Apuntes sobre la terapia online
Ya ha pasado tiempo, y la tarea de los psicólogos y otros profesionales de la salud mental, realizada a través de las plataformas online, se ha afirmado como práctica de trabajo, demostrando una notable eficacia, tal vez mayor a la pensada en los inicios de la pandemia.
La repentina llegada de Zoom, Meet y otras aplicaciones que posibilitaron los encuentros en tiempos de cuarentena generó muy diversos escenarios emocionales. De hecho, hay pacientes y profesionales que extrañaron mucho la presencialidad y maldicen las pantallas, y otros que, al contrario, no imaginan volver a viajar hacia el consultorio para llegar a una terapia a la que, con solo encender la computadora, pueden acceder sin embotellamientos de tránsito ni problemas de horario.
La emoción también surge online
En estos tiempos se está viendo cuánto la pandemia ha modificado de manera permanente las prácticas de salud mental. En el hoy, sesiones psiquiátricas o psicoterapéuticas individuales, así como encuentros grupales de psicoterapia o de autoayuda, que antes requerían presencia física, se hacen en gran número y con un alto grado de emocionalidad e intimidad aun siendo vía online. Obviamente hay casos agudos que requieren presencialidad, pero son muchos aquellos que hoy en día no ven dicho formato como imprescindible.
Acortar las distancias
Otro elemento notable de la virtualidad es la posibilidad de atención a personas que viven en otras provincias o países, al punto que muchos argentinos que viven en el exterior y apelan a la psicoterapia por internet, buscando profesionales que hablen su idioma y entiendan ciertas características culturales que ayuden a sentir una cercanía emocional que la distancia suele dificultar.
¿El lugar adecuado?
No puede dejarse de lado un detalle importante: no todas las personas tienen un lugar cómodo y razonablemente íntimo como para sentarse y hablar de su vida sin que otros escuchen y eventualmente interrumpan. A veces las sesiones se hacen con pacientes sentados en sus autos, estacionados en la calle o en alguna playa de centro comercial, hablando desde allí con una comodidad que no encuentran en sus casas u oficinas. Algunos profesionales pueden ser muy críticos con esta alternativa, si bien, como se sabe, la capacidad adaptativa mucho tiene que ver con la salud de la mente. Y en esos casos dicha adaptabilidad utilizada con buen criterio puede posibilitar lo que, de otra forma, sería imposible de llevar adelante.
Si hay algo a lo que obligan las crisis es a la sana flexibilidad para sobrevivir. Por eso, en lo que concierne a la salud psíquica, las buenas prácticas son las posibles. No tanto por sus formas, sino porque usando los medios que estén a la mano se puede continuar generando red de humanidad –aunque sea con pantallas y micrófonos a través de los cuales transite la palabra–, ese puente hacia los otros y hacia nosotros mismos al que nunca es bueno renunciar.
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