Rolling Stone presenta una guía definitiva para cinéfilos y melómanos con lo mejor del séptimo arte vinculado a la música
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Este mes, Rolling Stone presenta Rock’n’film, una edición extraordinaria íntegramente dedicada a la profunda y entrañable relación entre cine y música. Este nuevo lanzamiento de la serie “bookazines” recorre, tanto con notas en profundidad como con reseñas en breve, el trayecto cronológico de cincuenta películas de ADN rockero, esenciales tanto para melómanos como para cinéfilos. Desde clásicos como The Wall, The Doors e Easy Rider, hasta estrenos recientes como Rocketman (la celebrada biopic de Elton John) y Bohemian Rhapsody (la película que amplió considerablemente el público fanático de Queen), incluyendo curiosidades como Kiss contra los fantasmas y Rock’n’roll High Scholl, el inesperado debut de los Ramones en la pantalla grande.
La revista presenta también una guía con más de cuarenta documentales rockeros, o rockumentales, acerca de artistas, festivales y escenas de las últimas seis décadas. También, listados de grandes bandas de sonido, películas musicales del cine nacional y otros contenidos vinculados tanto con el rock como con el séptimo arte.
En The rock & roll film encyclopedia, John Kenneth Muir afirma que “no hay una única manera de definir el rock, mucho menos las películas de rock”, antes de advertir que el paseo que está a punto de iniciar incluye el rhythm and blues, el disco, el pop y el soul, entre otras zonas aledañas de la música popular de la segunda mitad del siglo XX y más allá. Algo similar podría afirmarse sobre las páginas de este BookaCine: quien las lea encontrará una enorme variedad cinematográfica –de géneros, formatos, ambiciones y logros– y musical, desde el rock and roll prehistórico de Al compás del reloj hasta el revisionismo de The Doors, de la reconstrucción de toda una era en Casi famosos al Zeitgeist de Busco mi destino, y de la inventiva explosiva de Anochecer de un día agitado a la cristalización iconográfica de usos, costumbres y mitología de Hedwig and the Angry Inch.
“No hay una única forma de definir el rock y, mucho menos, una manera exclusiva de entender el cine como su vehículo de transmisión. Tampoco es posible pretender algo cercano a la exhaustividad: estos cincuenta largometrajes son apenas un puñado de un universo de cientos de títulos que han rockeado a lo largo de las últimas siete décadas”, apunta el crítico Diego Brodersen en la introducción a Rock’n’film. “Son, eso sí, películas insignia que permiten armar un recorrido posible, no solo cronológico sino, esencialmente, creativo. Cincuenta historias en las que, de una u otra manera, la música toma el control, alterando el equilibrio inicial de las fuerzas y guiando a los personajes en un camino necesariamente transformador. Un camino pletórico de sexo y drogas, de placeres y peligros, de caídas en desgracia y renacimientos, de famas y ostracismos, de ficciones y realidades”. Y de imaginación: ya sea en la animación lisérgica de Submarino amarillo o el melodrama descarado de Purple Rain, lo que sobra son ideas, cinematográficas, musicales y de otros tipos. Muchos de estos largometrajes lograron convertirse en auténticas máquinas de cambiar el mundo cultural tal y como se lo conocía, tanto o más que las melodías que los inspiraron. Al fin y al cabo, como afirma el inolvidable Dewey Finn de Jack Black en Escuela de rock, “si quieren rockear, hay que romper las reglas”.
LA NACION