En medio de condicionamientos sanitarios y económicos para viajar al exterior, estas propuestas se afirman como alternativa de veraneo y, en muchos casos, como una oportunidad de inversión
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PINAMAR–. Algunos prefieren alojarse entre las dunas y rodeados de abundante vegetación: pura calma e intimidad, viviendas distanciadas y caminos improvisados para ir a la playa a pie, caballo o en vehículos de doble tracción. Otros, en cambio, buscan naturaleza pero con más comodidades, así como también medidas de seguridad y recorridos bien señalizados para llegar al Club House, el campo de golf, las canchas de tenis o alguno de los coquetos paradores donde coincidirán con amigos y vecinos para unos tragos al atardecer. El abanico de propuestas es amplio y para todos hay una opción: este verano, los barrios privados con salida al mar se consolidan sobre el frente marítimo bonaerense.
Los hay bien agrestes, con sus primeros avances sobre escenarios casi vírgenes, y también están los que son más concurridos y cuidados, con una urbanización planificada y ambiciosa en superficie y servicios. Si en un principio cautivaron a muchos como oportunidad de inversión, ahora son una firme opción de veraneo en medio de condicionamientos sanitarios y económicos para hacer turismo en el exterior.
“Es la primera vez en décadas que volvemos por acá y estamos sorprendidos por la tranquilidad del lugar”, cuentan Vicente Carbone y Magdalena Arias, de Gualeguay, Entre Ríos, quienes pasaron sus vacaciones de los últimos años en Punta del Este. Esta vez, en cambio, decidieron disfrutar de Costa Esmeralda, el complejo costero (cuenta con 15 barrios en su interior) al que llegaron con sus hijas Nina, de 6, y Trinidad, de 3. Este escenario los tentó ante la incierta coyuntura que se presenta. “La pandemia nos cambió los planes, no estábamos para andar en otro país con las cosas como están”, comentan a la nacion, en relación con el rebrote de Coronavirus que aunque por ahora se advierte mucho más fronteras afuera, ya preocupa a muchos. “Estos barrios son una alternativa muy segura y acá además estamos cerca de ciudades para ir a pasear, como Pinamar o Mar del Plata”, destacan.
Se trata de un verdadero boom que a esta fecha casi no tiene alquileres disponibles para enero y parte de febrero. Un formato que durante las últimas dos décadas creció como desarrollo inmobiliario sobre este extremo de la Costa Atlántica y hoy se consolida como nueva oferta.
La variedad de barrios cerrados sobre la costa propone al este de la Ruta 11 más de una decena de propuestas, bien distintas unas de otras en cuanto a producto y sobre todo en grado de avance. Algunos, aun anunciados hace tiempo, apenas dan los primeros pasos sobre lo proyectado en su master plan. Otros exponen un crecimiento impactante. Para esta temporada son alternativa de alojamiento a razón de 180 hasta incluso más de 500 dólares por día, según la vivienda elegida.
El detalle que es prioridad a partir del año pasado, en particular desde que explotó el home office por la pandemia, es dotar a estas zonas de servicios esenciales. Garantías de suministro eléctrico y por sobre todo conectividad, que empieza a asomar cada vez más con tendidos de fibra óptica.
“Hoy tenemos unas 1800 obras terminadas y solo este último año se aprobaron planos de otras 690, de las cuales unas 300 estarán listas para el verano”, detalla Aquiles Linfante, gerente Operativo de Costa Esmeralda, que consta de 1000 hectáreas en el Partido de la Costa y casi en el límite con Pinamar.
Francisco Mayol, responsable de Experiencia Costa, asesora y brinda servicios tanto a propietarios como inquilinos dentro de este barrio al que cada día ingresan unos 4000 obreros. “Desde mitad de año se alquiló todo para enero y el gran diferencial que valoran los clientes es la seguridad y la cantidad de servicios que tienen sin salir del barrio”, resalta sobre una propuesta que incluye desde campo de golf hasta canchas de polo. “Los adolescentes influyen en la decisión del destino porque quieren estar donde veranean sus amigos”, explica.
Hacia el norte se destacan, entre otros, Km 314, en San Clemente; Jagüel del Medio, en jurisdicción de Santa Teresita y Villa Robles, más cerca de Pinamar. Este último, hace unos años, incluyó un show en vivo de Ricky Martin frente a un exclusivo grupo de invitados.
Por Pinamar, en tanto, las principales opciones son North Beach, que tiene como particularidad un desarrollo con edificios de departamentos en primera línea de mar, y Dunas de Pinamar. Más el avance de otros proyectos similares que se hacen lugar en ese distrito.
En Mar de las Pampas la propuesta tiene un giro particular que se percibe en los propios nombres de los barrios privados. El Salvaje tiene acceso por la ruta interbalnearia y recién acumula sus primeras 18 casas. “Las que se pusieron en alquiler ya tienen clientes para enero y algo más también”, comenta el gerente de obra del desarrollo, Juan Cano. Allí ya están en primeros avances para desarrollar el Club House y parte de los servicios que a futuro dispondrán quienes se instalen en el lugar.
Roberto Rossi es uno de los que eligió invertir allí con dos lotes. “Buscaba un espacio donde se respete la naturaleza”, dice sobre esta propuesta que lo convenció para su proyecto de casa de veraneo, que terminó de construir este mismo año. “Nos gustó la combinación de bosque y un camino encantado al mar, porque no se lo puede llamar de otra manera”, describe sobre un loteo lindero con la Reserva Natural Faro Querandí.
Es que el acceso a playa no es tan cercano y tiene esa adrenalina de la aventura que se siente al cruzar los médanos que marcan límites con Chacras Marítimas, otro emprendimiento al que se llega por Mar Azul y con una advertencia que es sello del lugar: “Acceso solo con doble tracción”. Sucede que aquí no hay caminos tradicionales sino una mullidísima e interminable alfombra de arena floja. El frente de mar de este desarrollo, quizás el más agreste de toda la región, se corona con un gran complejo de departamentos en forma de herradura al que, también, se llega en vehículos 4x4 y tiene paquetes de alojamiento de hasta 6 personas por 240.000 pesos la semana. A tono con la característica de esta franja de playas, que aspiran a una perfecta combinación de naturaleza y tranquilidad.