Un análisis exhaustivo de los diez films que competirán por el gran premio el próximo 27 de marzo
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Ese ruido del lunes pasado a la mañana, la combinación cacofónica de gritos de alegría, gemidos de decepción, el rechinar de dientes y vasos rotos, solo puede significar una cosa: las nominaciones para los Premios Oscar 2022. Como de costumbre, los miembros de la Academia nos ofrecieron algunas opciones extremadamente predecibles, algunas sorpresas encantadoras y una curiosa falta de amor por Lady Gaga. (Sí, House of Gucci es un desastre, pero ¿viste lo que ella hizo en la pantalla?)
También ha sido una temporada de premios inusual, en la que gran parte de la típica máquina de campaña y marketing de los Oscar debió interrumpirse, o bajar un cambio: los estrenos de gala, las veladas a puro vestido largo de los festivales de cine y los Globos de Oro, y más. Y es muy probable que, esta vez, la mayoría de los miembros de la Academia, gente de costumbres y que se interesa por películas que no son de superhéroes en general, se las vieron difíciles para tener sus párpados abiertos mientras se desplegaban estas grandes epopeyas y dramas íntimos. Mantenerse al día con lo que causaba revuelo y lo que era descartable de entrada también fue más difícil que lo habitual. Eso no significa, sin embargo, que no hubiera actuaciones para la historia, películas para detener las rotativas y que merecían no solo su atención sino también el reconocimiento de la Academia. Entonces, sí, aunque es subjetivo decir que las nominaciones a los Oscar estén “bien” o “mal”: esta vez parece que en general está bien.
Belfast
Es posible que se nos haya ido la mano cuando publicamos originalmente esta reacción, que tuvo lugar durante el Festival Internacional de Cine de Toronto, con respecto a la película altamente autobiográfica de Kenneth Branagh, sobre un niño que crece en Irlanda del Norte en el momento exacto en que el conflicto político militar con el sur convierte un lindo vecindario en una zona de guerra. (Aún así, incluso con ese titular hiperbólico, no me arrepiento de nada). Belfast está filmada en blanco y negro y es una mezcla de drama de época, tratado social en primera persona y relato de aprendizaje que no llega a ser demasiado sentimental sin dejar de ser personal. Sin mencionar que proviene de un veterano de la industria: todo esto, para los miembros de la Academia, es como miel para las abejas. Y después de que ganó el Premio del público en TIFF (Branagh siempre un referente destacado en la temporada de premios) podría entender por qué la película parece un candidato seguro. Sin embargo, el año pasado fue y vino sin un solo pío, cuando se lanzó a gran escala el año pasado, dando la impresión de que había perdido impulso. Pero igual, Belfast es un competidor fuerte, y vale la pena verla: no solo es una obra histórica extremadamente lograda del antiguo “nuevo Olivier”, sino que sabe cómo tocar suavemente, y sin golpes bajos, las fibras del corazón.
CODA
Este fue una sorpresa. Sí, este film indie sobre un hijo de adultos sordos (eso significa el acrónimo del título, en inglés) que sueña con ser cantante tiene detrás el músculo de Apple TV+ y ganó cuatro premios en Sundance el año pasado, incluido el Gran Premio del Jurado. También es... ¿cómo decirlo? La película puede ser un poco desvergonzada en términos de querer realmente que tengas las sensaciones del caso, todo el tiempo. Y mientras admiramos las actuaciones, especialmente a Marlee Matlin y Troy Kotsur como los padres, da la sensación de que estás viendo varias películas: un drama regional improvisado, una historia del desválido que triunfa, una comedia rara, el retrato de un subcultura subrepresentada, chocando entre sí. Hay películas para sentirse bien y películas para sentirse agresivamente bien. ¿Adivina cuál es esta? Y todo eso, en términos de ir y ganar este premio, podría ser una ventaja o un error.
Don’t Look Up
Ya pusimos por escrito qué pensamos de la última de Adam McKay, una sátira social que pone la alegoría más grande del mundo en las espaldas de Leo DiCaprio, Jennifer Lawrence y el resto de la humanidad mientras nos critica a todos por ser unos burros tan tontos, perpetuamente distraídos por nuestros teléfonos, una necesidad insaciable de ponerle “me gusta” y “jajaja” a todo. Y está bien, el director puede tener un punto, pero si empezás a equiparar a los críticos (profesionales o de otro tipo) que tienen problemas con tu comedia de Netflix con un elenco de lujo con los líderes mundiales que no se ocupan del medio ambiente… ¿es posible que estés un poquito a la defensiva? Todos estos golpes en el pecho, mezclados con chicanas y creencias justicieras serían perdonables si la película fuera realmente hilarante y aguda, y no una sátira gruesa, demasiado ocupada en autocomplacerse en su propio sentido de lo que está bien y mal como para que darle las señales correctas a la glándula del humor. Si querías reírte, andá a ver Moonfall. Parece poco probable que gane, pero te sugerimos que leas esto.
Drive my Car
Algunas personas ya habían empezado a malhumorarse hace unos meses con eso de que una película japonesa de tres horas sobre el sexo, el duelo y los dramas de Chéjov estuviera dando vueltas en el tema Oscar, no digamos ya nominada en la carrera por la Mejor Película, y con la posibilidad de ganar, para empezar. La extraordinaria, elegante y silenciosamente conmovedora historia de Ryûsuke Hamaguchi sobre un director de teatro (Hidetoshi Nishijima, que deseamos que se hubiera colado en la categoría de Mejor actor) que enfrenta una pérdida lanzándose a una producción modesta y multilingüe del Tío Vanya, subyugó a los críticos, las listas de fin de año y al jurado de numerosos premios. Puede ser utópico pensar que un drama tamaño maratón que se adhiere incondicionalmente al principio de que menos es más podría llegar al otro lado de la orilla y levantar la estatuilla. Pero los elogios de varios grupos ya la han convertido en un éxito de autor, y su inclusión significa que muchas personas que normalmente no le darían ni la hora a una película japonesa larga, ahora tendrán la curiosidad de buscarla. Las recompensas que les esperan les harán decir que valió la pena. Drive My Car es una obra maestra, punto. Tanto como, digamos, Parasite, otra película muchos pensaban que jamás podría ganar. Y mira cómo terminó eso. Han sucedido cosas más raras, así que déjennos soñar en paz.
Dune
Personalmente, preferiría haber visto a los miembros de la Academia nominar a Denis Villeneuve como Mejor Director en lugar de votar su adaptación de esta novela de ciencia ficción de culto de Frank Herbert, sobre un joven que se convierte en un mesías interplanetario, como candidata a Mejor Película. Pero no me llevaron el apunte a mí, como se ve, y aunque estamos decepcionados de no ver al visionario cineasta franco-canadiense en su propia categoría, es genial que su labor titánica y amorosa compita por el gran premio. Es una epopeya vieja escuela, narra la travesía de un héroe con un pedigree y habilidades técnicas considerables. Y aunque no es un film impecable (ni mucho menos), es un blockbuster raro y moderno, que se gana cada centímetro de la pantalla grande, así como el derecho a que la tomen en serio. Esta es una inversión a largo plazo, y ya les ha pagado dividendos a quienes creyeron en ella, incluso si la película no gana. Spoiler: casi seguro no va a ganar, pero es genial verlo entre los nominados.
Rey Richard
Will Smith es uno de los nominados a Mejor Actor básicamente por interpretar al obstinado, decidido y cariñoso Richard Williams, padre y entrenador de las futuras estrellas del tenis Venus y Serena Williams. El papel es una vidriera perfecta para él, el terreno ideal para su encanto y su capacidad para canalizar la ira a fuego lento. (Era menos seguro que Aunjanue Ellis obtuviera una merecida nominación a Mejor Actriz de Reparto, por lo que escuchar su nombre fue un placer). Pero esta es otra película de calidad, lanzada a fin de año por un gran estudio y que parecía que no iba a hacer demasiado ruido cuando llegó a los cines. La imposibilidad de venderle la película a la audiencia correcta (gente que mira películas con estrellas y buen presupuesto pero sin capas de superhéroes dando vueltas) no la convertía precisamente en favorita. Solo que esta es una película que gira en torno a alguien que golpea todas las puertas, negándose a aceptar un no por respuesta, y que sabe que está manejando una buena cantidad de problemas multiplicada por dos. Así que tendría sentido que una película tan subestimada e infravalorada a primera vista corra desde atrás y pueda revelarse como posible campeón. Incluso si te parece que se trata de un homenaje del director Reinaldo Marcus Green a Williams, en la forma de una biopic centrada en otra persona, hay que admitir que Williams logra el personaje ambicioso y esforzado, que consigue que sus hijas se conviertan en celebridades. Esa mentalidad aguerrida parece haberse filtrado a toda la película.
Licorice Pizza
Funky e idiosincrática al extremo, esta es una película sobre andar por ahí dando vueltas, sin una historia real que contar. Sus protagonistas eran relativamente desconocidos o al menos desconocidos para el público cinematográfico, y como Paul Thomas Anderson quería que su oda al dulce Valle de San Fernando de los primeros 1970 se viera en la pantalla grande, no estaba disponible para que los miembros de la Academia la vieran en casa. Todo en su contra en cuanto al Oscar, ¿verdad? Bueno, no tanto. El relato poco convencional, que podría ser o no ser una comedia romántica, es una autobiografía tanto como lo es Belfast, incluso si el escritor y director tenía solo tres años en 1973. Pero aquellos a los que les gustó, realmente les gustó, y esta ha sido una de esas películas que se ha convertido en una bola de nieve a medida que pasan los meses. La reputación de Licorice Pizza la precedió cuando se estrenó el día de Navidad, e incluso las controversias ocasionales a su alrededor no han impedido que se convirtiera en el candidato principal a cisne negro de la premiación. Y eso no podría haberle pasado a una película más normal. Debería estar segunda en tu lista de nominados para ver, después de Drive My Car.
El callejón de las pesadillas
El mayor “¡Vamos, carajo!” de la mañana llegó al escuchar que el carnaval oscuro de Guillermo del Toro, su película más fuerte desde El laberinto del fauno, fue incluido entre los nominados. Una hermosa versión tenebrosa de la novela de 1946 de William Lindsay Gresham sobre un vagabundo (Bradley Cooper) que se conecta con una feria de atracciones, eventualmente se convierte en un famoso mentalista y, bueno, pierde su alma en el proceso. La película es despiadada, pero no cruel, y espera que simpatices con su desgraciado protagonista incluso si, instintivamente, te hace retroceder horrorizado. Esta joyita coincidió en su estreno con la última Spider-Man, para peor, justo cuando una nueva variante de Covid.19 se instalaba en la agenda, y se mantuvo en las salas debido a un oportuno “relanzamiento” en blanco y negro. Y ahora... ¿nominada a Mejor Película? Es suficiente para hacerte creer que los milagros existen, si hablamos de cine. ¿Ganará? No importa. La nominación en sí es la victoria.
The Power of the Dog
Pero, ¿cuál va a ganar entonces? La adaptación de Jane Campion de la novela de Thomas Savage sobre dos hermanos: uno es un ciudadano íntegro y honrado, a un paso de ser un dandy; el otro, un vaquero tosco y reprimido con actitud de matón y polvo de la pradera en las botas. El film cosechó elogios desde que salió pero, quizás sorprendentemente, se las arregló para generar una bola de nieve de atención. Este es el mejor trabajo de su carrera de Benedict Cumberbatch, Jesse Plemons, Kodi Smit-McPhee, y especialmente de Kirsten Dunst, todos los cuales están legítimamente nominados en las categorías de actuación. Jane Campion es reconocida como una de las mejores autoras de la actualidad, algo que el estricto control de la narración, el encuadre impecable y el ritmo exquisito ayudaron a recordar, después de mantenerse ausente de la dirección durante una docena de años. También es una especie de western (lo señalan las tomas gozosas de llanuras solitarias y rebaños que pisan fuerte), y el tipo de película que se puede leer de manera lo suficientemente ambigua como para adaptarse a una variedad de significados. Por no hablar de las nominaciones de los BAFTA, los premios SAG y los PGA. En una palabra, es la favorita, y hay muy pocas señales de que perderá la punta en las próximas seis semanas.
West Side Story
Un musical candidato a clásico, un director en el clímax del juego, una actualización que corrige errores pasados mientras agrega un nuevo sentido de actualidad, una estrella emergente (felicitaciones, Ariana DeBose) y una exuberancia que hace que esta sea una “película de película”: es posible que esta nueva versión del clásico de Broadway no haya recaudado dinero, que no haya causado el impacto esperado que hubiera debido tener (nótese que se estrenó justo antes de las vacaciones), pero su inclusión entre los nominados a Mejor Película no es para nada impactante. En un año un poco más débil, o si hubiera salido hace una década, hubieras sabido de entrada que este era el gigante del circuito de premios. Aunque no está exactamente fuera de carrera, definitivamente existe la sensación de que tiene una mejor oportunidad en algunas de las categorías de segunda línea. Por supuesto, nunca se debe descartar el atractivo de la nostalgia ni del hábil ritmo uno-dos del mundo del espectáculo de antaño en todo su brillo, con una inyección de actualidad además. Igual, pensamos que “el poder” está en otra parte. (Ver entrada anterior.)