Gino Bogani: cuando la Alta Costura es un arte que no pasa de moda
La retrospectiva del padre de la alta costura, en un desfile para la nostalgia y el replanteo
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La pasarela alta -tal como solía usarse antaño- iba desde el pie de las escaleras mecánicas hasta el lugar donde están las boleterías en el MALBA. Ayer el museo se convirtió por un día en la locación perfecta para un desfile de moda perfecto: el de Gino Bogani. Perfecto, además de exuberante, festivo, histórico, conmovedor.
Fue el cierre de la Semana de la Alta Costura (SAC) que organizó Elina Fernández por primera vez. Siguiendo la impronta de su marido Eduardo Costantini –coleccionista, fundador y presidente del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires-, con este evento se perfila como una potencial mecenas de la moda argentina. Las presentaciones de Evangelina Bomparola, Adrián Brown, Laurencio Adot y Bogani -en espacios tan exquisitos como el Teatro Colón o el Palacio Pereda- en esta edición inaugural tuvieron el propósito de darle visibilidad al diseño argentino de alta gama, por fuera del circuito comercial masivo.
Gino Bogani fue el broche de oro. Una retrospectiva de su trayectoria de más de 60 años como creador de prendas de lujo y a medida se convirtió en una muestra de arte. Por eso, el entorno, no podría haber sido mejor para repasar piezas representativas de cada momento histórico y entender en la curaduría cuál es el sello del artista: una identidad que no se define por colores, trazos, siluetas ni un estilo determinado, sino que absorbe vanguardias de cada época y las pone en juego en diseños –obras- que configuran una personalidad fuerte, a la vez de dinámica y diversa. La suya y la de las siluetas de las mujeres para quienes fueron creadas.
Un concepto que, además, se evidenció en el casting de “mannequins”. Convivieron modelos jóvenes actuales con aquellas, ya “maduras”, que fueron las primeras en lucir los Bogani.
Hoy por hoy muchas firmas, al buscar captar aceptación en sus públicos, adhieren a la tendencia de desprejuiciar la edad avanzada y exhiben la belleza de personas que trascendieron la juventud. El desfile con el que culminó la Semana de la Alta Costura podría haber sido, en ese sentido, una excelente estrategia de marketing acorde a la actualidad.
Sin embargo, la ostensible autenticidad descartó la posibilidad de una estrategia. Gino Bogani convocó a sus amigas y ellas acudieron encantadas. Mora Furtado, Carmen Yazalde, Mariana Arias, Nequi Galotti, Teté Coustarot y Teresita Garbesi, entre otras, fueron las estrellas de la velada. No sólo por la nostalgia que despertó volver a verlas “en su salsa” sino también porque trajeron nuevamente un modo de desfilar que ya casi no se ve -y algunos extrañamos-: más espontáneo, con movimiento de telas que hasta dan viento en las caras de los espectadores, con sonrisas enormes, sin la exagerada sobriedad que a veces se traduce erróneamente como el gesto obligado de la elegancia.
Las 179 pasadas funcionaron cual enciclopedia viviente. No solamente por los períodos históricos que invocaban las piezas, sino porque estuvieron presentes absolutamente todas las acepciones del vocabulario de la haute couture: drapeados, volados, flecos, calados, plisados, pinzas, escotes, flores, moños, estampas, cortes al bies y confecciones de una sola unión. Esto sin mencionar las variadas texturas, colores y siluetas. No quedó rincón del universo fashion por explorar en la carrera del padre de la alta costura nacional. Y estuvo todo en esta muestra.
Tras la impactante aparición de “la novia” –Juana Viale- finalizó el desfile.
Las modelos icónicas terminaron bailando la italianísima canción “Apri la fine” de Gigi Proietti para recibir en la pasarela a quien las hizo musas.
Durante el cóctel posterior, no se cansaban de expresar su felicidad. Contaban con alegría desde hace cuánto no desfilaban algunas e intercambiaban con generosidad recuerdos de tiempos compartidos. También, se las veía interactuar con las chicas de las nuevas generaciones -con sus estilos tan distintos- en una integración enriquecedora en ambas direcciones.
Un detalle que generó clima de época desde el inicio fue la inconfundible voz y la impecable presencia sobre el escenario de Martin Wullich. El presentador leyó unas palabras y concluyó con la idea de que no existen las tendencias para Gino Bogani. Que lo que cada mujer valore es la mejor tendencia. Y así se vio durante desfile: variedad en mujeres diversas y reales. Que no pasan de moda.
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