El cantante se presentó en vivo en el primero show de una serie de cuatro fechas en el estadio de Núñez. Repite el viernes 17, martes 21 y miércoles 22
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“Esta es mi canción de amor favorita, una canción de amor para los giles, los mediocres. Para los que se quedan ahí, en un lugar fijo repitiendo patrones obsoletos, disparando por la espalda y todo eso que ya conocemos. Así que les vamos a mandar un poquito de amor a ver si les sirve de algo”. A poco más de media hora de comenzado el primero de sus cuatro shows en Obras, Wos sintió la necesidad de aclarar algunas cuestiones. Lo que siguió fue “Que se mejoren”, ese himno anti hater que funcionó como carta de presentación de Oscuro éxtasis, y que sintoniza bastante con el espíritu autorreferencial de su segundo disco y, por carácter transitivo, de su desembarco en la avenida Libertador.
Las cosas habían empezado en el otro extremo del estadio. Casi entre penumbras, Wos comenzó la noche interpretando “Introducción al éxtasis” desde una tarima ubicada al fondo de la sala. De cuclillas, eligió comenzar la noche al igual que su último disco, y la elección cumplió un rol autoexplicativo. “Dibujé un paisaje, justo flotando entre el pochoclo y el mensaje”, rapeó Valentín Oliva, y la frase parecía aplicar tanto a lo que siguió en las dos horas siguientes como en lo que domina su obra: Wos se pasea entre el divertimento y el compromiso político, y después de mucho tiempo encontró la manera de lograr un equilibrio entre ambos mundos.
Con el pelo rapado y teñido de violeta y una musculosa blanca, Wos se plantó en Obras como un Eminem ensamblado en Barrio Parque Los Andes. Después de “Buitres”, “Culpa” lo encontró al frente de una sesión chamánica a puro salto, con Ricardo Mollo desde la pantalla de fondo en modalidad virtual. Acto seguido, “Andrómeda”, de 2018, pareció presagiar desde el pasado la mutación artística de su presente (“¿Qué no soy el mismo? Obvio que cambio Si suena otra música es distinto lo que bailo. Yo si tengo los huevos para hacerme cargo. Me adapto, vuelo, rapto, no le escapo al contacto”).
El venue también influyó. Primero, la mística ricotera (que supo hacer de Obras su casa entre fines de los 80 y principios de los 90) se manifestó por partida doble en “Luz delito”, no sólo por el más que obvio sample al rif de “Luzbelito y las sirenas”, sino también por una remera con la cara del Indio Solari que voló derecho desde el campo al escenario, y que Wos alzó en clara actitud triunfal. Poco después, “40″ lo tuvo con una guitarra eléctrica entre los brazos, tirando acordes en quinta con saña ramonera (otros abonados al estadio de Libertador), un rapto punk fugaz y acelerado. Entre una instancia y otra, una sesión de freestyle con Acru, en la que ambos tiraron barras reivindicativas de su ascenso a la gloria.
Además del aporte de su banda estable (Tomy Sainz en batería, Natasha Iurcovich en bajo, Fran Azorai en teclados y Facundo Yalve en guitarra), a lo largo de la noche Wos sumó distintos elementos que evitaron que las cosas se quedaran siempre en un mismo terreno. Una sección de vientos le aportó aires souleros a “Contando ovejas” y “Fresco”; más adelante, su papá Alejandro Oliva y Mariano Ramón María Cantero sumaron una rítmica tribal a “Alma dinamita” y “Pared de cristal”. Sobre el final, el coro gospel Afro Sounds se incorporó en “Mugre” una canción compuesta durante la pandemia y que evocó la claustrofobia propia de la fase uno, con poco de devocional y mucho de apocalíptico, con el escenario bañado en luces rojo sangre.
Aunque Nicki Nicole no dijo presente para el pequeño festín disco de “Cambiando la piel”, CA7RIEL tomó el escenario por asalto en “Niño gordo flaco”, un rap juguetón construido sobre el piano de “Praise You” (el sample del sample) en el que no pudo evitar la tentación de colgarse una guitarra para complementar el solo de Yalve. Después de que “Canguro” retomara el espíritu declamatorio que quedó en pausa en marzo de 2020, “Terraza” y “Melón vino” fueron una invitación a pasear por el lado más vulnerable de la obra de Wos, unos minutos en los que la euforia no estuvo invitada a figurar.
Aunque la pandemia puso su exhibición constante en hold, en Oscuro éxtasis Wos se permitió exponer varias de sus reflexiones, miedos e incertidumbres que emergieron después de su paso de freestyler a artista estrella a paso de gigante. Por eso, por más que el cierre de la noche haya sido con “Púrpura”, la verdadera reflexión del recorrido apareció un tema antes. “Mirá mamá, ‘toy arriba, y te juro que no hay nada más que la vida”, cantó Wos con la mirada puesta en la platea lateral en la que estaba ubicada su madre, como quien busca traer tranquilidad a sus mayores.