Instalado en Argentina hace 25 años, el artista murió luego de varias semanas de estar hospitalizado
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El jueves por la mañana falleció en Buenos Aires Rafael de la Torre, músico nacido en Camagüey, Cuba, pero radicado en la ciudad en 1993. El cantante y maestro de cantantes, de 70 años, llevaba varias semanas internado por Covid-19. Ante los primeros síntomas de la enfermedad, De la Torre había suspendido un show presencial, que debía realizar el 1° de abril, con uno de sus diversos proyectos acompañado por músicos locales entre el son cubano, el bolero y el ska.
Rafa de la Torre Guerrero, músico, musicólogo y melómano se había formado inicialmente en solfeo, teoría y violín en el conservatorio de González Allué, de Cuba. “Yo me quería parecer a Ringo Starr, pero lo único que tenía a favor era la nariz. Me gustaba la batería; me fugaba de las clases de violín y me iba a las de percusión. Llegué a tocar con un grupo versiones de temas de la época, como “Viento dile a la lluvia”, de Los Gatos... Mi generación, la del cincuenta, está permeada por Bob Dylan, Beatles, Rolling y, al mismo tiempo, por Ñico Saquito, José Antonio Méndez”, contó años atrás en una entrevista.
En los últimos tiempos, De la Torre había formado un nuevo grupo para explorar la fusión entre música cubana y ska jamaiquino, con la que se venía presentando en paralelo con otros ensambles de son y boleros.
El músico confesó más de una vez haber llegado a la Argentina por influencia de Fito Páez. “En 1993 estaba en casa de Silvio Rodríguez para su cumpleaños y Fito Páez me preguntó un poco en broma por qué no iba a la Argentina –contó en una entrevista con el diario La Nación-. Y quién te dice que no haya sido eso una especie de lucecita: al poco tiempo vine de gira. Llegué el 19 de diciembre de 1993 y en siete días recorrí Córdoba, El Bolsón, San Martín de los Andes... Solo, con la guitarra. Regresé en junio del otro año y entonces ya conocí a mi mujer, Patricia. Luego llegó Santiaguito, que dice yo y, luego, dice io, y cayate y, luego, caiate. Es así, Buenos Aires te atrapa”.
LA NACION