Cómo educar a tu mascota: los perros también necesitan aprender buenos modales
Cada vez más integrados a la rutina de sus dueños, es fundamental que reciban pautas de sociabilidad para aplicar dentro y fuera de casa
- 5 minutos de lectura'
Cada vez que Natalia Bueno salía a tomar un café o a comer, Tati le hacía un escándalo. Ladraba, no se quedaba quieta ni un segundo y todo terminaba mal: ella volviendo a casa frustrada con la perra, sin poder disfrutar de esos momentos que en medio de la cuarentena eran oro. “Tati es una jack russell. La traje en mayo del año pasado, vivo sola y quería una compañía -recuerda-. En casa se portaba bárbaro, pero era salir con ella a pasear o a encontrarme con alguien a tomar un café y se hacía imposible mantener una conversación. Empezaba a ladrar, se movía todo el tiempo. No podía tener esa escasa vida social que permitían”, cuenta Natalia, de 28 años, que dejó de llevarla a sus salidas con amigos. A Ana Laura Passman le pasó algo parecido: desde principios de año, acostumbró a su perrita Alma a ir a la puerta del colegio a buscar a sus hijos. El problema es que se emocionaba tanto que empezaba a ladrar y asustar a otros niños y a irritar a algunos padres. A Ana le gustaría llevarla, pero sabe así es imposible.
Totalmente integrados a la vida familiar y social de sus dueños (no sólo los acompañan a sus salidas a comer, sino que se los ve en la puerta de los colegios y también en diversas actividades familiares) los perros también necesitan modales. Recibir pautas claras de comportamiento social, para desenvolverse tanto dentro como fuera de casa. “Realmente son pocos los que tienen un cachorro y te llaman porque quieren hacer las cosas bien desde un principio; en general recurren a un entrenador cuando su perro ya tiene un problema de conducta. Lo ideal es hacerlo antes”, destaca Daniel Hacohen, entrenador y educador canino y creador de Urban Dogs, una escuela de entrenamiento para perros. Su podcast en Spotify sobre comportamiento animal es seguido con interés por cientos de amantes de los perros que buscan que su mascota “se porte bien y les haga caso”.
La pandemia hizo que más gente decidiera compartir su día a día con una nueva mascota, pero en muchos casos esa convivencia resultó difícil. “La mayoría elige la raza por que les gusta estéticamente, pero después se dan cuenta de que es un perro que demanda mucha atención o es muy energético y ahí empiezan los problemas. Hay poca investigación antes de incorporar ese animal a la casa. La gente lleva lo que quiere y no lo que necesita -plantea-. Durante la pandemia se muchos buscaron la compañía de un perro y surgieron problemas de conducta. Por eso aumentó mucho la demanda de entrenadores para cachorros y adultos”, resume Daniel.
Antes de la pandemia, la mayoría de sus clientes buscaban que su perro se porte bien, que sea dócil cuando salga a pasear, que no tironea de la correa o no ladre en las salidas de sus dueños cuando iban a comer a un restaurant. Pero ahora las consultas están más relacionadas con la angustia de separación, que se produce cuando se vuelve a la rutina después de intensos meses de convivir las 24 horas con la mascota. “Este año los chicos volvieron al colegio y los adultos empezaron a salir a trabajar y ahora se ven mucho los problemas de ansiedad. Se generó tanta dependencia que hay gente que no puede ni entrar al baño sin que el perro toque la puerta”, describe Daniel, que tiene una certificación en perros detectores de cáncer. “El perro es perro y el humano es humano. Es el problema de humanizar a las mascotas. El perro necesita juego, ejercicio y actividad mental: la ansiedad se drena a través del ejercicio”. En general son 6 clases presenciales (también pueden ser por Zoom) en las que se enseñan ejercicios para lograr determinadas conductas. ¿La técnica? Premiación con comida y límites. “El entrenamiento positivo por sí solo no sirve. Hay que premiar cuando hace algo bien y corregir cuando hace algo mal. Pero la corrección hay que entenderla y enseñarla, sino no sirve”, destaca el especialista.
Cecilia Pela es la dueña de Paco, un caniche mediano que tiene dos años. Aunque nunca fue un perrito tranquilo, jamás había manifestado problemas de ansiedad por separación hasta que el año pasado, cuando aflojaron las restricciones de la cuarentena y la familia empezó a ausentarse más horas de la casa, Paco empezó con temas de conducta. “Nunca los había tenido, si bien nunca fue un perro tranquilo. Lo que pasó es que después de 8 meses encerrados, en el verano empezamos a tener mas actividades y vida social y Paco se quedaba más tiempo solo. Empezó a aullar, no paraba hasta que llegábamos a casa. Los vecinos se empezaron a quejar porque escuchaban al perro llorando todo el día -recuerda-. Era un estrés, con mis hijas googleamos mil formas de solucionar el problema, nada resultó. Hasta descargamos Barkio, una app para seguimiento y monitores de mascotas y le hablábamos por ahí y no hubo caso. Al final empecé a buscar algo mas especifico y ahí llegamos a Daniel. Y por suerte, resultó. Paco siempre fue de hacer lío, de tirar la correa. No lo hubiera llamado por el tironeo o por pelearse con otros perros, pero esto había que solucionarlo”, reconoce Cecilia.
Sin duda los perros son el mejor amigo del humano, pero si está educado, es el compañero ideal.