Abogado y coleccionista, fusionó arte y naturaleza en una isla que cautivó a Margot Robbie, Will Smith, Madonna y Emmanuel Macron
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Un paraíso en la tierra a gusto y medida que, sin egoísmos, pueda ser disfrutado por todos. Un Edén. Casi la mitad de su vida le llevó a Claudio Stamato (63), abogado, emprendedor y fundador de MacStation, lograr algo así. Él, que también fue asistente de dos de los principales coleccionistas del país, Carlos Pedro Blaquier y su mujer, Nelly Arrieta, adquirió de ellos su gusto y amor por el arte: algo que hoy se refleja en El Descanso, como bautizó a su oasis que, en el Delta, fusiona la belleza natural del paisaje con el arte. Stamato supo convertir a esta isla en paseo encantado, faro de innovación y salvavidas ante el cambio climático. Allí, el miembro fundador y primer presidente de la Asociación Amigos del Museo de Arte Tigre, que comparte este tesoro secreto con su pareja, el colombiano Felipe Durán, proyecta expandir a todo el público las bondades de su vergel.
–Abogado de Capital, cero contacto con el Tigre . Sin embargo, hubo un bautismo acuático que te hizo tener esa conexión especial con el Delta: ¿cómo fue ese momento?
–Un domingo de mediados de diciembre, un amigo festejaba su cumpleaños en su casa del Delta. Hacía un calor agobiante y había Sudestada. Yo había ido lleno de prejuicios acerca del calor, de los mosquitos, del agua marrón de ese río, que era lo único que había para refrescarse. Pero superada la aprensión, mientras flotaba en el agua, tuve un flash. Sentí cómo el agua que me mojaba también mojaba los árboles, las plantas, los muelles, todo lo que me rodeaba, y en ese momento tuve como una especie de epifanía, me sentí en comunión con la naturaleza. Me enamoré del río. El Delta te atrapa o te expele. A mí me atrapó. Y fue así que salí a buscar una casita para los fines de semana.
–Pero de la casita de fin de semana a las 40 hectáreas que hoy componen El Descanso fue más que un enamoramiento pasajero...
–¡Y sí! Con el entusiasmo de ese primer amor me fui embarcando en un proyecto que con el tiempo se convirtió en un paraíso inesperado. El Descanso es la sumatoria de varias parcelas vecinas que fui comprando a lo largo de los últimos 30 años. Todas estas tierras pertenecían a la familia Albarracín, la familia materna de Sarmiento. La palmera de 10 brazos que está sobre la costa fue plantada por él en 1870. La primera parcela que compré es donde está la casa principal. El criterio que siempre mantuve fue el de tratar de conservar lo que había y ponerlo en valor. Una de las parcelas era de unos viveristas ya grandes que mandaban sus flores al antiguo mercado de la calle Corrientes y tenían todo abandonado. Cuando yo ingresé no podía creer lo que veía. Había plantas de azaleas enormes, magnolias, camelias... Todo estaba en bastante mal estado e invadido por yuyos. Había dos casitas sobre el río, muy venidas a menos, que las arreglé. Una de ellas es de mi madre, que lamentablemente ya casi no viene, y la otra de mi sobrino. Lo primero que construí fue una laguna. Los distintos espacios los fui parquizando y uniéndolos con puentes. Este parque se ha ido creando con el paso del tiempo. Ver cómo crecieron los árboles plantados 30 años atrás es emocionante.
–Trabajaste para Carlos Pedro Blaquier y su mujer, Nelly Arrieta. ¿Qué aprendiste de ellos?
–Tuve la bendición de conocer a Carlos Pedro cuando estaba cursando mi primer año de abogacía y me invitó a trabajar con él. Fue un enorme privilegio haberme formado a su lado y conocer un mundo al que no hubiera podido acceder sin él. Tanto Carlos Pedro como Nelly fueron dos grandes maestros en mi vida. Yo me formé en esa escuela, en la del trabajo, la del esfuerzo y la meritocracia.
–Con el Delta llegó ese gusto por la naturaleza, y con tu trabajo te fuiste metiendo en el terreno del arte. ¿Cómo fusionaste los dos mundos en El Descanso?
–Me surgió naturalmente. Con Carlos Pedro y Nelly accedí al mundo del arte, tuve la oportunidad de verlo de cerca, de estar en contacto con artistas, galeristas, marchands. Las primeras obras que emplacé en el parque de la isla son de Bastón Díaz, al que conocí por Daniel Maman en la década del 90. Forman parte de su “serie de la rivera”, que son como anclas, velas, restos de barcos en los que él dice: “Llegaron nuestros abuelos y están esperando la vuelta”. Tienen que ver con la inmigración, con el sentimiento de haber dejado la tierra de uno para buscar nuevas oportunidades. Luego pude comprar obras de otros artistas.
–¿Cómo surgió la posibilidad de abrir la isla al público?
–Durante muchos años fue nuestra casa de fin de semana, siempre llena de familiares y amigos. Pero a medida que el parque fue creciendo surgió la necesidad de lograr la autosustentabilidad del lugar. Antes de la pandemia la habíamos logrado con eventos corporativos y sociales, y recibiendo, fundamentalmente, a turistas del exterior, pero con la pandemia esos dos mercados desaparecieron. Casi todo el 2020 estuvimos disfrutando del parque los dos solos, con Felipe, por la cuarentena. Tuvimos la oportunidad de ver el comportamiento del jardín durante todos los días del año, nos voló la cabeza. Decidimos abrir un restaurante de miércoles a domingos y feriados, y sumamos a mi sobrino Rodrigo a trabajar con nosotros. Estamos muy contentos de poder compartir la isla con todos los visitantes. No tendría sentido si no fuera así.
–El Descanso es el lugar preferido por las personalidades ilustres que vistan la Argentina como Emmanuel Macron, Madonna, Will Smith, Margot Robbie, Catherine Deneuve, entre otros, ¿tenés anécdotas con alguno de ellos?
–Cuando Will Smith y Margot Robbie visitaron la isla, llegaron con un grupo de más de 30 personas. Will nos pidió que llamáramos a su mamá para pedirle la receta del pavo de Acción de Gracias que a él le gusta. En ese momento, no éramos un restaurante, así que tuvimos que apurarnos para encontrar a alguien que pudiera preparar el plato. Acudimos a la Embajada en busca de ayuda y su chef nos brindó asistencia. Cuando hablamos con la madre de Will, fue muy específica en cuanto a las marcas de los ingredientes, y conseguirlos fue una locura, pero al final todos se comieron el pavo y estaban encantados. El problema es que estábamos tan preocupados por hacerlo bien, ¡que nadie se ocupó en sacarle una foto! Y Margot Robbie prometió regresar a la isla para casarse allí.
-Lo increíble de El Descanso es que no es solo un lugar de recreación sino un centro integral cultural social de innovación...
-Es lo que intentamos. Este año asumí como presidente de la Fundación Sustentarte, cuyo objetivo es la promoción, difusión y desarrollo de todo lo relacionado con el mundo del bambú. Estamos trabajando para crear una escuela de oficios con bambúes en el Delta, y en marzo vendrá el arquitecto colombiano Jaime Peña para dar un seminario de construcción con bambúes para desarrollar los primeros ejemplos de arquitectura sustentable en la isla. Queremos crear conciencia acerca de los beneficios de esta planta para ayudar a combatir el cambio climático. También colaboramos con la Fundación Sales en el proyecto de reemplazo de las plantaciones de tabaco por bambú en la provincia de Misiones.
–¿Qué representa este lugar para vos?
–Un jardín se compone como un terreno mental de esperanza. Se crea siempre para el futuro y es un lugar donde encuentro contención y sosiego respecto a lo que pasa en el mundo. Cuando sucedió el ataque de Hamas a Israel tuve la necesidad irrefrenable de ir a la isla, plantar todo lo que podía, y sacar fotos a la naturaleza, buscando la belleza. Fue una necesidad muy fuerte de crear vida en medio de tanta destrucción y hechos de barbarie. Yo creo que allí también está el arte, que siempre nos ayuda a expresar lo que no nos sale con palabras.