Encuentros creativos y reuniones laborales, cada vez más temprano
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Durante los cinco años que Tom Corley, un conferencista y autor de bestsellers motivacionales, se dedicó a analizar la vida de personas que se volvieron millonarias, descubrió que la mayoría practica los mismos hábitos diarios: leer libros, hacer ejercicio, dormir al menos siete horas durante la noche y despertarse al alba. De los 177 empresarios que llegaron a ser ricos, estudiados por Corley, el cincuenta por ciento reveló que cada día se despierta por lo menos tres horas antes de que comience su jornada de trabajo. El caso más conocido es el del CEO de Apple, Tim Cook, que se levanta a las 03:45 para chequear sus mails en California antes que sus colegas de la costa este estadounidense que a esa hora, las 06:45 ya están despiertos, preparándose para abrir su agenda laboral.
“De mi investigación, descubrí que los hábitos diarios determinan el éxito o fracaso en la vida”, explica en su libro Cambia tus hábitos, cambia tu vida.
En la misma línea, el orador canadiense Robin Sharma, escribió El club de las 5 AM, donde expone poderosos argumentos a favor de ciertas rutinas matutinas estructuradas y bien tempranas. Acostarse dos horas antes de medianoche y despertarse a las 5 de la mañana redunda en una mayor productividad, salud y felicidad, asegura Sharma que, además, propone un método práctico para lograr el cambio de hábitos y volverlos duraderos.
Calma, todo está en calma
En Buenos Aires, la propuesta desembarcó de la mano de Ale Lacroix, conductor de radio, DJ, empresario gastronómico y comunicador de hábitos saludables. Desde que leyó el libro quedó impactado. Toda su vida había sido un noctámbulo, durante veinticinco años se fue a dormir a las 5 de la mañana: ¿sería capaz de hacer un giro de ciento ochenta grados para levantarse a esa hora? Probó y aunque al principio fue difícil a los pocos días pudo comprobar que se sentía más positivo, lleno de energía. Así se transformó en impulsor en la Argentina de “El club de las 5 AM”, que lleva el mismo nombre del libro de Sharma, un grupo de personas que comenzó a reunirse en las escalinatas de la facultad de Derecho en la avenida del Libertador y después se trasladó al bajo en Vicente López. Ale lanzó la propuesta en las redes sociales y el primer día -o noche, si se considera que a las 5 de esa mañana de invierno todavía estaba oscuro- solo acudió una persona a la cita. Desde entonces los encuentros se repiten una vez por mes y ya son unos setenta los madrugadores por elección de @elclubdelas5am.ar que desde hace dos años se reúnen a caminar, meditar y entrenar.
Para Lacroix la adopción del nuevo hábito, una vez que logró superar el desafío de hacerlo durante los sesenta y seis días seguidos que según Sharma son necesarios para que un cambio se vuelva definitivo, el logro se convirtió en una victoria privada. “Desde que salgo a caminar cuando todavía está oscuro veo prácticamente todos los amaneceres y atardeceres del año, no digo todos porque esta rutina la cumplo 5 o 6 veces por semana, si un día me acuesto tarde me levanto más tarde al día siguiente. Pero el cambio ya lo hice y puedo decir que es muy revelador cuando uno entra en esta sintonía”, afirma Ale Lacroix que a cuatro años del cambio de vida y de volverse una suerte de referente para mucha gente que busca enrolarse en las filas de la “revolución del bienestar”, ya está desarrollando un programa de bienestar llamado Awake.
Sandra P., una porteña que trabaja como entrenadora holística, no conoce a los del club pero también es una “persona matutina”. Corrió maratones durante varios años, así que tiene incorporada la costumbre de madrugar desde muy chica. Ya no compite pero, a los 55 años, sigue levantándose temprano para salir a andar en bicicleta antes de empezar con sus compromisos laborales. “Me levanto a las 5:40 de la mañana. Me pone de muy buen humor y me sirve para que me rinda más el día. Pero a las 22 estoy durmiendo y no salgo mucho de noche, no me gusta, prefiero descansar al menos ocho horas y rendir durante el día”, cuenta.
Socializar a primera hora
Los desayunos de trabajo no son una novedad. Muchas empresas recurren a las horas de la mañana para hacer reuniones de equipo en las que se presentan proyectos, planificaciones, tormentas de ideas, sean al interior de la organización o con clientes y proveedores externos. Las mañanas suelen estar destinadas al tipo de actividades que entran dentro del marco tradicional de lo laboral. En cambio, los espacios de socialización informales como afters, seminarios, formación, o eventos culturales quedaban reservadas para la tarde-noche, el horario en que “todos pueden”, al fin de la jornada laboral. Por eso las Creative Mornings, un formato de conferencias inspirado en las charlas TED, sorprende con la propuesta de convocar al público a las 8:30 de la mañana. “La idea es empezar el día con algo inspirador, escuchar a los oradores que son referentes de distintas áreas creativas, y después cada uno se va a continuar con lo que tenga que hacer”, presenta Mariano Dorfman, coordinador del capítulo Buenos Aires del sello que nació en Nueva York y está presente en 255 ciudades.
Dorfman, que es publicista y se mueve en el mundo de las industrias creativas, reconoce que el horario desconcierta a muchos de los invitados a dar las charlas y a los asistentes, por igual. “Cuesta el cambio cultural, especialmente en las industrias creativas que suelen manejarse más en horarios de la tarde, y si hablamos de la gente del arte, podemos decir que nocturnos”, admite Mariano y confiesa: “Muchos me preguntan por qué no lo hacemos a las siete de la tarde, con birra, pero el espíritu de estos eventos es hacerlos temprano, es un desayuno con inspiración.”
¿Tiene realmente ventajas?
Cintia F. maneja horarios propios, sin jefes. Cuando dejó su trabajo en relación de dependencia hace 5 años para lanzar su emprendimiento de cocina creyó que tendría más tiempo libre para ir al gimnasio o ir a los actos escolares de sus hijos sin tener que pedir permiso. Se equivocó, al final, trabaja más horas que antes y vive agotada. Tener a toda la familia en la casa durante los largos meses de aislamiento y las cuarentenas por covid de los dos últimos años no ayudó. “Siempre pensé que levantarse temprano pudiendo dormir hasta las 8 o las 9 era una cosa absurda. ¡Cómo no voy a aprovechar quedarme en la cama lo más que pueda si no tengo la obligación de entrar a un trabajo a la mañana! Pero últimamente vengo conociendo mucha gente que me dice que se empezó a levantar de madrugada para desayunar tranquila o meditar y como yo nunca tengo tiempo para entrenar porque entre el trabajo, la casa y ayudar a los chicos con la tarea se me va el día y cuando llega la noche no hice nada para mí, me da ganas de probar”.
Quizá tengan más suerte las nuevas generaciones que se incorporarán al mundo del trabajo con un paradigma que está cambiando y entre esos cambios adopta el de los horarios flexibles.
Como observa Alejandro Melamed, director de Humanize Consulting: “Hay muchas empresas que están empezando a cambiar sus políticas de horarios. Quienes trabajan en esta direccion lo que hacen es tratar de flexibilizar la posibilidad de ingreso y egreso a las oficinas porque consideran que las personas trabajan por objetivos y no para ‘calentar la silla’; ponen la confianza en el logro de los objetivos en lugar de controlar el horario de los trabajadores”. Melamed, que acaba de publicar su nuevo libro, El futuro del trabajo ya llegó (Paidós), subraya que la empresa paradigmática de esta nueva tendencia es Netflix. “Lo llaman ‘libertad con responsabilidad’ y hasta permiten que cada empleado decida cuántos días de vacaciones al año se puede tomar”, explica.
Pero ¿existe un mejor horario para trabajar? El experto dice que la respuesta depende de múltiples condiciones, especialmente en el mundo actual en que la hiperconectividad, la portabilidad y el teletrabajo hacen posible el trabajo sincrónico y el trabajo asincrónico, es decir que la gente pueda trabajar desde distintos lugares al mismo tiempo pero estando conectados en forma virtual o en tiempos distintos cumpliendo tareas individuales. “El verdadero desafío tiene que ver con definir los horarios en que se requiere estar en comunicación con otra persona al mismo tiempo y cuando no”, afirma, pero, en lo personal reconoce que se suma al grupo de los madrugadores. “Yo me despierto temprano y me pongo a estudiar a primera hora de la mañana; después veo qué horarios son los mejores para tener conversaciones con otros y la noche me resulta útil para escribir”, describe.
En la misma sintonía, la coach de emprendedores y autora de Diseño de vida: La creación de tu propio emprendimiento (Lea Ediciones), Fabiana Mejalelaty, afirma que incorporar el hábito de destinar la primera hora de la mañana a planificar el día por delante contribuye al bienestar. “Levantarnos bien temprano nos da un espacio en la agenda de mucha tranquilidad, donde no hay estímulos que nos distraigan. Lo ideal es empezar con alguna meditación, declarar una intención para el día o realizar alguna práctica corporal como yoga, caminatas suaves o un entrenamiento enérgico, según el nivel de cada uno”, recomienda la consultora. En términos de rendimiento laboral, afirma Mejalelaty, esta técnica de administración del tiempo concluye al final del día cuando se hace un repaso de los objetivos cumplidos y los que quedaron pendiente. " Comprobar que pudimos cumplir metas que nos propusimos nos da mucho bienestar y nos alienta a persistir en nuestros emprendimientos”, concluye.
El Detox digital
Eso sí, nada de celulares ni pantallas, al momento de despertar. Todos los consultados coinciden en que para que el efecto energizante de las mañanas se produzca, lo primero que hay que hacer es un detox digital. Como alienta Ale Lacroix: “No sirve que te levantes y te pongas a mirar cuántos likes tenés en Instagram, eso dejalo para después”.