustaría hacer prêt-à-porter. Estoy abierta a propuestas. Pero necesito alguien que me apañe.
–¿Cuál fue la prenda más loca e incómoda que soportaste?
–Cuando se casó mi prima Nieves, en Nueva York, era Halloween. La consigna estaba clara así que podrán imaginarse... Caí con un vestido pesadísimo hecho con caramelos, chocolates, chicles, moneditas de oro, chupetines, gelatinas. Era una instalación viviente. Encima con un tocado de cera con forma de hamburguesas y pedazos de torta, que me habían diseñado unas drag queens. Creo que nunca me agoté tanto. Se me derritió todo. Confirmo que el mejor momento de la noche fue cuando me metí en la ducha. Pero bueno, como se dice: la moda no incomoda.
–Amigos de la realeza tenés muchos. ¿Te cansa que te pregunten por ellos?
–Es raro, sí. Igual no me pasa mucho. Es una utopía que la gente imagina. Son humanos como nosotros, hacemos las mismas cosas. Cuando estoy con ellos almuerzo, veo películas, andamos en pijama, charlamos tirados en el parque. Tienen hijos y los llevan al colegio, al dentista. Y nos juntamos en un cuarto a todo gossip después de alguna boda, como pasó la semana pasada en Grecia. Nada demasiado exótico.
–¿Esto de los chimentos en el cuarto fue después de la boda de Philippos de Grecia y Nina Flohr?
–Sí, ella es amiga. Fue una boda soñada en la Catedral de la Anunciación de Santa María, en el centro histórico de Atenas.
–¿Te preguntan por Argentina? ¿Entienden algo?
–Generalmente nadie entiende por qué siendo un país con tanta riqueza natural nos va tan mal. Pero bueno...saben que amo Argentina y Brasil. Que acá tengo una familia muy grande, arraigada.
–¿Qué locura harías para colaborar con el país?
–Vestiría el obelisco, una instalación gigante, lo que sea por unir a los argentinos. Ojalá pudiéramos focalizar para volver a estar juntos y dejar esta pavada de lado. Haría lo que me propongan pero jamás me metería en política: es un nido de serpientes.
–¿En qué creés?
–Estoy muy conectada con todas las energías. Astros, estrellas, dioses, deidades de todos los tipos y colores. Soy católica porque me tocó. Pero también hago ofrendas y le regalo flores blancas al mar. Mi abuela paterna era bahiana de la bahía blanca, así que le prendo velas a todos los santos y rezo muchísimo. También creo en la Virgen. En el fondo soy una niña con trenzas que cree en las hadas, los unicornios y las sirenas. Me atrae la magia, aunque a veces lo padezco.
–¿Por qué?
–Porque la vida no es así.
–¿Y cómo es?
–En mi caso es una ola que siempre me revuelca. Vivo con esa sensación de que nunca sabés dónde vas a terminar. Pero bueno, es lo que me tocó y entonces la surfeo. Me lo puso el universo, me tocó, y lo vivo con pasión, autenticidad, sensibilidad y buen humor.
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